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La tasa de crecimiento anual del PBI mide el aumento del nivel promedio de actividad durante un año contra el nivel promedio de actividad durante el año anterior. En el año 2022, el Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central (REM) anticipa una tasa de crecimiento anual del PBI de 5,4%. Sin embargo, proyecta una caída trimestral de 1,1% en el nivel de actividad entre el cuatro y el tercer trimestre de 2022, y un magro crecimiento de 0,5% durante el año 2023.

Si el pronóstico de crecimiento negativo durante el último trimestre de 2022 fuera acertado, el arrastre estadístico para 2023 también lo sería. ¿Qué significa eso? Si en 2023 el nivel de actividad se mantuviera sin cambios respecto del nivel del cuatro trimestre de 2022, el PBI de 2023 registraría una caída anual, en lugar del pequeño incremento esperado. Es lo más probable: el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec lleva cinco caídas mensuales consecutivas durante la segunda mitad de 2022.

Las estadísticas no son tan importantes para quienes no se desempeñan en el ámbito de las estadísticas y la consultoría económica. La realidad personal de un negocio, un empleo, una jubilación o un plan social es más relevante para determinar un voto que una estadística del Indec, que no es más que un promedio de cosas que andan mejor o peor que el promedio. Claro que resulta que ese promedio es casi siempre un aceptable termómetro de cómo está el humor social. Una economía estancada en el mejor de los casos, una inflación de 100% anual y un dólar blue cercano a $400, producen una combinación poco propicia para que el oficialismo logre reelegirse.

Por ello, es probable que el Gobierno intente impulsar su probabilidad de éxito con un aumento del gasto público. Poner dinero en el bolsillo de la gente es un recurso al que ningún oficialismo logra resistirse.

La dificultad, en 2023, radica en que poner dinero en el bolsillo de la gente podría ser un ejercicio de alto riesgo, vista la fragilidad macroeconómica. Es un ejercicio que deberá ser muy bien diseñado para que su impacto no sea contrarrestado por efectos colaterales indeseados. Pretender aumentar el nivel de actividad con un aumento del gasto financiado con emisión podría generar un inmediato aumento de la inflación, una disparada del dólar blue y una violación de los acuerdos firmados con el FMI, con efectos sobre los precios de bonos y acciones. Quizás no sea tan buena idea.

El nivel de actividad no se contrae por falta de gasto, sino por la falta de oportunidades para invertir a partir del exceso de controles. Las mayores quejas de los empresarios son por las dificultades que, para aumentar la producción, provoca la falta de trabajadores y la falta de insumos, sobre todo los importados.

Salta a la vista de quien quiera mirar con objetividad el fracaso de los controles de precios, el congelamiento de las tarifas reguladas en el área metropolitana de Buenos Aires, los controles de cambio. Ninguna evitó que la inflación siguiera en alza, sino que además provocó enormes distorsiones de precios relativos y escasez de productos. El congelamiento de tarifas llevó a un estado de subinversión en infraestructura que se hace visible en los cortes de luz y el estado de las rutas. Y los controles de cambio evitaron no sólo que entraran insumos importados, sino que resultó una barrera insalvable para la entrada de capitales extranjeros; se regula la salida de capitales, pero, más aún, se hace prohibitiva su entrada.

El estancamiento económico que cabe prever para 2023 se origina en la escasez de oferta, que surge a partir de los controles. Lejos de imaginar eliminarlos como medio de aumentar la oferta, el gobierno sigue atrapado en un enfoque ideológico que le impide ver en los controles la raíz de los problemas. Por eso, sólo sabe reaccionar con más controles, y cosechar resultados cada vez peores. Poner dinero en el bolsillo de la gente no será novedoso, y tampoco lo serán sus consecuencias.

Aumentar la demanda en un contexto de estrechez de oferta sólo puede redundar en más inflación, más escasez de bienes y mayor cotización del dólar blue. ¿Aumentará el PBI? No se sabe, pero es difícil creer que cualquier estímulo monetario logre mejorar el nivel de actividad tanto como para sus efectos colaterales negativos no contrarresten su efecto sobre el humor electoral.
Fuente: El Entre Ríos

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