Y si indicamos que el nuestro es un interés sesgado y acotado, es porque aquello que realmente nos importa es poder establecer la incidencia en el financiamiento permanente de la comisión, en el caso que se eximiera totalmente del pago del peaje a los pobladores de las ciudades próximas a las cabeceras de los puentes, de manera de posibilitar que la circulación sea más fluida al dejar de ser onerosa, y que de esa manera tengamos una prueba concreta de esa hermandad que tanto pregonamos.
Dado que la realidad es que los vecindarios de las localidades ubicadas a cada lado del río tenían un contacto familiar casi permanente en “los tiempos de las lanchas” y que ahora se ha perdido, y que ha tornado el flujo alternativo en uno u otro sentido de acuerdo a la relación que exista en el valor de nuestras dos monedas.
Y si insistimos en eso, lo hacemos en algo más. Es que debería haber circulación libre no solo de personas sino de bienes entre las localidades de las orillas opuestas. Si tanto en Rivera como en el Chuy solo existe una calle como límite que se puede cruzar sin problemas hacia la ciudad gemela, no vemos la razón para que en nuestros casos no exista la misma posibilidad.