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Una estatua de Confucio
Una estatua de Confucio
Una estatua de Confucio
Recuerdo que, en los procesos de reducción de personal a comienzos del año 2000, el primer grupo de colaboradores en el que se focalizaban las empresas eran aquellos que ya habían cumplido 55 años o más; luego consideraron a los mayores de 50. Un período triste de La Argentina porque se inició un proceso de cierre o emigración de empresas a países vecinos, situación que lamentablemente continúa…

Se ofrecían planes de prejubilación manteniendo ciertos beneficios como la Obra Social y una indemnización distribuida en los años que aún faltaban para la jubilación definitiva, dependiendo de los años de aportes al sistema jubilatorio.

Probablemente desde el punto de vista empresarial fue una alternativa válida; socialmente parecía menos dolorosa; sin embargo, los afectados sufrieron largos períodos de depresión, angustia, pánico, miedos, desvalorización personal.

Primaba un concepto demasiado precario, Productividad - Improductividad, Útil – Inútil, Joven – Viejo.

Con esta pequeña introducción deseo rescatar que los hechos posteriores indican que esa política de desvinculaciones no era la más adecuada. No pretendo sostener que es una conclusión determinista porque siempre habrá excepciones a la regla y está claro que algunos, unos pocos, se reconvirtieron en emprendedores a partir de los conocimientos y experiencias acumuladas.

Lo llamativo es que muchos de los que fueron desafectados al poco tiempo eran llamados por las empresas, para acompañar a sus reemplazos, para capacitarlos y también, continuar con las responsabilidades que tenían antes de ser desvinculados o jubilado. Las razones son que no se encuentran los perfiles adecuados.

A otros se les pidió que se trasladaran al exterior para capacitar a los nuevos empleados.

En cada oportunidad que visito empresas, es una grata sorpresa ver cómo personas que en algún momento fueron “desechadas” dirigen proyectos, gestionan colaboradores, desarrollan nuevos negocios, acompañan a los jóvenes a desempeñar mejor sus responsabilidades, ya sea en el rol de tutores o de mentores.

Esta situación me llevó a varias reflexiones respecto de esta etapa de la vida laboral; entre ellas, que el conocimiento es importante pero la experiencia es igual de importante.

En esta época de escasez de personal capacitado, recuperar a los antiguos colaboradores es una excelente decisión, que además mantienen la avidez por continuar aprendiendo, dispuestos a apoyar a los otros, a plantear las diferencias de criterios sin temor y sin especulaciones, con libertad y espontaneidad. Es una etapa de la vida laboral en que nos liberamos del “quedar bien”.

Entiendo que para los jóvenes que están desarrollando su carrera profesional es menos fácil porque participan otros intereses.

El conocimiento es de un valor contributivo imprescindible para la buena gestión, la rapidez con que evolucionan la tecnología y la innovación aplicada probablemente los “veteranos” no las tengamos; sin embargo, la mirada conceptual sigue vigente y para ello la experiencia es también imprescindible.

“EL CAMPO DE EXPERIENCIA ES TODO EL UNIVERSO EN TODAS LAS DIRECCIONES.
LA TEORÍA PERMANECE DENTRO DE LOS LÍMITES DE LAS FACULTADES HUMANAS”
Johann Wolfgang von GOETHE

En estos tiempos que transitamos en la Argentina, aquellos que ya tenemos más de 50 años e innumerables crisis detrás, sin dudas somos un apoyo para los más jóvenes, aun cuando nos resulte difícil entender qué es un algoritmo o la complejidad de la digitalización y la simultaneidad en tiempo real sin límites geográficos o husos horarios.

Como bien expresaba Albert Einstein:

“LA UNICA FUENTE DEL CONOCIMIENTO ES LA EXPERIENCIA”

Siempre admiré la cultura oriental que incluye a las personas mayores hasta su último día de vida; no solo los consideran, sino que en las grandes decisiones participan activamente.

En mis experiencias de negociaciones con los orientales, quienes lideraban el grupo negociador eran personas mayores. Difícil saber la edad por los rasgos faciales, pero todos en silencio observaban qué decía y hacía esa persona; en el mejor de los casos, hacían alguna seña como para pedir un cuarto intermedio.

La enorme influencia de Confucio (551 – 479 AC) en China perdura hasta estos días, la Piedad Filial; Respeto por los mayores, los adultos y los menores como concepto básico sigue vigente en la Sociedad Oriental; de igual modo sucede en Japón con el sintoísmo tanto en la familia como en la relación con las empresas.

Finalmente le pido disculpas a un lector que me planteó hace un par de semanas atrás cuáles son las diferencias entre el Sector Privado y el Sector Publico en cuanto a la calidad de la Gestión. Se refería a La Argentina.

Espero poder hacerlo en los próximos tiempos. Estamos transitando momentos muy críticos en nuestro país y lo que pueda plantear sería como echar nafta al fuego. Es un manual de lo que no se debe hacer en Liderazgo y Conducción lo que sucede en el ámbito público.

¡¡Buen fin de semana!!
Fuente: El Entre Ríos

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