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Me han dicho que en Gualeguaychú han encontrado un murciélago enfermo de rabia. De lo que no me dieron noticia es de qué forma pudo haber agarrado esa enfermedad. Ni tampoco cómo se dieron cuenta sus captores de cuál era su estado, ya que no es frecuente toparse con un murciélago rabioso de rabia de verdad. Es que el caso del murciélago es algo distinto al del vampiro, ya que éste, según dicen, también muerde y chupa mucha, mucha sangre y hasta puede matar, pero ninguno de los dos, de no estar enfermos de rabia, puede ser transmisor de esa enfermedad.

Porque además existen dos tipos de rabia, no sé si ustedes lo sabrán. Una que enferma “el coco”, aunque dudo que en realidad se trate de una enfermedad, ya que es un estado de ánimo, que cuando se vuelve permanente y se transforma en lo que se llama “furia”, puede llegar al rabioso a matar aunque no solo al que la provoca, sino muchas veces hasta al que por casualidad se pone enfrente.

Y en el caso que esto ocurra, cosa curiosa, hasta se lo puede ver al furioso calmarse, como si en el destrozo que armó hubiera encontrado remedio antídoto, que le dicen, para su enfermedad.

Algo que lleva a preguntarme: ¿los automovilistas que se bajan de su vehículo con un fierro en la mano para, cuando menos, romperle el parabrisas trasero al vehículo que se había detenido delante suyo ante un semáforo en rojo, ya que se había sentido molesto con el conductor del auto, están enfermos de rabia, de esa rabia vuelta furia y cuyo síntoma más notorio es un loco descontrol? O también es el caso de los innombrables a los que se diagnostica erróneamente como teniendo un ataque de celos, que despanzurran de un cuchillazo a su mujer y de allí en más siguen dale que dale, ¿se los puede considerar enfermos de esa rabia que no es de verdad?

Porque la rabia de verdad es otra cosa, ya que es transmitida por lo que los viejos y sabios curanderos conocían por “humores”, y que entre nosotros son conocidos como virus o con nombres parecidos, qué se yo... Y precisamente por eso en Gualeguaychú, pueblo de gente sabia y por ser ecologista hasta los huesos y el fondo del corazón, lo que explica que se los vea marchar en forma repetida, lo mismo que a los políticos que también se los ve marchar a esa ciudad, más en recolección de votos, que por importarles un pito el medio ambiente, se quedaron bien calladitos la boca al conocerse del murciélago enfermo de la rabia de verdad. Aún hubo algunos, según me dicen, que en seguida se sofrenaron, ya que tentados estuvieron de echarle la culpa de la enfermedad del murciélago a la pastera de Fray Bentos.

De donde los dos tipos de rabia, la de mentira y la de verdad, sean o no las dos verdaderas enfermedades, tienen en común el hecho que pueden llegar a matar.

Como pasa con la corrupción. Ya que como se sabe eso de que “la corrupción mata”, se ha transformado en una verdadera muletilla. Aunque con una diferencia con las dos rabias. Ya que en este caso el que corre peligro de muerte, si es que no se muere, es el contagiado. No el corruptor, que puede pasarle de todo pero nunca llegar a matar la corrupción.

La comprobación: el haber visto el pasado martes a muchos corruptos en los estrados de un tribunal, tan saludables y orondos ellos.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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