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Insistía mi tío en tratar de inculcarme que Poncio Pilatos era un agnóstico y un cínico por partida doble. Aunque nunca mi curiosidad llegó a tanto, como para preguntarle el por qué era doble y no simple.

Le pregunté cómo explicaba eso de que fuera agnóstico, y de allí que me recordara que durante el juicio a que fuera sometido?Jesús y en el cual Pilatos actuaba como juez, la pregunta que hizo a todos y a la vez no hizo a nadie, tenía que ver con lo que era la verdad.

Y me dijo que Pilatos no era en realidad agnóstico, ya que si se interrogaba acerca de lo que era la verdad, es porque la verdad existe, aunque él no pudiera apropiarse de ella y conocerla, cosa que dicho sea de paso, más de una vez nos sucede a todos.

Mis pensamientos van mucho más lejos, porque me gusta mucho pensar, aunque ello no quiere decir que siempre rumbee para el mejor lado.

En la ocasión lo he hecho sobre el debate abierto respecto al aborto, el que, bueno es decirlo, hasta ahora se viene haciendo con lo que antes se conocía como un “lenguaje levantado”. Que ojalá se siga así, y no que todo termine en un escándalo, como suele suceder.

Se me ocurre que más allá de aclarar las diversas posiciones y fortalecerlas, la manera en que se deshaga el entuerto no va a tener nada que ver con la verdad, sino con el número de votos con que se cuente.

Y en tren de buscar argumentos, diría que si no se sabe si?el feto, o como se lo quiera llamar es persona, habría que decir que no se meta la mano, o mejor dicho la lanceta, donde no se debe. Por aquello de que “en la duda abstente”.

De cualquier manera, tengo que decir que en auxilio de la postura antiabortista -no digo provida, porque eso enoja a los del bando opuesto- es bueno traer a la mesa un argumento menos estrambótico de lo que parece, cual es que el óvulo fecundado, el embrión del feto, el ser por nacer o lo que sea, no es otra cosa que un condominio entre la hembra y el macho, y del que no se puede disponer sin una decisión conjunta de ambos propietarios.

Dicho esto de una manera que es descarnada y no grosera, ya que es lo que ocurre con una vaca preñada con semen de un padre que a su vez puede, inclusive, ser propiedad de un condominio.

De donde dejar que solo la mujer decida, es ir contra la igualdad de género. Y a la pregunta de ¿dónde está el padre? habría que contestar que si no está presente, habría que salir a buscarlo.

Y que actuar de otra manera es una forma de lavarse las manos, como ahora entiendo por qué lo hacía Pilatos.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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