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Escuché al pasar que el mes pasado la Policía de María Eugenia, la misma que Eduardo Duhalde tenía como la mejor del mundo, hablando como lo hacen los brasileños, se había apuntado un poroto. Como ha de estar celosa Patricia, que no es María Eugenia, me dije. No es solo porque ésta me caiga mejor, algo que confieso es cierto, sino que me puse a pensar,como ven, no solo pienso cosas elevadas sino que soy capaz de engancharme con cosas en apariencia ínfimas, aunque no llego a interesarme con los sucedidos de los nietos de Mirtha Legrand, ni con las andanzas de las exbotineras, que es de suponer que han subido de categoría, porque no se las menciona más de ese modo, por más que sigan vivas y sin dejar de figurar. Me puse a pensar, repito, lo que hubiera hecho Patricia si hubiera estado en el lugar de María Eugenia, tan sencilla y discreta como es su manera de ser, y que para utilizar ese lenguaje procaz que cada vez se usa con mayor desenfado, tiene bien puestas aquellas que no tiene pero da toda la impresión de que tuviera.

Y el poroto a que me refería es que después de cinco años, por primera vez no había habido un secuestro en el conurbano bonaerense. Claro que faltan muchos otros porotos, y al pensarlo se me aparecen entraderas y salideras, piratas del asfalto y motochorros, pero de cualquier manera un poroto es un poroto.

En cuanto a lo que hubiera hecho Patricia es primero lamentarse de que la ausencia de un tipo de delito es una cosa que no se puede nombrar, y en seguida hubiera convocado a una conferencia de prensa, presentándose en la misma acompañada por toda su plana mayor en la que no faltarían uno o dos uniformados, según lo mostraría la foto en la cual como telón de fondo se verían cuadros y cuadros que incluirían mapas del delito y otros llenos de columnas mostrando la criminalidad cayendo en picada, o sea recorriendo un camino inverso al de las tasas de inflación.

De cualquier manera se la ve a Patricia, requete activa y eficiente en su lucha contra el narco comercio. De lo que deja a las claras los despliegues que ha dispuesto a todo lo largo de la frontera norte, que da la impresión que hasta que tomó la manija mostraba más agujeros que los de una red de trama suelta. Y también las fotos, una preciosura con los panes de hierba, o sea de marihuana, prolijamente colocados en forma simétrica, dejando espacios amplios entre ladrillo y ladrillo no sé si para que se los vea mejor, o para dar la impresión de ser mayor el volumen de lo secuestrado.

Dicho lo cual, paso a hacerle a Patricia la manifestación de dos inquietudes.

La primera no es mía, sino de quien escribe en este periódico en el que yo también escribo y leo puntualmente “de pe a pa”, alguna de las numerosas columnas de opinión, en la que su redactor insiste en que hay que buscar la merca en los lugares en que se producen al natural. Y que si eso significa mirar al otro lado de la frontera norte hay que hacer algo para que los mandamases de allí dejen de hacerse los giles y comiencen a ver lo que dicen no ver, cerrando con ellos un acuerdo, a cuya firma es necesario ponerle mucha presión, para que paraguayos y bolivianos dejen de plantar y si siguen plantando dejen de mandar.

La segunda, más que de una sugerencia se trata de una preocupación. Porque si bien estoy muy contento que gracias a Gustavo, nuestro gobernador, se haya empezado a combatir en serio el narcomenudeo. Mientras, todo hace suponer que donde hay menudo hay un grande atrás, y no veo el mismo entusiasmo que pone la Policía entrerriana, en las fuerzas federales de seguridad que son las que tienen que hacerlo se ocupen de ubicar y meter presos a los narcomayoristas. Porque si eso no se hace, por más que sigamos con los procedimientos con el chiquitaje, el goteo seguirá.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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