Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Subimos días pasados a nuestro portal digital una excelente nota de la periodista Mónica Farabello, publicada en el diario “El Día” de Gualeguaychú, fuente del artículo. La aludida nota no solo es excelente en su presentación, sino que resulta de interés público su contenido, de lo cual son una prueba cabal, los numerosos comentarios que se hicieron por parte de algunos de los lectores de nuestra página digital a su respecto. A su vez, ella tenía que ver con“el problema que les significa a educadores de Gualeguaychú, Gualeguay e Islas el trasladarse todos los días para dar clases en Ceibas, Ibicuy y otras zonas”. La cuestión pasa, según se indica en la nota de referencia, por el hecho de que “solo una empresa presta un servicio, con horarios limitados y a un costo elevado para el bolsillo de los docentes” para ir y volver de esos lugares . Es que hay que tener en cuenta que en el recibo del sueldo de los docentes, según la misma fuente, aparece impreso como Código 029 o código de traslado por el que le abonan al docente un suma de dinero mensual, apenas superior a los tres mil pesos, con la que podrían pagar, a lo sumo, pasajes para cinco días de traslado.

Corresponde destacar, antes de seguir con el análisis del problema, referirnos, como es usual que se haga en situaciones parecidas, a la suma -que incluye los de asesores, familiares o amigos- recibida por cada legislador nacional en el mismo concepto, o sea gastos de traslado.

Es que de esa manera lo único que se logra es desviarse el foco de la discusión, dado que el problema se plantea en esos términos y no de una manera constructiva.

Lo que no quita que la cuestión de los pasajes o del dinero de canje de los mismos, en el caso de los legisladores, no merezcan críticas que aparecen como justas, sino porque a ese respecto –como sucede en el de todas las legislaturas de provincia y en la mayoría de los concejos deliberantes- se hace necesario englobarlas en otra categoría más amplia, cual es el despilfarro casi obsceno de dinero, por no decirlo sin el “casi”, que es habilitado por los presupuestos que esos cuerpos deliberativos se fijan a sí mismos, y que dan la impresión de que al actuar de esa manera, el Tesoro público es un barril sin fondo. Con el agravante que todo ello ocurre como consecuencia de una complacencia tácita, ya que el silencio sobre el tema es transversal a todas las bancadas, en lo que se encuentra uno de los tantos grifos que es necesario cerrar, para poner en marcha a nuestro país.

Volviendo luego de efectuarse las precedentes precisiones al problema que nos ocupa, viene al caso la transcripción de un comentario de la nota aludida efectuado debajo de su texto en elentrerios.com. En ella se expresa literalmente que “primero y principal, los docentes de todo Entre Ríos que trabajan en escuelas alejadas del radio urbano o escuelas rurales pasan por esto a diario. Solo publican lo que pasa en algunas ciudades o pueblos. Departamentos Concordia, Federación, Federal, Feliciano y La Paz, también existen (es por eso que acotamos que habría que mencionar a todos) y en casi todos los casos los docentes se trasladan en su mayoría a ciudades de otros departamentos. Ojalá lo del traslado alcanzara para una semana, ni para 2 días a veces según las distancias. Por eso es que la mayoría viaja a dedo.”

Y lo de “viajar a dedo” –deben perdonarnos los docentes por así decirlo- es en realidad lo de menos. Porque, para empezar, ese reclamo están lejos de hacerlo a la puerta de su casa, ni a las pocas cuadras de ella, sino que deben comenzar por ingeniárselas para llegar a un tramo de la ruta que permita el “acercarlas” a las escuelas donde dictan clases. Y en realidad este segundo “acerque” –el primero era como ha quedado indicado desde el domicilio del docente o sus proximidades hasta la ruta-, puede en muchos casos convertirse en sucesivos y varios “otros acerques”, situación que cuando termine la jornada los docentes deben volver a transitar en sentido inverso.

Pero no solo son así de complicadas las cosas sino que resultan mucho más. Ya que los docentes deben llegar al segundo de esos “acerques” con la antelación suficiente, como para tener seguridad que su pedido para subir al vehículo de un conductor buen samaritano, lo pueda efectuar de manera de llegar a su destino antes de que comience la jornada escolar. Y a ello se debe agregar que las esperas en la ruta deben hacerse al rayo del sol en momentos en que el calor aprieta, o cuando la helada no ha terminado de caer o de levantarse en la temporada invernal. Y por supuesto es mejor que no llueva…

De donde al tiempo que insume su jornada laboral al frente del aula, se debe adicionar el tiempo -que es variable, pero que nunca es poco- que debe computarse para ir y regresar, algo que viene a significar que los docentes llegan ya cansados a trabajar, y no esperan sintiéndose cómodos el fin de la jornada pensando cómo resultará el retorno, todo lo cual conspira –aquí nos encontramos con un factor más que ya no tiene que ver con el transporte- contra la calidad de la enseñanza.

Lo referido es re sabido aunque no está demás reiterarlo. Partiendo del presupuesto –que no ha de resultar comprensiblemente nada simpático- que lo ideal es que el maestro viva en el lugar donde debe desempeñar su cargo, y la solución pasaría en ese caso por abonar un plus suficiente para poder hacerlo a los docentes que no están en esa situación, similar al que cobran quienes viven en zonas desfavorables.

Un enfoque que parte de la importancia que tiene que el docente resida en el lugar donde trabaja, de manera de poder integrase a esa comunidad lugareña, y participar con sus ideas, su accionar y su ejemplo en la promoción de aquélla, al menos en los días en que se dictan clases. Era por otra parte lo que sucedía antes, cuando estábamos metidos en el barro o cuando las comunicaciones eran menos fluidas.

La otra posibilidad pasa por otorgar una suerte de “pase gratuito” a los docentes que deben ir y volver del lugar donde se domicilian al lugar donde dictan clases, intransferible y con valor únicamente para los días de clase.

Nos suena disparatada en cambio la propuesta incluida en la nota que glosamos efectuada por las docentes consultadas, que implicaría contar en la práctica con una red de “combis” para llevar y traer docentes.

Pero de cualquier manera es bueno que se haya prestado atención al tema y se haya tratado periodísticamente el mismo, teniendo en cuenta que el deterioro de la calidad de la enseñanza, consecuencia de la indisciplina del alumnado y de la fatiga permanente de una abrumadora cantidad de casos de docentes que tienen que “valerse del dedo” para poder ser transportados, convierte a su trabajo en “insalubre por partida doble”.

Un problema al que debe encontrase solución, como fue el caso de las cocineras de los comedores escolares, las que en sus inicios estaban mal pagas por las cooperadoras, que por otra parte hacían lo que podían al respecto.

Enviá tu comentario