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El rey hizo las reglas sobre la tierra y los mares, el gran señor puede vivir con gran nobleza.

El soldado se pasea con gran pompa y orgullo.

El navegante deambula por el gran océano.

Pero, para que esto o aquello pudiera ocurrir, el agricultor debió alimentarlos a todos.

El escritor sueña, el poeta canta, los artesanos hacen maravillas.

El médico cura, el abogado defiende, el minero sigue las pistas de la fortuna.

Pero, para que esto o aquello pudiera ocurrir, el agricultor debió alimentarlos a todos.

El comerciante puede comprar y vender y el maestro cumple su deber, pero los hombres pueden pasar sus días ocupados o tan solo pasarlos de forma agradable.

Pero, para que esto o aquello pudiera ocurrir, el agricultor debió alimentarlos a todos.

El comercio agrícola es de gran valor, es socio del cielo y de la tierra, es socio del sol y de la lluvia.

El hombre puede caer y levantarse, puede continuar su camino.

Pero, para que esto o aquello pudiera ocurrir, el agricultor debió alimentarlos a todos.

Dios bendiga al hombre que siembra el trigo, que nos provee la leche, la fruta, la carne.

Haz que su bolsa sea pesada y que su corazón sea ligero, que su ganado y sus cosechas sean grandes y que Dios bendiga las semillas que sus manos dejan caer.

Que Dios bendiga al agricultor, él nos alimenta a todos.


Luego de esta introducción, me gustaría comentar cuál es la realidad del campo argentino y, específicamente, del entrerriano.

Desde el año 2002, el campo y la agroindustria aportaron 100 mil millones de dólares solo por retenciones, pero además los productores están cautivos del gobierno, ya que el Estado se queda con el 77% del ingreso generado por el sector. No solo lo estrangulan a impuestos, sino que lo desalientan a invertir en el país.

Con el 23% que queda en manos del productor, debe pagar todos los costos de producción, además de vivir e invertir para la próxima siembra.

El combo perfecto se está dando, aquí algunas variables a tener en cuenta:

*El Riesgo País en aumento con la consecuencia que ello trae, menos créditos para inversión y estancamiento de la economía.

*Aumento de retenciones a las exportaciones y aumento de impuestos provinciales.

*Baja de los valores internacionales de la soja, el maíz y sus derivados.

*Una gran sequía que está dejando fuera de juego directamente a muchas plantaciones a lo largo y a lo ancho del país, que no van a llegar a ser cosechadas y ello impactaría directamente en la recaudación del Estado.

*La economía mundial está paralizada por el brote de coronavirus.

El productor agropecuario argentino ama la producción, el desarrollo tecnológico, el crecimiento industrial. Somos líderes a nivel mundial en conocimiento agropecuario, nos visitan de todos los lugares del mundo para ver cómo trabajamos, y aquí en nuestro país nos agreden, nos maltratan y somos asfixiados con impuestos.

Qué grande sería la Argentina si al campo le sacaran el pie de encima, cuánto más trabajo habría, cuánta más inversión productiva y derrame de sus ingresos habría en todo el interior, gracias a sus divisas.

Pero todo eso queda truncada cuando el Estado se apropia de lo que no le pertenece, escudándose en el bien común de “todos y todas”, y que está demás decir que el bien común hace años que no lo vemos. Hace años que estamos estancados y cada vez somos un país más pobre.

Sabemos que el mismo libreto lo único que genera es menos inversión y más pobreza.

Que Dios ilumine a nuestro hermoso país, nuestra hermosa Argentina.

Gonzalo Alonso
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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