Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Su vida de intensidad cinematográfica, ha visto confirmada su entrada en otra mucho más tediosa; algo que no significa necesariamente menos violenta, jalonada por la seguidilla de sus enjuiciamientos penales; entre los que se muestra como uno de ellos el actual, realmente costoso en cuanto ha sido su reciente condena a cumplir dieciséis años, por la comisión de una serie de delitos cuyo enunciado está llegando a convertirse, hasta para los más profanos, en familiar.

Los datos escuetos de una biografía mínima - totalmente aséptica, en cuanto deliberadamente busca no efectuar cualquier tipo de valoraciones acerca su comportamiento que puede recogerse, tal como lo hemos hecho en nuestro caso, de diversos sitios digitales- hacen mención a Milagro Amalia Ángela Sala, a la que describen como “una dirigente política, social e indígena argentina, líder de la Organización Barrial Túpac Amaru, organismo especialmente conocido por su labor de construcción de miles de viviendas en la provincia de Jujuy, e integrante de la Central de los Trabajadores Argentinos”. Se añade: “Fecha de nacimiento: 20 de febrero de 1964 (edad 54 años), San Salvador de Jujuy; Cónyuge: Raúl Noro, ex periodista de La Nación; Hijos: Sergio Chorolque Sala, Claudia Elizabeth Chorolque Sala; Padres: Desideria Leitón, Miguel Sala”.

Buscar volver realmente sucinta su biografía mínima, es mucho más difícil, ya que a ese momento no pueden dejar de impregnarse los hechos indispensables de juicios de valor, como sucede en el caso de todo personaje polémico.

Esa variedad de enfoques es lo que ha hecho que según lo señala una fuente que “en 2016, los científicos argentinos Julián Petrulevicius y Pedro Gutiérrez le dieron el nombre de Tupac Sala a una especie de libélula encontrada en la provincia de La Rioja”. O que en ese mismo año, el músico Peteco Carabajal (60) compuso una canción en su homenaje titulada “Libertad para Milagro”, en una de cuyas estrofas sabe decir “Aquí, Túpac Amaru sigue en pie, mientras tu grito se guardó tras las rejas que obligan silencio. Ver la luz, Ver luz, las injusticias piden luz. Tu puño en alto vengará, quinientos años de una cruz”.

Mientras desde la vereda opuesta, todo ello según otras fuentes, se la sindica como lo hace Carlos Perro Santillán ?el que coordinara acciones con Milagro Sala como líder de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) hasta fines de la década de 1990? como quien instaló en Jujuy la «narcopolítica», organizó «un grupo paragubernamental» con el objeto de «reprimir trabajadores», y era quien de hecho gobernaba la provincia, instalando una suerte de «terrorismo de Estado», con lo que no vienen a decir más todos los que, de diversos modos, la tratan de peligrosa pandillera.

La tentación de explicar su crecimiento en los años de su formación, que son los decisivos que llevan en su caso a una madurez temprana, nos lleva a mencionar pasos de su vida, que otra fuente señala como fidedignos. Se trata de aquellos que – en alguno de los casos se los sindica como autobiográficos- que pasan a mencionarse en la forma literal que los hemos recogido.

“A los catorce años, Milagro Sala descubrió que había sido adoptada; huyó de su familia adoptiva para vivir en la calle. Vivió por años en la pobreza, en un ambiente marginal. Su único contacto con su familia era su madrina, a la que llamaba "mi abuela", que lograba ampararla ocasionalmente. De acuerdo con su propio relato, se dedicaba al robo en pequeña escala y la venta de cocaína, y los vecinos la respetaban, porque repartía el producto de sus robos con todos. También afirma que, pese a que comercializaba droga, ella nunca se drogó. Muy joven logró formar un grupo de danzas folclóricas, “Los Nativos Jujeños”, con los que llevó adelante varios espectáculos, y hasta viajaron a la provincia de Córdoba para una función.

“A los dieciocho años fue arrestada debido a que se la vinculó con un robo, y luego se le abrió una causa por amenaza de homicidio, robo, asociación ilícita y prostitución. En la cárcel organizó una huelga de hambre cuyo resultado fue que se permitiera cocinar a las presas, para lograr una mejor alimentación a igual costo. Tras ocho meses fue absuelta debido a la falta de pruebas en su contra y fue indemnizada por el Estado por los meses que había estado presa. La situación extrema de la cárcel, asociada a diversos sentimientos de injusticia, la llevó a la militancia social y política.”

Es que aventurándonos temerariamente en esa línea tendríamos que sugerir – como ocurre en estos tiempos en que se incurre en el grave error de considerar como justificable todo lo que puede explicarse más o menos consistentemente- que en esos años tempranos se incorporaron a su personalidad, ayudados por connotaciones propias de su temperamento, de una manera casi caótica ingredientes contradictoriamente anárquicos y autoritarios todos ellos vestidos a la usanza de un Robin Hood, con resultados que están a la vista y que van más allá de lo que significa su encarcelamiento.

Una muestra más de estos tiempos, en los que cuando nada se tiene por cierto y todo vale, se apunta –o se dice hacerlo- a la consecución de fines consistentes y válidos a través de mecanismos y procedimientos torcidos. A la vez que las instituciones son cada vez más vistas como instrumentos, que por otra parte merecen menos respeto. Y en los que, paradoja de las paradojas, se llega a considerar la condena, que se supone injusta de los pecados ajenos, como la mejor defensa para intentar deshacerse de los pecados propios.

De donde pasan a ser arquetípicos, de una manera que desvirtúa el concepto, comportamientos que desde la manera más benévola posible cabe considerar como totalmente opuestos a un orden justo, fundado en leyes que deben ser por todos respetadas, como exigencia indispensables para el buen funcionamiento de toda sociedad.

Así hemos llegado a estar como estamos, con el añadido desgraciado de que son muchos los que buscan la oportunidad de proseguir en ese camino.

Enviá tu comentario