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Se le atribuye a la actual diputada provincial Miriam Lambert, precandidata a la vez a intendente de Colón y esposa del actual presidente municipal, Mariano Rebord, haber dicho “yo no soy Mariano”.

De ser cierta esa afirmación que se le atribuye, interpretada en un sentido literal, nos encontramos ante una obviedad, ya que el hecho de compartir, como en todo connubio lecho y mesa, si bien es una circunstancia que, según la explicación usual al respecto los hace no parientes sino algo distinto que es más que el parentesco sanguíneo, siguen siendo -a pesar de ello- personas autónomas.

Lo cual no ha quitado, atento a un contexto en el que se los vio actuar como socios en el despliegue de su actividad política y gubernamental, algo que continuó aún después de dejar Lambert su cargo en la municipalidad, para ocupar una banca en la Legislatura provincial, todo lo cual hace pensar que (de ganar ella las elecciones, por supuesto) se cerrará en un enroque, ya que el actual intendente todo hace prever que ocupará la banca que actualmente ocupa aquélla, mientras se puede llegar a suponer que ella ocupará el sillón vacío de Lord Mayor de la ciudad, o para decirlo de una manera castiza, de alcaldesa.

Es entonces -atendiendo a este otro contexto- que la frase se vuelve ambigua, en la medida que da pie a varias interpretaciones. La de mínima, que habrá una renovación total del equipo dirigente en la comuna, lo que significaría la necesidad de llenar todos los cargos que ocupan a ese nivel, familiares o íntimos allegados al intendente.

“Yo no soy Rebord”, desde otro punto de vista, vendría a significar que Miriam no sería continuadora de la gestión de aquél, sino que encararía la conducción municipal de una manera distinta y a la vez superadora. Cuando no la posibilidad de efectuar una interpretación conjetural poco creíble, que esa frase significa marcar distancias entre la administración actual y la que vendrá, en el caso que la legisladora precandidateada resulte victoriosa en los próximos comicios.

De todas las interpretaciones señaladas, por nuestra parte consideramos que la más inteligente es asignar a la frase la última, ya que Colón como ciudad y como municipio, en nuestro honrado parecer, no soporta otros cuatro años más de lo mismo.

Y no debe verse en esa afirmación “nada personal”, tal cual lo señala un viejo dicho, ya que por el contrario consideramos al actual intendente como una persona inteligente, simpática y entradora, con sólidas raíces colonenses. E inclusive con una habilidad pasmosa para, de manera súbita, hacer frente a lo previsto y aún a lo imprevisto, como quien -y aquí va otro dicho- es capaz en un instante de sacar “un conejo de la galera”.

Porque lo que Colón y su municipio necesitan es una administración con una idea de ciudad que trascienda lo inmediato y que fije su mirada en un horizonte cuya lejanía se mida en años, al mismo tiempo que parta de una gestión cotidiana que no solo sea eficaz, sino que sorprenda por la regularidad y universalidad de sus acciones.

O lo que es lo mismo, que dejemos de ser gestionados por “impromtus”, recurriendo a parches que no alcanzan ni sirven para todo, y en el que la excepción, muchas veces decidida de manera informal, es la regla, cuando debiera ser precisamente a la inversa, todo ello consecuencia de la confusión entre lo que es servicio, y lo que es una mezcla de amiguismo y clientelismo.

Sobre todo, Colón necesita una administración que se vea y sea prolija, sin lo cual no existe posibilidad alguna de desarrollo consistente y autosostenido para la comunidad.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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