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Deseo agradecer a la persona que me sugirió escribir una columna sobre el liderazgo de mujeres en las organizaciones, por cierto un tema muy actual y transitando un proceso de transformación que sin dudas vale explicitar y compartir las distintas experiencias que cada uno de nosotros hemos recogido en este aspecto.

No profundizaré en los análisis o discusiones de género ni tampoco en los marcos normativos que intentan regular la igualdad en el lugar de trabajo. Solo como referencia recuerdo que hasta el año 1976 en España era requisito legal que el marido autorizara a su esposa para poder trabajar.

La situación entre trabajo y mujeres se ve afectado por distintos factores que pueden entorpecer o facilitar el empleo y el desarrollo profesional. Aspectos tales como la cultura del país o región en que se encuentra la organización, la cultura misma de la organización, muchas veces condicionada por la cultura del país en que está y otras por las características específicas de la organización misma y finalmente las características que hacen al individuo como tal, en este caso las mujeres y su actitud ante las diversas circunstancias antes descriptas.

En nuestro caso particular, en Argentina, y habiendo consultado tanto a Consultoras de Selección de Personal como a Head Hunters, ha habido un proceso muy significativo de no discriminación de sexo, estado civil o edad en la definición de perfiles para ocupar funciones de conducción, sean estas gerencias o direcciones en las estructuras organizativas.

No obstante ello aún persisten una cantidad de sutiles prejuicios relacionados a cómo pueden liderar los hombres y las mujeres. Es frecuente escuchar por parte del personal femenino que reúne las condiciones para ejercer funciones de liderazgo experimentar la sensación del “techo de cristal” o “la tubería agujereada” como bien describe la socióloga española Capitolina Díaz docente en la Universidad de Valencia.

En la práctica esto significa que, si bien en las carreras universitarias y en los posgrados las mujeres suelen diferenciarse por sobre los hombres tanto en los promedios de calificación como en las tesis doctorales, en los procesos de crecimientos jerárquicos las posibilidades se diluyen o escapan por la “tubería” o “colisionan con el techo de cristal”.

Para verificar estas definiciones he entrevistado a un número importante de mujeres que actualmente ocupan funciones de conducción en los más altos niveles de las organizaciones y, sin excepciones, han sentido que debieron demostrar sus capacidades y condiciones de liderazgo de manera mucho más exigente que cuando se trataba de hombres.

Un estudio realizado por Alice Eagly y Blair T. Johnson sostiene que las mujeres deben sortear mayores obstáculos para alcanzar lugares de conducción.

Aprovechando las entrevistas realizadas, surgieron otros aspectos que deseo destacar. Las mujeres en el rol de líderes o conductoras de grupos de colaboradores no perciben diferencias con sus colegas masculinos y tampoco en la relación con sus colaboradores, sean estos hombres o mujeres; no obstante, algunas de ellas dicen sentirse mejor trabajando con hombres.

Más allá que hoy en día las organizaciones sostienen la igualdad de condiciones, los prejuicios de género y expectativas de cómo lideran mujeres y hombres siguen siendo un desafío que aún deben afrontar en el rol de líderes en las organizaciones.

Dado que en mi trayectoria laboral he trabajado con mujeres en funciones de conducción, me permitiré compartir algunas experiencias personales.

- La complementariedad de análisis, contribuciones y visiones de ambos géneros enriquecen el proceso de decisión.

- Los hombres se focalizan en alcanzar rápidamente el objetivo planteado

- Para las mujeres alcanzar el objetivo es importante pero el “cómo” también, es decir, no a cualquier precio

- Las mujeres tienen un pensamiento más abarcativo y una visión general más amplia

- La condición de madre o esposa nunca fueron motivos para no trasladarse a otras regiones o países, ya sea por estadías cortas o largas

- En la relación con sus colaboradores, favorecen la participación, y la comunicación es más abierta y bidireccional.

- El desarrollo de los colaboradores y el trabajo en equipo forman parte del estilo de conducción.

- Las mujeres son más frontales ý transparentes para plantear los desacuerdos

- Se destaca una singular sensibilidad innata en la resolución de problemas.

En una oportunidad, me consultaron acerca de las actitudes histéricas que supuestamente debía tolerar trabajando con mujeres. Les debo confesar que he trabajado con más hombres con esas características que con mujeres.

En síntesis, las diferencias entre el liderazgo masculino o femenino son muy sutiles. Algunos autores se refieren al liderazgo orientado a las tareas versus el liderazgo orientado a las personas o el liderazgo democrático versus el liderazgo autocrático, en los cuales se podrían encuadrar las diferencias de género de ser necesario.

Actualmente hay muchas más mujeres desempeñando posiciones de liderazgo, así como también abundan los ejemplos de mujeres emprendedoras exitosas. Un real y positivo aporte para la humanidad.

En esta ocasión no me referí a líderes en el ámbito de la política, para no profundizar la tan mencionada grieta argentina…

Recuerden que “LA MADRE DE TODOS LOS PREJUICIOS ES LA IGNORANCIA”
Fuente: El Entre Ríos

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