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El estremecimiento al leer la documentación de la causa es inevitable. Aún a sabiendas de que rige la presunción de inocencia, las conclusiones preliminares a las que el juez Leandro Ríos arriba tras sopesar e interpretar las innumerables escuchas telefónicas, cuadernos, anotaciones, declaraciones testimoniales, son extremadamente graves.

Veamos algunas escenas "dantescas", adjetivo al que apelo -y no por casualidad- pensando en el "infierno" de Dante Alighieri en la Divina Comedia:
1) El Palacio Municipal devenido en bunker narco
Una narco-empleada (Lemos, pareja del capo narco Celis) ingresa al edificio (bellísimo patrimonio arquitectónico) con 6 kilos de cocaína, llevándola al despacho de una narco-empleada-policía y reuniéndose con un narco-concejal. Esa sola escena, que suena a extraída de una película, documenta el extremo de la degradación: de casa del pueblo a bunker.
2) Control de calidad de la cocaína "oficial"
Una funcionaria municipal que a su vez es policía (Bordeira) controla la calidad de la cocaína. Como una empleada del área de compras y suministros que se molesta porque el proveedor de los merenderos entregó leche vencida. Lemos le contó al Juez Ríos que en una ocasión le "devolvieron 775 gramos", porque para "la Bordeira estaba feo".
3) El regalo del intendente al líder narco en ocasión de las fiestas
Es también Lemos quien relata que el 29 de diciembre de 2017 concurrió a la municipalidad: "Me dijeron que vaya ese día que iba a estar cerrado y me iban a atender por la parte de atrás. Fui a buscar plata que Sergio Varisco, a través de Hernández, le mandaba a Celis por las fiestas. Esa tarde estaba Hernández solo".
4) La plata de las horas extras inventadas, al bolsillo del narco
De la indagatoria a la ex de Celis surge que un empleado municipal de apellido González tenía por tarea "juntar la plata de las horas extras que nunca se hacían y se pasaban igual y se cobraban igual. Pero cada empleado sabía lo que tenía que cobrar y cuánto darle a González. Esto era porque Daniel mandaba en la unidad 2".
5) "Mi cómplice y todo"... y en la calle codo a codo...
Hay algo básico, elemental, que salta a la vista antes aún de conocer la trama fina del escándalo, en la que se mezclan drogas, dinero público, puestos municipales. El Juez Leandro Ríos lo resume así: "la posición especial en que se encontraban Varisco, Hernández y Bordeira exigía que pusieran en inmediato conocimiento de las autoridades competentes las actividades de Celis y Lemos". ¿Por qué no lo hicieron? El magistrado responde: "No puede haber, por el momento, otra explicación que no sea la de pertenecer al ilícito colectivo en los términos que ha demostrado la presente investigación".
6) Varisco, capitalista de Celis, no con su dinero sino con el del pueblo
Dice Ríos en un fragmento del procesamiento al Intendente: "En el caso de Daniel Andrés Celis y Sergio Fausto Varisco, se advierte que éstos han realizado una conducta preponderante y autónomamente punida, en la ilícita comercialización del tóxico, el primero de ello, encargándose de la organización y financiamiento de la misma y el segundo aportando la financiación".
7) Cocaína comprada con la tasa municipal que paga el vecino
El magistrado lo explica así: "de los extremos fácticos que se encuentran probados surge como altamente probable, que gran parte de los fondos con los cuales se financiaban las actividades de comercio de estupefacientes, eran fondos públicos pertenecientes a la Municipalidad de Paraná, cuya administración estaba a cargo del Intendente Sergio Fausto Varisco".
8) Clientelismo narco: de la distribución de bolsones de comida al reparto de cocaína
El juez Leandro Ríos asegura que el acuerdo entre Varisco y Celis "incluyó la adquisición del estupefaciente –cocaína– a un precio diferencial, con la finalidad de ser distribuido en la campaña electoral 2018/2019, al menos en las ciudades de Paraná, Concordia y, eventualmente, en la ciudad de Nogoyá".
Del ranking de calamidades a las causas
¿Cuál de todas estas calamidades es más grave? ¿Cuál tiene tal capacidad de impacto como para que a cualquiera le corra un frío por la columna vertebral? ¿Un intendente procesado por vínculos con el narcotráfico? ¿Un concejal preso, otro imputado y una funcionaria/policía también entre rejas? ¿El narcotráfico infiltrado en las instituciones de la municipalidad capital de provincia, manipulando nombramientos, liquidaciones de sueldos, estrategias de campaña y financiándose con dineros públicos para comprarle la droga a la mafia peruana? ¿Un sistema penitenciario provincial tan corrompido que no es capaz de impedir que un preso relance sus negocios narcos, con tanta comodidad como si estuviera en el living de su casa? ¿El clientelismo político valiéndose del reparto de cocaína para fidelizar a sus punteros, como antes lo hacía con bolsones de comida, frazadas y chapas de cartón.

No es fácil armar un ranking en medio de tanto pus que salta por los aires tras leer la documentación de la causa que tramita en la Justicia Federal.

Pero me apuro a decir que lo más importante no está en lo fenoménico, en lo que aparece, por más escandaloso que sea, ni tampoco en los nombres ni en los partidos políticos involucrados. Aquí lo que urge es dar con la causas y plantear las soluciones y ambas tareas corresponden a la política. Aclaremos: política en serio y no esa que sólo atina a lanzar acusaciones cruzadas o a posar en los medios con rostros circunspectos, sin atreverse a hilvanar ni el borrador de un diagnóstico ni mucho menos un primer bosquejo de un plan que salve a Entre Ríos del precipicio.

¿O acaso se puede pensar que alcanza con la Justicia? Los jueces vienen a ser como cirujanos que intentan extirpar los tumores, pero no pueden curar el cáncer que les dio origen ni tampoco frenar la metástasis.

Una sociedad que ha llegado al extremo del asistencialismo cocainómano tiene ante sus ojos -si es que está dispuesta a ver y no prefiere mirar hacia otro lado- algo así como la prueba diagnóstica más contundente de que la enfermedad se ha extendido a todo el cuerpo social y ni siquiera un accionar apropiado de la Justicia, tan necesario por cierto, será suficiente para curarlo.
¿Qué importa más, el futuro de Varisco o el futuro de los chicos de los barrios envenenados por las drogas?
Es apenas un debate de superficie cuándo y cómo se debe ir Varisco, si debe renunciar, lo deben remover, si debe ir ya mismo preso o si hay que esperar a las elecciones. Obvio que es tema de análisis, pero hay cuestiones mucho más profundas que afrontar, que seguirán irresueltas con o sin Varisco, o incluso con Varisco absuelto, si lograra salir airoso de la causa.

Por caso, ¿cómo se las arreglarán las próximas autoridades de Paraná para limpiar las estructuras del municipio y de la militancia barrial si al mismo tiempo la demanda de la droga no para de crecer, si llevamos fácilmente 20 años dejando que llegue a los pibes más pobres hasta quemarles la cabeza, hasta convertirlos en despojos humanos, haciendo el papel de soldaditos de la droga y sicarios y anhelando ser como Celis o como Barrientos o como Pablo Escobar? ¿De qué manera se va a revertir este cóctel que tiene muchos otros ingredientes que le facilitan las cosas al narcotráfico: deserción escolar y una brecha educativa que exacerba las desigualdades, creciente hacinamiento en las periferias de las ciudades, desempleo, subempleo, economía en negro, fuerzas policiales con escasos recursos, un sistema de salud sin capacidad para atender a los adictos, desestructuración familiar y un quiebre de los valores elementales de la vida en comunidad?

Nada de lo que está pasando es fruto del azar ni una fatalidad. Nada un designio de los dioses o de los demonios. No miremos sólo la foto. Rebobinemos la película para hallar los por qué y actuemos en consecuencia, si es que aún estamos a tiempo...
Cualquier plan serio no podrá eludir la urgencia de regenerar la política
Hay una ley física por la cual para llenar un recipiente con basura primero hay que vaciarlo de su contenido original. ¿De qué fue vaciada la política para que fuera posible llenarla de droga?

El proceso llevó décadas. Primero se tiró por la borda la imprescindible vocación por el bien común, fueron olvidados los cuerpos de ideas rectoras y las doctrinas, expulsaron a la militancia y los dirigentes con ideales de justicia, fueron desvirtuados los partidos políticos como escuelas de formación y participación para reducirlos a meros trampolines para satisfacer ansias de poder y dinero de unos pocos inescrupulosos que viven estafando al pueblo.

También las palabras fueron vaciadas de significado: instituciones, democracia, justicia, verdad, transparencia, cambio, derechos humanos, dignidad.

Para refundar la política no es suficiente que Cambiemos le suelte la mano a Varisco, ni que el peronismo se regodee publicando fotos donde aparece abrazado a Macri, ni que la ministra Patricia Bullrich use Twitter para ensalzar la independencia de la Justicia.

¿Qué espera la dirigencia para debatir cosas tan medulares como la financiación de la actividad política, donde además de los Celis y los Barrientos se parapetan los contratistas de la obra pública, los de la Cumbre del Mercosur o los del reparto de la pauta en la Causa de La Vaca, del mismo modo que Sergio Urribarri y Pedro Báez se escudan en sus fueros?

Mientras quienes dicen querer renovar la política sigan empleando métodos de financiación espurios nada cambiará de verdad, aunque muestren caras nuevas y hasta potables en sus listas y se apropien de la palabra "cambiemos".

Pero tampoco alcanza con revisar la política. ¿Qué hay de las responsabilidades de los tribunales, las instituciones intermedias, la Iglesia, las organizaciones empresariales, los sindicatos, las universidades, todos espacios donde también se hace política?

¿Y qué ha pasado con los medios de comunicación y nosotros, los periodistas, muchos mirando hacia otro lado, haciéndonos los distraídos, mientras colegas como Daniel Enz se atreven a investigar arriesgando su pellejo?

Tal vez me reprocharán que mi mirada es exagerada, pero me alcanza con pensar en cuántos chicos de las barriadas más pobres de Entre Ríos se habrán vuelto muertos en vida por las drogas para caer en la cuenta que soy un tibio más que no ha sabido hacer lo que debía para salvarlos.
Fuente: El Entre Ríos

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