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Mi insistencia en entender y asumir a la gestión como una profesión es porque soy un convencido que, cuanto más demoremos en aceptar este concepto, más difícil será superar las distintas crisis en los diferentes ámbitos que hacen a nuestro país.

Todos los días nos invaden acontecimientos y noticias que demuestran las incapacidades de quienes se han postulado y han sido elegidos para conducir el país. En ninguna organización privada se justifica la ineficiencia culpando a terceros, se asume la situación existente y se discuten y analizan alternativas de solución a los distintos problemas.

Es extremadamente desgarrador observar situaciones como la de estos días, donde muchos ciudadanos han pasado fin de año y aún hoy continúan sin energía eléctrica. Situaciones extremas para ciudadanos transitando enfermedades crónicas cuya calidad de vida depende de condiciones mínimas o básicas como lo es una heladera donde guardar la medicación o de condiciones de higiene que solo se pueden sostener con un recurso tan imprescindible como es el agua. Sin embargo la falta de respuesta de quienes tienen la responsabilidad de darlas se diluyen en un contestador automático.

La impotencia y la frustración que siente un ciudadano ante este tipo de respuesta no se puede ignorar, ni tampoco es válida la justificación en denunciar culpables. En primer lugar porque circunstancias como la descripta son previsibles, el sistema eléctrico argentino requiere de un plan de inversiones urgente. Es prioridad del Estado garantizar las condiciones mínimas de calidad de vida para sus ciudadanos. Solo para recordar: SALUD, EDUCACION, SEGURIDAD, JUSTICIA, TRABAJO GENUINO.

Sin embargo, hace largos años que nos entretenemos con descubrir los fundamentos de la grieta, los brotes verdes, la justificación de la corrupción, la independencia de la justicia, la creatividad en más planes sociales, las huelgas y paros insólitos, como el de la línea C de subterráneos que dejó a miles de pasajeros atónitos buscando alguna alternativa de movilidad sin ninguna razón que justifique este dislate.

Los cortes de rutas y avenidas por razones absolutamente ajenas a la gran mayoría de quienes sufren las consecuencias de esos cortes.

Otro ejemplo fueron y son las escuelas cerradas porque a los dirigentes gremiales les resulta más sencillo dejar de trabajar o educar -y hacer paros- que discutir cómo ofrecer una mejor y más adecuada educación a nuestros niños y jóvenes; vivimos en la era del conocimiento y nos avocamos a destruir las potenciales capacidades de quienes harán a un país soberano o dependiente. Nuevamente no se comprende tal irresponsabilidad.

Nos llenamos la boca con discursos de patriotismo y sin embargo estamos destruyendo nuestra patria.

Nuestra capacidad de asombro no alcanza para entender que una jueza visite a un condenado en la prisión y justifique sus manifestaciones amorosas sin ningún pudor.

La RESPONSABILIDAD es un elemento que distingue a la buena conducción del resto, y cuanto mayor sea el nivel que se ocupa, más importantes son las implicancias de este valor. No hay calidad de gestión sin responsabilidad. Implica tomar decisiones racionalmente, asumir las consecuencias de las mismas y responder ante quienes correspondan. Es un valor y una práctica ética que como dirigente afecta desde lo individual a la comunidad en su conjunto.

Ser responsable no es buscar culpables; no asumir la responsabilidad es la inconfundible muestra de incapacidad para liderar. Más aún cuando nos presentamos para conducir un país y hemos sido elegidos por la mayoría. No se es responsable cuando se ha escogido la política para vivir de ella…

En esta especie de anestesia o de anomia (Estado de desorganización social o aislamiento individual como consecuencia de la falta o incongruencia de las normas sociales) los ejemplos son incontables, pero la intención de esta columna no es seguir profundizando en estos aspectos. De hecho, en los distintos medios informativos abundan los contenidos para el desconcierto neuronal.

Necesitamos una dirigencia responsable que sume a los CEOs y a los Científicos y no dividirlos; necesitamos convocar a los diferentes actores sociales para diseñar planes de mediano y largo plazo que prioricen recuperar un país que alguna vez supo generar orgullo de pertenencia.

En el sector privado, si no se generan resultados positivos, no hay ningún proyecto viable, pero quien solo ha vivido del Estado no podrá entender nunca este principio. Lamentablemente, muchas decisiones son tomadas por dirigentes que jamás sufrieron la angustia de no recibir su salario o de ser despedido de su trabajo por falta de resultados.

Definir objetivos trascendentes, diseñar planes de acción para su alcance, aprovechar las fortalezas del país que no son pocas, por el contrario abundan, contribuir al todo y no egoístamente al sector que se pertenece o representa, generar confianza mutua, para lo cual se debe recuperar la credibilidad, recuerden que no es lo que se dice sino lo que se hace lo que da credibilidad.

Cuando Liderar se asume como profesión, los principios subrayados son imprescindibles para cualquier tipo de proyecto, mucho más cuando se trata de liderar un país.

Algunos ejemplos de liderazgo exitoso se pueden reconocer en unas pocas Provincias y en algunos Municipios. Son aquellos que diseñaron un proyecto en los cuales el consenso y la integración primaron por sobre los intereses sectoriales. ¡¡SENTIDO COMÚN!!
Fuente: El Entre Ríos

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