Se puede pensar en algo más cercano: una mujer vuelve caminando a su casa. En el camino le pasa algo o mejor dicho alguien. Por alguna razón, la ultrajan, la poseen. Un chico un día lo agarra una persona y también lo ultrajan. Nunca volverán a ser los mismos. Y como estos hay miles de casos.
Un hecho de estas características es difícil de contar. La vergüenza, el miedo a la persona que atacó, y el miedo también a la condena social hacen callar a sus víctimas. Hoy, se está hablando del abuso sexual a partir de una serie de denuncias realizadas por personajes reconocidos.
No hablemos de estos casos, hablemos de los que cada uno conoce, los que cada uno ha callado.
Y es que es un tema tabú. El algo de lo que no hablamos. Algo íntimo. Algo que no tiene que saberse.
Como si una olla se hubiese destapado, como si un miedo hubiese sido arrancado, muchas mujeres salieron a hablar en estos días. De hecho, se han multiplicado las denuncias de estos hechos en los últimos días. Sin embargo, todavía falta aún muchísimo camino por recorrer. Porque los hechos se siguen sucediendo, y sus víctimas siguen callando.
Podemos cuestionar muchas cosas, podemos plantarnos en analizar sólo el caso concreto que trajo el tema a la mesa. O podemos pensar en lo que hay detrás. Podemos concentrarnos en las denuncias calladas durante años.
Lo hablé mucho al tema con conocidos y amistades. De repente, surgieron nuevas historias, cuentos que habían sido silenciados porque las mismas víctimas no lo contaron porque pensaron que nadie las iba a entender o que iban a pensar que ellas/os habían provocado la situación. No obstante, hoy ven que no estaba bien. Eso que les pasó, no tendría que haber pasado.
El abuso sexual es un delito, tanto cuando sea perpetrado contra mujeres como hombres. La mayoría de los casos son sepultados por las propias víctimas que no quieren que nadie se entere. Pero es necesario que reciban justicia.
Como sociedad tenemos que decir basta, esto no se puede callar más. No es una cuestión de género, no es una cuestión de machistas o feministas. Se trata de humanidad. Se trata de respeto al otro. Ojala empecemos a defender lo que realmente deberíamos: nadie nos puede tocar contra nuestra voluntad. Nadie tiene derecho a hacerlo. Ni un pelo. Sí, ni un solo pelo.
