Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Variables en las que a veces ni siquiera pensamos impactan sobre nuestro bienestar y sobre nuestro futuro

No estamos solos en el mundo. Quien piense que podemos aislarnos, cerrando la economía y la cuenta de capitales, sueña con que el tiempo pueda volver atrás. Una ilusión teórica que carece de sentido común.

Muchas de nuestras peripecias tienen poco que ver con nuestros aciertos o errores, y mucho que ver con variables sobre las que no podemos influir. Es más, sobre variables que a veces no comprendemos. Resulta que casi siempre vemos el impacto de la variable que más directamente nos afecta, ignorando que la causa de sus variaciones pueda estar en otro lugar.

Miramos con atención las tasas de interés globales, las tasas de crecimiento de nuestros socios comerciales, la guerra comercial entre EE.UU. y China, las peripecias climáticas que podrían afectar los precios de nuestros productos de exportación, o los efectos que la gripe porcina africana pueda tener sobre el consumo de soja y maíz en China.

Sin embargo, miramos poco cómo opera la política de los EE.UU. sobre las variables que determinan nuestro bienestar. Desde la llegada de Trump a la presidencia, en ese ámbito se toman decisiones que, tras algunas carambolas, afectan nuestra economía y nuestra política. Sí, la política interior de los EE.UU. nos afecta, y mucho.

Quizás los países emergentes se llamen así porque nunca acaban de emerger

Sabemos que los tuits y medidas de Trump juegan sobre las expectativas de tasas de interés, de crecimiento global y, por extensión, sobre nuestro riesgo-país. Pero no es posible entender esos tuits, o la guerra comercial con China y hasta con sus socios más confiables, sin atender las cuestiones de política doméstica que la motivan.

Trump está siendo acosado por investigaciones de todo tipo en los EE.UU. Se sospecha de la interferencia de Rusia en la campaña de 2016, se sospecha (o algo más) de ocultamiento de información sobre la financiación de esa campaña, y hasta se sospecha de las declaraciones de ingresos del Presidente. Los motivos que alcanzaron para voltear a Nixon hace 45 años han sido probablemente menores a los atropellos que se sospechan de Trump. A priori, parecería que ha sido puesto contra la pared. ¿O no?

Los tiempos cambian, y las formas de la política también. Con una impresionante maquinaria de manipulación social, Trump ha dividido a la sociedad estadounidense en dos bandos: uno sólo puede ser un fanático pro-Trump o anti-Trump. El mismo Trump llegó a decir que podría “pararse en medio de la Quinta Avenida y dispararle a alguien, y aun así no perder votantes”. Las viejas categorías, republicano y demócrata, se van difuminando.

En esa grieta estadounidense, en la exacerbación de las diferencias, pelecha Trump. La mitad de la sociedad estadounidense se siente vejada por sus políticas y denuncia sus pillerías, en tanto que la otra mitad siente que las causas judiciales son inventadas por la prensa y por sus adversarios políticos. ¿Suena conocido? También estas prácticas hemos importado y nos influyen.

Quien piense que podemos vivir con lo nuestro nos destina a estar sumergidos durante mucho tiempo más

En 20 años, el PBI chino pasó de ser irrelevante a ser dos tercios del PBI de los EE.UU. Probablemente se igualen en poco más de una década. En China se gradúa cada año el doble de estudiantes universitarios que en los EE.UU., y casi el triple de ingenieros. Pensar que China es una máquina de copiar es mirar por el espejo retrovisor. Hoy China se encamina de manera decidida al liderazgo en innovación, y ya es líder en varios frentes (como en la tecnología 5G).

Envalentonado por el fanatismo de sus seguidores, y porque profundizar la grieta le resulta políticamente útil, Trump la emprendió contra China, una amenaza creíble para la hegemonía estadounidense (al menos, para la mitad que lo apoya), como antes lo fueron Rusia y el “eje del terror”. La gesta nacionalista es redituable para la imagen de Trump.

Argentina ha quedado, por ahora, al margen de las sanciones de Trump, y mantiene una relación amistosa con China. Pero no está exento de los efectos colaterales de las disputas.

No estamos solos. Tratándose Argentina de una economía pequeña, leves cambios en la asignación de recursos que el resto del mundo haga hacia nuestro país alteran de manera sustancial nuestras perspectivas económicas. Por extensión, nuestro futuro político. Muchas veces, los cambios no dependen siquiera de que hagamos algo bien o mal. Quizás los países emergentes se llamen así porque nunca acaban de emerger. Quien piense que podemos vivir con lo nuestro nos destina a estar sumergidos durante mucho tiempo más.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa