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Perro que ladra no muerde. Aunque a veces el ladrido lastime. No el cuerpo sino el alma. Sobre todo cuando esos ladridos pueden sonar a amenazas.

No es el caso de ese “Macri basura, vos sos la dictadura” o el “Macri gato”, el que en realidad suena más simpático. Porque hasta cierto punto llamarlo así lo hace más nuestro, si es cierto eso que el nuestro es un país de gatos.

Con lo que por mi parte no estoy de acuerdo es que, entre nosotros, por lo que me dicen y veo, hay quienes hablan de que había antes gatas que ahora se han convertido en “botineras”.

En realidad esa manera de tratarnos con ladridos, no debe asustarnos, porque no es nada más que una aguada imitación del lenguaje de las barras futboleras, de esas que escuché “nunca te dejan de alentar”. Aunque dicho sea de paso, se toman sus respiros, y entonces si la cosa está que arde, porque siguen ladrando en otro tono… mientras muerden.

Muerden de veras, ya que es una suerte que solo la ocurrencia quede en el celular robado o en el automóvil rayado. Porque ¿qué sucedería, pienso, si en una de esas se les ocurre a algunos de esos bravos, agarrarlo a uno y tirarlo afuera del estadio?

Lo mismo pasa con los dichos de ese dirigente político y social, jubilado él, con una billetera que parece de diputado, que ha conseguido que mucha gente se alborote asustada. Acaso ¿se lo imaginan ametrallando a nadie?

Lo que pasa es que cuesta conformarse que uno que pertenece a nuestra dirigencia, y que dice que es capaz de agarrarse a trompadas con quien se atreva a decirle barrabrava, y aunque no le diga nada también, con esa cara bonachona de chico ingenuo se le puedan ocurrir esas maldades.

No hay que dejarse llevar por las apariencias, ni por los dichos de gente que es mala. Ya que, como me dijo alguien que no es mi tío, para que llegar a esos extremos “sí, hay un 2019”.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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