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Reflexiones que provocan las palabras del Papa Francisco a los miembros de la Asociación de la Prensa extranjera en Italia

Comenzamos por transcribir sus conceptos medulares. Los consideramos así en cuanto dijo que:

• “A veces los medios de comunicación tienden a hacernos sentir siempre ‘espectadores’, como si el mal sólo afectara a otros, y ciertas cosas nunca nos podrían pasar”. En cambio, todos somos “actores” y, para bien o para mal, nuestro comportamiento influye en los demás”.

• “La comunicación (debe ser) verdaderamente un instrumento para construir, no para destruir; para encontrarnos, no para chocar; para dialogar, no para monologar; para orientar, no para desorientar; para comprender, no para in-comprender; para caminar en paz, no para sembrar odio; para dar voz a los que no la tienen; para dar voz, no para ser un megáfono a los que gritan más fuerte”.

• “La humildad ha sido considerada una virtud para la vida espiritual, sin embargo, puede ser un elemento fundamental de la profesión periodística. Incluso, algunos pueden pensar más en otras virtudes, como “profesionalidad, competencia, memoria histórica, curiosidad, capacidad de escribir, capacidad de investigar y de hacer las preguntas correctas, rapidez de síntesis, capacidad de hacer comprensible al público en general lo que sucede”, consignó la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA).

• “Los periodistas humildes no son mediocres, sino más bien conscientes de que a través de un artículo, un tweet, una televisión o una radio en directo se puede hacer el bien, pero también, si no se es cuidadoso y escrupuloso, el mal se hace a los demás y a veces a comunidades enteras”.

• “La información falsa puede extenderse hasta el punto de parecer auténtica. Por esta razón, los periodistas siempre deben considerar el poder de la herramienta a su disposición, y resistir la tentación de publicar noticias que no han sido suficientemente verificadas”.

• “En una época de demasiadas palabras hostiles, en la que decir cosas malas sobre los demás se ha convertido en un hábito para muchos, junto con el de clasificar a las personas, debemos recordar siempre que cada persona tiene su dignidad intangible, que nunca se le puede quitar. En un momento en que mucha gente está difundiendo noticias falsas, la humildad te impide vender el alimento dañado de la desinformación y te invita a ofrecer el buen pan de la verdad”.

• El periodista humilde es un periodista libre de condicionamientos. Libre de prejuicios, y por eso valiente. ¡La libertad requiere coraje!, enfatizó el Papa.

• “La libertad de prensa y de expresión es un indicador importante del estado de salud de un país. Necesitamos un periodismo libre, al servicio de lo verdadero, lo bueno, lo justo; un periodismo que ayude a construir la cultura del encuentro. Necesitamos periodistas que estén del lado de las víctimas, del lado de los perseguidos, del lado de los excluidos, de los descartados, de los discriminados”.

• “ (el periodismo debe ayudar)... a no olvidar las vidas que acaban de nacer, que se extinguen por el hambre, las penurias, la falta de cuidados, las guerras; las vidas de los niños soldados, las vidas de los niños violados. Ayúdennos a no olvidar a tantas mujeres y hombres perseguidos por su fe o su etnia, discriminados, víctimas de la violencia y de la trata de seres humanos. Decir lo bueno, dar esperanza”

• “El periodista humilde y libre trata de decir lo bueno, aunque más a menudo es el mal el que hace las noticias. Sigan contando esa parte de la realidad que gracias a Dios sigue siendo la más extendida: la realidad de los que no ceden a la indiferencia, de los que no huyen ante la injusticia, sino que construyen con paciencia y en silencio. Hay un océano sumergido de bien que merece ser conocido y que da fuerza a nuestra esperanza. Las mujeres están muy atentas en esta historia de la vida, y veo con placer que en su Asociación se reconoce plenamente la contribución de las mujeres”.

Mientras tanto se debe tener en cuenta, que al hablar de ese modo el Papa no habló en realidad tan solo a los periodistas, sino en realidad a todos, en cuanto entre nuestras cualidades no solo se cuenta la de ser “pensantes” –seres “racionales” amén de sociales, decían los máximos filósofos griegos, viendo de esa manera, que cuesta calificar de ingenua, a la botella llena cuando quizás su contenido no llega a la mitad- sino también el hecho que en cuanto “seres sociales”, somos seres que nos comunicamos usando la palabra oral y escrita como instrumento para hacerlo. Se trata entonces de que la “la comunicación” es una acción consubstancial con todos nosotros, y no de nosotros en cuanto periodistas.

De donde las palabras transcriptas nos atañen a todos, y es casi un deber, en cuanto hacen presente una necesidad - la que se vuelve doble en el mundo de hoy infectado de una complejidad que por ser global, resulta doblemente perversa, lo que nos obliga a leerlas con morosa paciencia tratando de bucear y absorberlas en todo su integridad, ya que no se trata de esa cháchara llena de palabras huecas a la que desgraciadamente estamos acostumbrados, y para colmo de males muchas veces le prestamos atención.

Pero lo liminar en esa exposición papal es cuando pide a los periodistas que “ofrezcan el buen pan de la verdad”. Un reclamo, que según acabamos de ver, nos atañe a todos. Con el agregado de que no solo debemos ofrecerlo sino que también es la clase de pan al que debemos tener el cuidado de elegir a la hora de comer. Considerando que, como contraste, existe el pan de la mentira, del que hay que cuidarse no solo de ofrecer –en un mundo en el cual del mismo existen oferentes a montones- sino de evitar comer.

Pero así como según creemos, si bien se puede distinguir entre la cizaña y el trigo, que siguiendo con la tonalidad de esta nota serían la imagen evangélica del pan malo y del buen pan que es la verdad, estamos convencidos de que no es al menos cuestionable la distinción entre réprobos y elegidos, porque en realidad todos en algún momento por lo menos hemos sido réprobos – ¿no fue acaso Pedro el que negó tres veces a su Maestro, antes de que cantara el gallo?- pero siempre, hasta el último día hay un denario –el de cada uno- que según una parábola nos está esperando.

Pero lo que debe quedar en claro -aunque a todos nos cuesta comprenderlo- es que el indigestados de mentira, no puede nunca llegar a ser sano, o tenerse por tal, mientras persista en la mentira y no reconozca que ha mentido de palabra, de cerebro y corazón. Porque el que se mantiene aferrado a la mentira, no reconociéndola en cuanto niega que la ha hecho suya y publicado a los demás, no ha salido de su situación de mentiroso, y continúa en ese estado, por lo que frente a él debemos precavernos.

Algo –lo que se acaba de enunciar- que puede sonar a sibilino, pero que realmente no lo es, sino que se debe a que en los actuales momentos no es posible hablar de otra manera, en medio de olas tormentosas a las que es nuestro deber no alimentar sino tratar de apaciguar, de manera que podamos llegar a otear el horizonte con toda claridad.

Mientras tanto, el que quiera entender puede entender…

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