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Me cuentan que las noticias más importantes del mundo no pasan, como se afirma, en una forma de esas que enojan a mi amigo Donald y hacen que se ponga a twittear o a berrear. O a hacer las dos cosas en simultáneo o casi, porque no es cosa de llorar y gritar mientras se teclea dale que dale en el aparatito. Así, días pasados un portal digital mencionaba en orden decreciente a la noticia que comentaba la radiación provocada en la planta de energía nuclear de Chernobyl en Ucrania, la que todavía hoy persiste a décadas de su explosión.

Ni tampoco entra en esa categoría de importante que Joaquín "El Chapo" Guzmán no puede salir al patio de la cárcel, ni usar tapones para los oídos, por lo que seguirá sin poder tomar sol ni siquiera a cuadritos, ni escuchar su música favorita con los auriculares puestos. Ni siquiera que a los 75 años de ocurrido el desembarco de Normandía por las tropas que llegaron desde Inglaterra para darle el golpe final a Hitler y que pudieron formar una cabecera de playa después de una carnicería, que entre los soldados que bajaban de las barcas produjeron muertos equivalentes a todos los habitantes de la ciudad de Concepción del Uruguay. Y encima nos venimos a enterar que Hitler dormía, aunque se ignora si lo hacía plácidamente o no, pero la cosa fue que nadie se animó a despertarlo.

Tampoco importa que durante 30 años un caradura genial se hizo pasar por un príncipe saudita y vivir no como un príncipe sino como un rey y desviar -esa es la palabra que está ahora de moda para hablar del chorreo y no del choreo, como se escucha cada vez más horriblemente decir-, desviar digo 8 millones de dólares, o sea apenas un cambio. O que Estados Unidos ha inventado una bomba de bolsillo más chica que el secarropa “poderoso el chiquitín”, que además de ser inteligente y sin estar en la cabeza de un misil puede recorrer una trayectoria de casi 100 kilómetros y que al estallar sus radiaciones matan a toda cosa viva que exista en un no precisamente pequeño radio de acción dejando en pie, sin que siquiera se cayera un cuadro o se rompa una taza, de manera de que todo quede casi preparado, retiro de los cadáveres mediante, para recibir a posibles huéspedes.

Porque se hace necesario distinguir entre noticia más leída y noticia más importante. Y las que me han contado de importante tienen poco y nada, por más que hayan aburridos que se entretengan leyéndolas. Aunque estoy seguro que tienen mucho menos lectores que un nuevo caso de poliamor entre gente de uno de las tantos grupos faranduleros a los que no se deja de prestar una pegajosa atención.

Para mí, la noticia que me parece más importante que he escuchado estos días, más que todo por lo premonitoria, es que en una ciudad de la India se sigue levantado, ya que se lo sigue haciendo sin saber hasta cuándo se seguirá dándole mayor estatura la montaña de basura más alta que se conoce, que ya tiene más de 67 metros y, como si se tratara de un campeonato, se dice que van por más.

De manera que de esa forma nos encontramos ante un consuelo, aunque triste consuelo al fin, para todos los que se quejan porque nadie hace nada para impedir que llegue el día en que termine el mundo entero tapado de basura.

Algo que suena a exagerado pero que si uno se pone a ver suena en realidad no tan traído de los pelos. Ya que mi tío sabelotodo, con su lengua que busca la sexta pata al gato, ya que no se conforma con nada me lo advirtió, sin la frontalidad que lo caracteriza, pero de cualquier forma el recibo lo acusé. Fue cuando me preguntó cuál iba a ser la obra por la que íbamos a ser distinguidos en el mundo entero dentro de mil años, los que ahora estamos aquí, y me puso el ejemplo de la Gran Muralla China, de las pirámides egipcias y del Partenón, y antes de que pudiera ponerme a pensar, me apuré a responder por mi cuenta diciendo: ¡¡¡basura, mucha basura, de todo tipo y calidad, desparramada por todas partes, y tapando todos los horizontes!!!
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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