Pero volvamos a lo nuestro, volviendo a insistir que el alcalde colonense ha apuntado a la otra cara de una misma cosa. La primera de las cuales el de producir la cantidad de agua correctamente tratada de manera que su ingesta resulte saludable y suficiente para todos los vecinos, sin olvidar que cuidando de no despilfarrarla no hay que olvidarse de atender al riego de plantas de todos los jardines y hacer posible contar con lo suficiente para mantener limpias las veredas. Cuestión que no sabemos en realidad si ya está o no salvada, en cuyo caso el problema no estaría en la potabilización sino en las cañerías. Cabría al respecto, ignorando realmente si se lo hace por justicia o benevolencia, señalar que sucesivas administraciones se han ocupado del tema con un esfuerzo que nunca ha sido suficiente, aunque el mismo no haya sido el indispensable para efectuar un abordaje integral de esos que, por unos años, permita que nos olvidemos del tema. Y a la hora de hacer referencias a las prioridades urbanas locales, ninguna duda puede caber que un eficiente servicio sanitario junto con agua limpia en el río y mucha arena en sus playas, a lo que debería agregarse el frescor gozoso de sus calles sombreadas, son la base indispensable para lograr todas las otra metas cuyo cumplimiento se acometan tanto en lo que hace a la calidad de vida, como a un desarrollo sustentable y sostenido. Pero todavía queda tiempo y espacio para plantearnos otras cuestiones. La primera tiene que ver con la descentralización administrativo y la autoadministración –en materia municipal no puede hablarse de “autogobierno”-, y preguntarse ¿hasta dónde existe la posibilidad de que el mismo sea efectivo, cuando las municipalidades no cuentan con los recursos públicos indispensables para llevar a cabo sus funciones? Existe aquí –indudablemente- un problema al que hay que atender y resolver. En tanto que otra cuestión que no dejaría de preocupar es el hecho que el gobierno provincial ha dejado de ser “el prestamista o el donante de recursos financieros de última instancia”, salvo que estemos ante la profundización de una situación institucionalmente preocupante, cual es que sea más frecuente la existencia de vínculos directos entre gobierno nacional y municipalidades, pasando por encima o esquivando al moverse por el costado al gobierno provincial.
Pero volvamos a lo nuestro, volviendo a insistir que el alcalde colonense ha apuntado a la otra cara de una misma cosa. La primera de las cuales el de producir la cantidad de agua correctamente tratada de manera que su ingesta resulte saludable y suficiente para todos los vecinos, sin olvidar que cuidando de no despilfarrarla no hay que olvidarse de atender al riego de plantas de todos los jardines y hacer posible contar con lo suficiente para mantener limpias las veredas. Cuestión que no sabemos en realidad si ya está o no salvada, en cuyo caso el problema no estaría en la potabilización sino en las cañerías. Cabría al respecto, ignorando realmente si se lo hace por justicia o benevolencia, señalar que sucesivas administraciones se han ocupado del tema con un esfuerzo que nunca ha sido suficiente, aunque el mismo no haya sido el indispensable para efectuar un abordaje integral de esos que, por unos años, permita que nos olvidemos del tema. Y a la hora de hacer referencias a las prioridades urbanas locales, ninguna duda puede caber que un eficiente servicio sanitario junto con agua limpia en el río y mucha arena en sus playas, a lo que debería agregarse el frescor gozoso de sus calles sombreadas, son la base indispensable para lograr todas las otra metas cuyo cumplimiento se acometan tanto en lo que hace a la calidad de vida, como a un desarrollo sustentable y sostenido. Pero todavía queda tiempo y espacio para plantearnos otras cuestiones. La primera tiene que ver con la descentralización administrativo y la autoadministración –en materia municipal no puede hablarse de “autogobierno”-, y preguntarse ¿hasta dónde existe la posibilidad de que el mismo sea efectivo, cuando las municipalidades no cuentan con los recursos públicos indispensables para llevar a cabo sus funciones? Existe aquí –indudablemente- un problema al que hay que atender y resolver. En tanto que otra cuestión que no dejaría de preocupar es el hecho que el gobierno provincial ha dejado de ser “el prestamista o el donante de recursos financieros de última instancia”, salvo que estemos ante la profundización de una situación institucionalmente preocupante, cual es que sea más frecuente la existencia de vínculos directos entre gobierno nacional y municipalidades, pasando por encima o esquivando al moverse por el costado al gobierno provincial.