Ni el optimismo respecto del cambio político en 2015 fue suficiente para que una operación mal diseñada tuviera éxito

Las reservas del Banco Central cerraban la semana por encima de los 30 mil millones de dólares gracias a la contabilización de un nuevo tramo del swap de monedas con China y a un préstamo del Banco de Francia. En los próximos días se sumarían cerca de 500 millones de dólares por la reciente adjudicación de espectro 4G.

A estas buenas nuevas se le sumaba la expectativa generada en torno a las operaciones financieras que anunciara el Ministro de Economía hace 10 dias. Pero, al cierre del viernes, se supo que las tres operaciones conjuntas resultaron un fracaso: apenas aportaron unos 100 millones de dólares adicionales a las reservas.

Estas operaciones incluían una oferta de recompra en efectivo por títulos Boden con vencimiento en octubre de 2015 (“Boden 15”), una oferta de canje del mismo Boden 15 por títulos Bonar con vencimiento en 2024 (“Bonar 24”) y, por último, una oferta de suscripción de nuevos Bonar 24 por hasta 3 mil millones de dólares.

La caída en el precio de todos los títulos de deuda de América Latina en general, y de Argentina en particular, hizo peligrar la operación durante la semana debido a sus fallas de diseño.

No es común que el precio de una transacción sea fijado una semana antes de hacerse efectiva. Pero el gobierno hizo eso: fijó el precio de suscripción del Bonar 2024 como si los vaivenes del mercado le fueran ajenos. Durante toda la semana el papel operó por debajo del valor fijado. Al final, el mercado financiero volvió a mostrarle al Ministro que si él pretende fijar precios por decreto, no conseguirá las cantidades deseadas.

La realidad es que la operación fracasó a pesar de que parecía tener sus virtudes, más allá de la falsa astucia del Ministro. En primer lugar, porque resultaba una oportunidad "única" para conseguir un bloque grande de deuda argentina. En segundo lugar, porque es muy difícil conseguir títulos de un emisor con la calidad crediticia argentina, dispuesto a convalidar una tasa de rendimiento de 9,75%, un costo de endeudamiento que sólo se explica por la histórica mala praxis del gobierno. Sin embargo, ni siquiera la perspectiva de cobrar 9,75% durante 10 años fue suficiente esta vez.

Las restantes transacciones también fueron diseñadas a precios desfavorables en comparación con los precios de mercado. Por ello, el incentivo para “regalar” bonos pagaderos en menos de 10 meses fue muy bajo. Apenas 377 millones de papeles aceptaron la oferta de canje de Boden 15 por Bonar 24, y 185 millones de Boden 15 fueron ofertados al precio de compra.Es decir, menos del 10% de la emisión del Boden 15 pudo ser retirada.

Desde antes de conocerse los resultados de las operaciones el mercado pareció descubrir que el gobierno sólo estaba interesado en la transacción que le procuraría dólares frescos: la emisión de Bonar 24. Ahora que el resultado es conocido, puede concluirse que no alcanzó ninguno de sus objetivos. No despejo más que en forma marginal el horizonte de vencimientos de corto plazo, y sumó apenas 100 millones de dólares a las reservas. Magro resultado para quienes decidieron resignar la bandera del “maldito” endeudamiento.

Esto vuelve a poner sobre el tapete la racionalidad de sostener un hermoso discurso que la cruda realidad se encarga de desafiar todo el tiempo. Con niveles de endeudamiento mayores a los de nuestro país y una cuenta corriente mucho más deficitaria que la argentina, Chile, México, Brasil, Colombia, Perú, Uruguay, Paraguay y Bolivia han colocado deuda al mismo plazo a tasas inferiores a 5%. ¿Dónde está el riesgo argentino, entonces? En la mala praxis de su gobierno. En un bono de 10 años, el potencial ahorro en intereses sería de unos 500 millones de dólares. Si vamos a endeudarnos, mejor hacerlo con habilidad.

Por impericia o por arrogancia, se desperdició la oportunidad de colocar un título por primera vez en un lustro, y así despejar todas las potenciales dudas que pudieran existir respecto del nivel de las reservas entre ahora y el fin del mandato presidencial.

No son pocos quienes en el resto del mundo (que es donde residen quienes podrían comprar 3 mi millones de dólares en papeles argentinos) piensan que hay una nueva oportunidad para Argentina. Una oportunidad que nace del cambio de administración en ciernes. Una oportunidad bienvenida, pero que trae consigo el sabor amargo por lo que podría pensarse que durante muchos años fue, y todavía hoy es, una oportunidad perdida.

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