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El primer paso ¿hacia… dónde?

La ministra de Seguridad de la Nación pasó, hace de esto poco tiempo atrás, por la localidad de Pedro Juan Caballero, cabecera del nordestino Departamento Amambay del Paraguay, con una importante comitiva. Fue en la ocasión el anfitrión el presidente del país Mario Abdo Benítez, acompañando a la ministra y también hubo de ser de la partida el ministro de Justicia y Seguridad brasileño, el renombrado exjuez Moro protagonista principal del escándalo de corrupción que, desatado en ese país, no dejó de salpicar medio mundo, y que no pudo hacerlo por motivos de agenda.

Por Rocinante

Obviamente se encontraban presentes componente de la Secretaría Nacional Antidrogas del Paraguay (SENAD) al igual que el personal de la Gendarmería de nuestro país y policías federales brasileños.

El pretexto del encuentro fue un operativo antidrogas a efectuarse en las inmediaciones de esa ciudad por el SENAD, que significaba la puesta en marcha de un tratado bilateral suscripto por nuestro país con el vecino, con el que se busca coordinar las acciones de los respectivos gobiernos en el combate contra el narcotráfico.
La crónica periodística destaca que como consecuencia del operativo los altos funcionarios nombrados realizaron una recorrida dentro de una plantación de marihuana de tres hectáreas mimetizada entre los montes bajos del paisaje tropical paraguayo. Terreno que cabe destacar, ya que es capaz de despertar suspicacias, ya que forma parte de una extensa propiedad de un acaudalado productor agropecuario y ganadero de la región
En el fundo visitado, según la misma crónica, se observaban así una planta tras otra, en líneas perfectamente delineadas, con sus raíces inyectadas a la esponjosa tierra bordó, plantadas por uno de los grupos de “marihuaneros”.

Por lo que se veía, del desarrollo de las herbáceas, en un mes y medio estarían en su punto óptimo para ser extraídas y, previo prensado, ser introducidas en el mercado ilegal del narcotráfico. Y como detalle anecdótico cabría agregar que la ministra Bullrich como gesto simbólico, y para sellar el camino que desean recorrer juntos ambos países, tomó un machete y, con un golpe del filo, cortó una de las plantas de cannabis, la levantó como un trofeo y sonrió junto con Benítez, que la miraba también sonriente, saboreando un tereré...

A la vez, se remarca en la crónica que estoy refiriendo, que en medio de los paisajes selváticos que rodean esa ciudad, se esconden -es la “mimetización” a la que antes se hizo referencia- enormes plantaciones de marihuana. Las cuidan los llamados “marihuaneros”, el primer “escalafón” de un negocio ilegal que termina con el cannabis prensado, listo para la venta al narcomenudeo y comercializado de a pocos gramos en cualquier barrio de la región.

En el Ministerio Público Fiscal paraguayo sostienen que de este tipo de operativos, como el que tuvo ayer la participación de la ministra Bullrich, se realizan unos seis al año, o sea uno cada dos meses (¡¡!!). En general no apresan a los “marihuaneros” porque el Senado llega a la zona en helicópteros y con muchos efectivos, lo que alerta a los cultivadores, que se escapan (¡¡!!)
Pedro Juan Caballero y el departamento Ambay dek: un problema que trasciende
lo nacional, para volverse del Mercosur
En las páginas de este medio, se ha insistido de manera reiterada acerca de la naturaleza y el alcance de ese problema. Se ha venido a expresar que parece más razonable que en lugar de tener diversas fuerzas de seguridad a lo largo del territorio nacional pescando cargamentos camuflados de marihuana, o tratando de impedir el paso por nuestra manera, no sería más práctico acabar con la hierba en el lugar donde se produce. Es que actuar de otra manera da la impresión de algo parecido, cual es el intento de acabar con las hormigas, sin destruir el hormiguero.

De allí que el tratado firmado por el gobierno de nuestro país nos parece no solo importante, sino como un primer paso. La cuestión es, cómo lo señalaba, hacia donde lleva ese primer paso.

Porque puede ser como el inicio de una lucha persistente y eficaz, con la colaboración coordinada y en el lugar, de agentes especializados de los tres países involucrados, o quedar esto en menos que la demostración de buenas intenciones, limitándonos a excursiones como las descriptas y sucesivas reuniones.

Mis temores, que espero sean infundados, son que el intento fracase, en el caso que el empeño de nuestro gobierno se muestre como contundente.

Es que el resumen más arriba efectuado de la crónica indicada me da pie para efectuar inferencias (que pueden resultar equivocadas por la escasa información complementaria con la que cuento) de que estamos ante una especie de montaje, cuya autoría no estoy en condiciones de establecer, dado lo cual a ese respecto habría que descartar a las máximas autoridades paraguayas.

Es que todo me lleva a temer la presentación de un entorno camaleónico mimetizado para que, quien se acerca a observar vea lo que esperaba a ver. Es que se hace difícil creer que el acaudalo propietario no supiera nada de las tres hectáreas plantadas con marihuana en su propio campo; que esas plantaciones resultarían de más fácil detección con un control de superficie permanente, en lugar de venir cada dos meses en helicópteros que da la impresión de que con su ruido más que espantar a los marihuaneros los ponen sobre aviso.
Un análisis sobre el tráfico de drogas en Pedro Juan Caballero
Esos temores se volvieron más fuertes después de la lectura de un informe que lleva el título de este apartado publicado en la revista RELIGACION. VOL 3 Nº 9, marzo 2018, pp. 202-215, del que son autores dos calificados investigadores sociales, uno de ellos doctorado en la Universidad de Misiones y el otro en la de Salamanca, y del que a continuación se recogen algunos extractos.

Ese análisis lo resumen los propios autores señalando que la piratería, el contrabando y la producción de marihuana en Paraguay, marcaron su actividad dentro de lo ilícito. Uno de los casos más extremos sucede en la ciudad de Pedro Juan Caballero, fronteriza con Ponta Porã, Brasil. En esa localidad se impuso como un claro ejemplo de coexistencia de la racionalidad legal, las reglas neo-patrimonialistas y la rivalidad entre grupos internacionales del narcotráfico. Lejos de tratarse de un problema de ausencia de Estado, la expansión del tráfico de drogas estuvo enmarcada en un tipo de orden clandestino, propiciado desde la legalidad –políticos, policías, funcionarios públicos -, que produjo roles y normas de convivencia social.

“Pedro Juan Caballero”, con 80.000 habitantes, es el núcleo urbano más importante en los 400 km de frontera entre Paraguay y el estado brasilero de Matto Grosso. La importancia de efectuar un análisis sobre ese lugar se explica en: a) los altos índices de homicidios que consta, 71,65 personas por cada 100.000, siendo el promedio americano de 15,6; b) su situación geográfica en el centro del continente y fácil transitabilidad por ausencia de ríos y puestos de control; y c) la violencia creciente por el dinamismo de lo ilegal, que incluye constantes escenas de terror, chantaje y sicariato.

De hecho, en junio de 2016, Pedro Juan Caballero se volvió notoria a nivel internacional debido al homicidio de Jorge Rafaat, traficante de estupefacientes, quien supo afianzar su propia organización delictiva desde la ciudad vecina de Ponta Porã, Brasil. “El Rey del Tráfico”, como también era conocido, circulaba por la capital departamental en su camioneta militar blindada, marca Hummer, junto a una comitiva de 30 guardaespaldas Tiempo siguiente, la misma fue emboscada por cien sicarios que emitieron más de 400 disparos con armas de grueso calibre, utilizando una ametralladora antiaérea, artefacto de guerra que solo podría ser manejado por personas con entrenamiento táctico-militar.

Reportes oficiales sitúan a la región como el foco a nivel nacional de la producción, el procesamiento y la distribución de marihuana. En el 2016, Paraguay suministró el 9% del total mundial de Cannabis sativa, ese porcentaje equivaldría a 15.000 hectáreas cultivadas, de las cuales, el territorio analizado tendría unas 7.000 hectáreas de plantación, con un valor de ganancia estimado en 709,5 millones de dólares, sin lugar a dudas, se volvieron factores clave que marcaron el interés narco por esta zona.

A su vez ese auge de la marihuana de Pedro Juan Caballero se ve potencializado por; a) inexistente, ineficiente o débil figura estatal –y sus respectivas fuerzas de acción– que motivó áreas liberadas al quehacer narcotraficante); b) una situación geográfica de frontera propicia a actividades ilegales, pues no existe ningún puesto de control policial o aduanero entre ambos países c) tierras fértiles favorables para la siembra de la) y; d) arrendamiento a muy bajo costo de parcelas rurales de agricultores de escasos recursos.

Pero lo que es fundamental es que esa actividad ilegal no hubiera sido posible sin la complicidad por parte del sector legal –policías, políticos, autoridades nacionales y locales– que crearon nichos de impunidad y tolerancia para la reproducción de estas prácticas delictivas, y por la connivencia difícil de caracterizar en cuanto a su naturaleza y grado del resto de la población.
Un estado híbrido como consecuencia de estar imbricado con la presencia de una estructura ilegal piramidal y jerárquica
En una de las entrevistas incluidas en el informe que nos ocupa se da la existencia en esa ciudad de una estructura ilegal piramidal y jerárquica que envuelve (envuelve y no engloba) a toda lo sociedad.

Es a como se indica que en la parte inferior de esa estructura están los campesinos, no actúan solos y forman las cooperativas de marihuana, toda una comunidad de niños, mujeres y adultos que viven en función del cultivo. Luego la policía, los que más trabajan y los más interesados, su labor es dar protección a los campesinos, hacer pasar los cargamentos y ejecutar a los que no cumplieron. En el medio los narcos, controlando a los de abajo y siendo extorsionados por los jueces y políticos. Después aparecen los jueces y defensores, de desempeño vital ya que liberan las órdenes de captura y decomiso de cargamento, tienen un protocolo para dejar impunes a los narcos, uno legal que se basa en dejar pasar el tiempo judicial para que la causa se archive. Por último los políticos, ellos son los que mayor control ejercen, están arriba, ganan tanta plata como los narcos, cobran de ellos y también de lo recaudado por los policías y jueces.

De donde terminan los autores del trabajo, concluyendo que el caso de Pedro Juan Caballero sirve para mostrar la existencia de un orden híbrido en el que se legitiman prácticas, pautas de comportamiento y valores sociales que en otros contextos, donde impere el Estado de derecho, serían condenadas y perseguidas. La violencia (es decir la estructura piramidal y jerárquica ilegal) y el desarrollo institucional cambian y a la vez cobran sentido, en un marco normativo en el que legalidades e ilegalidades cumplen la función de ordenar la convivencia, implantar una ética particular, y generar recursos para cumplir con las expectativas sociales.

Esto significa que no se trata de un sistema de oposición al Estado de derecho, sino de la búsqueda de su materialización efectiva que, siendo imposible seguir la premisa de la legalidad como imperativo categórico, estipula y legitima otros medios efectivos que se alejan de lo constitucional-legal.

O sea, diría, el ser de una manera y mostrase al mismo tiempo de otra llevado al paroxismo.

El Estado, que la literatura históricamente ha presentado con valores, intereses y prácticas opuestas a lo criminal, cobra un papel fundamental para la estabilidad del orden híbrido, sea a partir de proteger la permanencia de los mercados ilegales, a partir de crear obstáculos institucionales para la efectiva materialización del Estado de derecho, o activando el brazo de la ley para imponer sanciones jurídicas a aquellos actores que amenacen la estructura de convivencia. Paraguay, un país que en gran medida ha pasado desapercibido para los estudios sobre la criminalidad internacional, es una fuente importante de información para entender cómo lo que para el sentido común hegemónico puede ser horrendo, cruel y condenable, es significado de maneras opuestas ante la certera práctica de su eficiencia como estructurador de convivencias y expectativas.


Considero que lo referido queda bien claro que los bueyes y Patricia Bullrich tienen que lidiar más que arar.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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