Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Cabría afirmar que nuestras incertidumbres en el día a día, no hacen otra cosa que reforzar la necesidad de la búsqueda de certidumbres en el futuro. Es así como algunos se aferran a la lectura de libros con una seguidilla de horóscopos, que marcan una particular hoja de ruta para cada año. Algo que es ciertamente un atavismo de tiempos lejanos en los que se apelaba al estudio de las vísceras de un animal sacrificado especialmente para pretender establecer el resultado de una inminente campaña. Una manera sangrienta de apelar a un recurso que hubiera podido ser reemplazado de una manera más simple e igualmente ineficaz apelando, estar a quien se supone está dotado de poderes especiales para leer el futuro en las hojas del té del fondo de una taza, cuando no el pozo de un pocillo de café, o en cartas que algún imaginativo va colocando sobre una mesa para leerlas.

Toda esta larga perorata, nos lleva a que a la hora de pretender adueñarnos del futuro, a la necesidad de distinguir entre los “vaticinios”, de los que son ejemplos las acciones referidas, y los “pronósticos”. Ya que los vaticinios, según nos enseña el diccionario, son las acciones de anunciar un hecho futuro a partir de ciertos indicios o por simple intuición, mientras que por pronóstico se entiende la predicción de la evolución de un proceso o de un hecho futuro a partir de criterios lógicos o científicos. Dicho de otro modo el vaticinio es por lo general pura cháchara, mientras a medida que se ha avanzado en el cultivo de la lógica en conjunción con la ciencia aplicada, son cada vez más certeros los pronósticos. Una circunstancia que queda corroborada por aquellos que nos dicen con cada vez mayor grado de certeza del futuro estado del tiempo, por periodos calendarios cada vez más extensos.

Algo que nos lleva a ingresar en el foco de nuestro tema que está referido a informaciones de diversas fuentes acerca de la manera que en nuestra salud incidirán el clima, los grupos antivacunas y las bacterias resistentes.

Advirtiendo que en realidad se trata de situaciones actualmente existentes; con la única diferencia que se constituye una amenaza actual que se puede volver explosiva a medida que nos adentramos en el futuro.

Es así como viene al caso, en primer lugar, traer a colación los dichos de una especialista en el transcurso de una conferencia reciente celebrada en Ginebra en la que se la escuchó relatar que de su devoción casi religiosa por los antibióticos, destacando que han “estado en mi vida desde pequeña, hasta crecí en una calle que se llama Doctor Fleming". De allí su conmoción, también por ella expuesta cuando, en ocasión de una visita a un campo de refugiados en Guatemala, se topó con un cartel de promoción de ese antibiótico, señalando que “compra un blíster y te regalamos otro” rezaba el anuncio.

Es que veía en ese cartel de contenido en apariencia inocente, una demostración de que la sobre explotación de uno de los mayores descubrimientos científicos de la historia de la humanidad está creando bacterias que aprenden a luchar contra los medicamentos y se convierten en amenazas tan resistentes que nada puede detenerlas.

Circunstancia que la llevó a señalar que “la resistencia a los antibióticos mata cada año solo en Europa a 33.000 personas; en todo el mundo, acaba con la vida de 700.000, dado lo cual muchos expertos temen que entremos en la era post antibiótica. Como consecuencia de lo cual se estima que para el año 2050, las muertes por esa causa serán de 10.000.000 personas anuales. Es allí donde se hace presente otro dato alarmante: las farmacéuticas están haciendo lo suficiente, porque la realidad es que llevan 30 años sin producir un medicamento”…

Pero las cosas siempre pueden ser peores todavía, y es así como se señala que “a las personas que no superarán una infección por la falta de efectividad de algunas medicinas, habrá que sumar las que mueren por enfermedades que estaban casi erradicadas. El aumento de casos de sarampión en varios países, entre ellos cuatro europeos, es un tema que preocupa tanto que la OMS incluyó la reticencia a las vacunas como una de las amenazas a la salud actuales”.

La situación actual es consecuencia, según se lo señala, porque una parte de la sociedad se ha relajado ante determinadas enfermedades que creíamos olvidadas y un segmento de ella directamente se opone a la inmunización sobre la base de mentiras sobre supuestos efectos secundarios negativos de la misma.

La contra cara de lo cual la tenemos en regiones del mundo que ya sea por su incomunicación, su grado de pobreza, o por tener que vivir bajo gobiernos que no merecen, nos encontramos con el hecho que sus poblaciones están imposibilitadas de lograr vacunarse.

En tanto la vida humana enfrenta ante el cambio climático, uno de sus mayores desafíos, ya que sus efectos se los ve presentes en numerosas situaciones que tienen que ver con la salud humana. Es así como se hace referencia a los traumatismos que causan los desastres naturales, en cómo afecta a la salud mental tener que abandonar un hogar porque hay sequía y ya no tienes qué cultivar, en que crece el número de diarreas y dolencias infecciosas provocadas por el agua en malas condiciones. A lo que al momento de ejemplificar se añade la incidencia que tiene la contaminación en las ciudades con el aumento de partos prematuros, ansiedad y alergias.

Después de lo cual, es muy importante que volvamos al principio, y a nuestra distinción entre el vaticinio y el pronóstico. Ya que el vaticinio habla de lo ineluctable, ya que parte de la base de “no poder torcer las fuerzas del Destino”. Mientras que el pronóstico, cabe considerarse desde una perspectiva al menos como una señal de advertencia, que nos dice precisamente lo contrario del vaticinio, ya que sus conclusiones son modificables. Atenuándolas o evitándolas, con nuestro esfuerzo humano.

Y al respecto siempre se hace necesario hacer referencia a la manera con la que se pudo exitosamente erradicar irreversiblemente el peligro cierto y devastador que significaba la poliomielitis. Y contra el cual, como en relación a amenazas similares, no es cuestión de bajar la guardia.

Enviá tu comentario