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Hemos finalizado el año 2022, de un modo u otro realizamos un balance de lo acontecido en esos doce meses que ya forman parte del pasado, lo hacemos en relación con nuestra vida y quienes tienen la responsabilidad de liderar organizaciones de cualquier tipo también hacen un balance de las decisiones que han tomado y de los resultados obtenidos.

Las conclusiones y los aprendizajes pertenecerán a cada individuo y a cada organización, sin embargo, esos mismos aprendizajes y conclusiones son las bases para la planificación del año que se inicia, de definición de objetivos y de resultados deseados.

El propietario de una importante empresa mediana en Argentina me compartía lo difícil que le resultaba planificar el año 2023. - Estoy obligado a planificar cada día, no sé cuándo voy a disponer de productos, los insumos importados tienen demoras sin fecha cierta de disponibilidad, mis proveedores sufren la misma situación, mis clientes tampoco me pueden asegurar continuidad en la demanda de mis productos y servicios, planifico día a día con la esperanza o ilusión de que solo sea un tiempo limitado. Seguiré buscando las oportunidades.

Antes de finalizar el año 2022 le pregunte al director de otra empresa ubicada en la provincia de Entre Ríos como imaginaba o había planificado el 2023 a lo cual me respondió con una sonrisa:
“Mal pero acostumbrado”

Los motivos no eran distintos a los del primer ejemplo, “no sé cuándo podré disponer de insumos y de productos de terceros, mucho menos armar un plan de negocios con valores estimados y de lo que nos queda en stock no tengo precios”, así que seguimos remando como podemos, como en el dulce de leche…, igualmente si hacemos las cosas correctamente tendremos oportunidades.

En ambos casos sentí una gran admiración y respeto por la actitud positiva que me transmitieron, tener un pensamiento positivo y constructivo diferencia a los líderes eficaces de los ineficaces.

Los líderes eficaces no solo se limitan a solucionar problemas, de por si una responsabilidad irrenunciable, sino que además no dejan de buscar aun en los peores escenarios nuevas oportunidades, no confunden que haber encontrado la solución a un problema se interprete como una oportunidad, reconocen a los problemas como tales, son realistas, no los evitan ni se excusan o culpan a terceros, simplemente los enfrentan.

En cuanto a la búsqueda de oportunidades encuentran las motivaciones en su interior, no esperan que alguien los motive.

Sin dudas mantener una actitud positiva y constructiva favorece el ámbito laboral y consecuentemente el desempeño individual y colectivo, pero requieren de un gran esfuerzo individual, de entrenamiento y perseverancia. No hay una receta única, cada uno de nosotros deberá practicar el medio por el cual ante una situación compleja, problemática o frustrante optan por el vaso medio lleno, con la aceptación de la realidad que enfrenta, pero con el convencimiento de que habrá soluciones y oportunidades.

Algunos canalizan el stress o la frustración a través de la meditación, otros de actividades deportivas o de ayuda de profesionales especializados en la temática del pensamiento positivo.

La evolución humana nos ha programado para dar más atención a lo negativo o al pesimismo, para protegernos de los peligros, para sobrevivir a las condiciones de la naturaleza en sus orígenes, pero también es cierto que si no hubiese habido individuos con actitudes optimistas no hubiésemos tenido el desarrollo que la humanidad alcanzó. Los descubrimientos como la rueda o más tarde la máquina a vapor desde los inicios se generaron gracias a aquellos que pensaban de modo constructivo y positivo.

El psicólogo Richard Boyatzis de la Universidad de Harvard asevera que, si el individuo ante una determinada situación se enfoca en lo que puede salir mal, en sus falencias, en sus carencias y en el miedo, se activa el sistema nervioso simpático, asociado con la amenaza que lo mantiene a la defensiva. En cambio, cuando se actúa desde la positividad se despierta el sistema nervioso parasimpático, que alienta la capacidad para crear, imaginar e inspirar.

Cuando se experimentan emociones negativas como el miedo, temor, angustia, ansiedad se reducen las alternativas de respuestas, se limitan a huir o evitar el peligro percibido. Si bien las emociones negativas contribuyen a nuestra seguridad y supervivencia las emociones positivas contribuyen primordialmente a nuestra capacidad de resiliencia.

Pensamiento – Sentimiento – Comportamiento; se integran en nuestro modo de actuar Cómo pensamos, así sentimos y así nos comportamos.

“La calidad de nuestros pensamientos determinan la calidad de nuestras vidas”

Quienes se sienten responsables, seguros y confían en sus capacidades transmiten a sus dirigidos los mismos sentimientos.

Establecer buenas relaciones con los demás, comprometerse e involucrarse con lo que se hace, darle sentido, tener propósitos, utilizar plenamente las capacidades personales, mantener el buen humor, ser agradecido, evitar el rencor nos hará sentir mejor como líderes.

Reitero mi admiración y respeto a todos los empresarios, emprendedores y responsables de organizaciones que a pesar de las tristes circunstancias por las que atraviesa La Argentina sostienen un pensamiento positivo y constructivo.

Nos obligan a no perder el deber de la esperanza, Como alguna vez lo expresó Jorge Luis Borges a un presidente argentino.

Hugo Mayer
Enero 2023
Fuente: El Entre Ríos

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