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Más de una vez, nos hemos referido a una de los repetidos e ingeniosos apotegmas del Perón joven. No hay que olvidar, advertía, que cuando se cree ver a los compañeros pelearse con uñas y dientes entre sí –algo que no dejaba de ser frecuente-, quienes así lo suponen se equivocan, por no caer en la cuenta que, en realidad, “se estaban reproduciendo”, tal cual sucede en el caso de los gatos. Algo que en muchas ocasiones fue cierto, pero también que partir de esa base lo llevó otras veces a “errar el diagnóstico”.

Esto último podría haber sucedido cuando Perón el viejo, abrió las puertas del “movimiento” al “entrismo montonero”.

Aunque por nuestra parte interpretamos –aunque admitimos poder estar equivocados- que en este caso no hubo nada que tuviera siquiera un lejano parecido con una “inseminación serial” combativa, sino que da la impresión que se asistió a una especie de juego. Ya que se trataba de maniobras estratégicas, en que se lo veía a Perón utilizando a las “formaciones especiales” –la “juventud maravillosa” de la que hablaba el presidente “títere” Héctor Cámpora -considerando que entre otros a nuestra sociedad le tocó sufrir este tipo de “primeros mandatarios”- y a esas mismas formaciones especiales montoneras se las veía metiéndose dentro del peronismo, con el objeto de utilizar al anciano conductor como “mascarón de proa”.

Algo que no debe extrañar, si se tiene en cuenta que actualmente se ve a la “cría montonera” o sea su ambigua descendencia, persistir en esa misma estrategia, con la única diferencia que han dejado a un lado su convicción de “revolucionarios socialistas”, para aparecer como enamorados de la “democracia plebiscitaria” –eso que los mal hablados califican de “populismo”- mientras aparentemente a muchos de ellos se los ve hipnotizados con los “cargos” y lo que ellos conllevan, más que por otra cosa.

En tanto nos encontramos con un hecho nuevo, cual es que en “el amplísimo frente del movimiento”, pareciera asistirse más que a aparentes peleas con intenciones procreativas, a una alarmante confusión en la que todos los gatos se muestran como pardos.

Una cuestión que debe preocuparnos a todos, ya que hace a la salud y al futuro de nuestra sociedad la existencia de un peronismo sólido y unido reconstruido no ya sobre bases “racionales”, sino que se muestre razonable y con una identificación plena con la república democrática.

Y bien sabemos que de la confusión no puede salir nada bueno, como sucede con el río revuelto, ya que no representa un ámbito adecuado para un embarazo normal ni un feliz alumbramiento.

Una prueba de esa confusión reinante en las filas nada alineadas del movimiento justicialista, la tenemos en el hecho que cuando más se habla de unidad, al mismo tiempo crece el número de capillas, quintas y quintitas, grupos con nuevos nombres, y viejos dirigentes propios y extraños que van y vienen, saltan y vuelven a saltar, diciendo y desdiciéndose en lo que se muestra como una calesita fantasmal.

Así ¿dónde está hoy Massa? ¿Qué pito toca Moyano y en qué casillero busca prenderse? ¿Felipe Solá sigue derrapando? Si hasta Margarita Stolbizer dice de su intención, por ahora con posibilidades remotas, de participar en una eventual PASO, vaya a saber dentro de qué “lema” peronista. Y ahora resulta que hasta Victoria Donda se ha bajado de Libres del Sur, acercándose a Unidad Ciudadana…

¿Y Urribarri? Se lo ve con Unión Ciudadana –la marca interprovincial de Cristina Kirchner-; tiene una pata allí y otra en el “viejo y desgajado tronco” partidario, e inclusive estaría por convertirse en cuadrúpedo, ya que se afirma ha tendido sus hilos con “Unidad de Bases”, nueva formación a la que nos referiremos, si a ese trípode, algo que no sería extraño, le agrega una cuarta pata.

Existe un viejo dicho que alude al hecho obvio que “no se puede tocar la campana y estar al mismo tiempo en la procesión”. Pero todo hace suponer que al mismo tiempo daría la impresión que dicha sentencia no se aplica dentro de la ancha avenida del justicialismo, donde parece ser posible una infinita y simultánea ubicuidad.

Y ahora llega la hora de hacer referencia a la “Unidad de Bases”, que se presenta como un nuevo partido que será lanzado en un acto público a realizarse en Paraná con la participación de Máximo Kirchner, en una fecha inexplicablemente fijada, aunque nada más lo fuera por cuestiones de agenda, para el próximo 2 de noviembre o sea el día dedicado a la conmemoración de los difuntos, vulgarmente conocido como el “día de los muertos”…

Y la “Unidad de Bases” ¿es lo mismo que “Unión ciudadana”? O son dos cosas distantes entre sí, de las que está por verse si sirven para sumar, o si terminan restando.

Lo que se sabe, en cuanto así lo aclaran sus fundadores, es que “del partido en formación participa el amplio espectro del Movimiento Nacional Peronista,” y que deja bien en claro –algo que no es más que una manera de decir- que se sumará a la convocatoria del Instituto Patria en cuanto a la logística electoral que usará el proyecto nacional de cara a las elecciones nacionales 2019, y en consecuencia para la organización del lanzamiento de Unidad Ciudadana Entre Ríos.

O sea que da la impresión, que seguramente es equivocada para los que no son “peronólogos”, ya que de lo que se trata es de primero separarse –para lo cual se crea la Unidad de Bases- para luego terminar reuniéndose, para lo que serviría, a su vez la Unidad Ciudadana, en el caso que llegue a funcionar como una “gran aspiradora” tal como se aspira, valga la redundancia.

A la que se supone, por la conflictividad que provoca, la ex presidenta y orientadora del Instituto Patria no es precisamente una prenda de unión del peronismo, aunque ello no necesariamente quita que al final la mayoría de los peronistas terminen “arriados” por ella. Algo que no debería extrañarnos, dado que nadie puede decir no solo que de esta agua no he de beber, sino tampoco afirmar que nunca se tragó un sapo.