Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Bordet, entregando una ambulancia
Bordet, entregando una ambulancia
Bordet, entregando una ambulancia
Siempre hemos destacado la importancia que tiene en el marco de la acción gubernamental, lo que de una manera que puede parecer exagerada, pero que de cualquier manera viene a darle el valor que tiene, seguimos designando como “micro realizaciones”. Se trata en todos los casos de acciones públicas que tienen, la mayoría de las veces, un costo mínimo, cuando no insignificante –aunque no siempre es así- considerando, si lo comparamos con el monto total de los gastos, ya de las administraciones municipales, ya del gobierno provincial.

A esa característica se agrega el hecho que estas micro-realizaciones, por tratarse precisamente de una “realización” y no de una mera promesa o de un hecho que no es tal, resulta ser que “no” nos encontramos ante un acto exclusivamente destinado a la promoción de la figura de algún funcionario público, incluyendo los legislativos. Ello así, ya que se trata de una actuación de esas que no se traducen en obras o meras decisiones que sirven para mejorar la “calidad de vida de la gente”.

Siempre recordamos, por no tratase de uno de estos últimos casos, sino de los primeros, uno resulta ser, por ejemplo, “vacuo acto de promoción personal”, formalmente celebrado en una escuela rural, y al que se le dio amplia publicidad, el que solo tenía por objeto documentar la entrega por parte de un legislador nacional, de un subsidio de lo que hoy sería una suma aproximada a los cinco mil pesos; es decir, un monto que no justificaba esa bambolla. En cambio, tendría el carácter de una micro realización, aunque parezca mínima hasta la insignificancia, que a quien le compete se lo vea acometer la “difícil tarea” de eliminar un pozo, al que se lo ha visto sobrevivir por años al momento de intentar ingresar a Concepción del Uruguay transitando hacia el sur por la autovía, al que nos referimos hace poco.

Se dirá que se trata de “nada más que un bache profundo”. Pero no hay que pasar por alto el hecho que es uno de esos tantos que, por tener que eludirlos en forma cotidiana y aún varias veces al día, hasta cierto punto al menos, “le arruinan la vida” a quienes transitan por el lugar. Como ocurre con tantas otras micro realizaciones, cual es la de encontrar la manera que los enfermos, que concurren a un hospital público, no tengan que esperar desde las cinco de la mañana, para que a las diez, lo atienda un médico que ha llegado al lugar a eso de las nueve.

Ni hablar del “no hacer nada” para evitar que las colas de personas que pacientemente esperan para poder pasar por un cajero bancario, maltratados a la intemperie por las inclemencias del tiempo, puedan hacerlo en mínimas condiciones de confort.

En el otro extremo de las micro realizaciones, que por lo mismo que tienen una abismal diferencia con insignificancias como las mencionadas, las encontramos en el hecho de ver a nuestro Gobernador, en los últimos tiempos, al visitar una localidad de las tantas que existen en nuestra geografía, llegar poco menos que “manejando una ambulancia”, destinada a quedarse en el lugar de la visita, para ser utilizada cuando él se vaya. La única explicación de ese marchar distribuyendo ambulancias, es que no somos un país normal, con gobiernos normales. Algo que hace explicable que un simple trámite de carácter administrativo, cual es la entrega de un vehículo de esas características, se lo vea convertido en un acto sobreactuado y por lo mismo sobrevalorado.

Sin ser una situación del mismo tenor, no podemos dejar de referirnos al hecho de ver cómo al gobierno provincial hacerse cargo del consolidado –con asfalto u otro material- de un número variable de cuadras de las calles de una ciudad; o en casos extremos que significan un “esfuerzo compartido” –en realidad, una exhibición de “rascado del fondo de la olla”- ver la realización de ese tipo de obras afrontado su costo por partes iguales, el gobierno provincial y la administración municipal de la localidad. Todo ello, cuando nos encontramos ante una obra cuya realización debe ser realizada por la municipalidad de la localidad, con recursos propios. Los que se obtienen por la aplicación de una “contribución por mejoras” a los frentistas, de manera que el costo de la obra sea, en todo o en parte, resultado de la recaudación del monto de las mismas. Y si el monto de lo recaudado en ese concepto, atendiendo a la capacidad contributiva de los frentistas, no se puede solventar nada más que parcialmente con ellos, o si éstos carecen de recursos con los que afrontar el pago de su contribución, la administración municipal pueda hacerlo con los suyos, total o parcialmente.

Es que, de no ser así, la “autonomía municipal” queda menoscabada, ya que no cuenta con los recursos necesarios para el cumplimiento de sus funciones. En lo que es un signo de que “algo anda mal”, ya sea en materia de coparticipación de recursos provinciales, o en que la administración municipal da cuenta de una aplicación incorrecta de los que ella recauda por sí misma, algo que exigiría el indispensable reordenamiento.
Mientras tanto, todo queda oculto detrás de la alharaca, mucha alharaca...
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario