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Sabía de una historia que pasaba por ser graciosa. Que tenía como protagonista a un padre que relataba sorprendido como su hijo tenía seis y no cinco dedos en cada mano, y a la vez encontraba como curioso y digno de mención el hecho que lo mismo ocurría para su sorpresa, con un vecino que vivía en una casa de la vereda de enfrente.

Por mi parte nunca pude tener una duda de este tipo, ya que nací y sigo hasta ahora con mis veinte dedos correctamente ubicados. Y que todo iba bien hasta que me topé con un “espacio de publicidad” -ese es el nombre que se les da a las noticias que en realidad no lo son, sino que son avisos disfrazados- en el que se hablaba del “pie griego”, y de los cuidados que exige, sobre todo al momento de elegir calzado.

Es que al parecer existen distintas clases de pies, según la manera que ellos se ordenan desde el “dedo gordo” inicial al quinto pequeñín. Y el “pie griego” es el que se hace presente cuando el segundo dedo de la fila es más largo que el primero. Pie que, tal como lo sugiere su nombre, sería el más aristocrático, por llamarlo de alguna manera, ya que solo se lo encuentra en menos de la sexta parte de las personas.

Para mí es un consuelo, ya que los griegos nunca me gustaron demasiado, a diferencia de los egipcios, porque es firme mi pensamiento que es en ellos y no en los griegos donde se encuentra la cuna de eso que llamamos civilización, dado que los míos son pies... “egipcios”. Como lo son los de casi la mitad del mundo, y que muestra como Dios mandó alineados los dedos desde el gordo al último de mayor a menor.

Me han hablado de la existencia de otro tipo de dedo, al que se designaría como “pie teutón”, en el que los tres primeros dedos estarían alineados a una misma altura, y los dos últimos a una altura menor. Más como no he visto ningún caso, se me ocurre que es parte de un cuento alemán.

La pregunta que queda flotando en el aire, es cuál es el tipo de pie de los jugadores de la selección nacional. Porque vaya a saber con qué sorpresa nos encontraríamos, después de la desagradable del último lunes.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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