“El cerebro es plástico. Las personas evolucionamos, deseamos cambiar, crecer interiormente, y estamos capacitadas para ello”, de Patricia Ramírez para el diario El País de España, en su artículo titulado 66 días bastan para un cambio.

La película Intensamente de Pixar busca hacernos reflexionar sobre cómo los cambios importantes en la vida una chica de 11 años pueden generar modificaciones en su personalidad. El no enfrentar estos cambios produce enojo, miedo y reacciones adversas. Incluso, se puede llegar a querer abandonar el hogar. Enfrentar a estas situaciones es la gran proeza de esta obra cinematográfica.

Por lo general, cuando nos encontramos frente a un cambio no queremos aceptarlo. Tendemos a buscar mil maneras de evitarlo, de hacerle creer al mundo que no nos importa. Algunos intentan mantener la alegría frente a las adversidades y contener a la tristeza al negarla. Justamente, ello es lo que intentan las emociones dentro de la cabeza de la protagonista de la película estadounidense.

Alegría, era la emoción dominante en esta joven hasta que su familia se muda, y es entonces que la tristeza intenta de contaminar con sus pensamientos todos los recuerdos más importantes de la joven que han forjado su personalidad. No lo hace intencionalmente, simplemente le sale. Así muchas veces nos sucede a todos nosotros algo similar. Queremos que la tristeza no nos encuentre, pero por evitarla terminamos enojados, haciéndonos los superados y tratando mal a quienes nos rodean.

Enfrentar entonces la situación sería una posible solución. No significa no sufrir, sino todo lo contrario: dejar que la angustia nos invada para después salir adelante.

Muchas veces creemos que hay ciertas situaciones a las que es inútil intentar detener o racionalizar porque ya no tenemos edad para hacerlo, porque creemos que son habituales en nuestra personalidad, o porque pensamos que no podemos cambiar.

Bueno, Patricia Ramírez trae a colación en su artículo 66 días bastan para un cambio la plasticidad del cerebro. La neurogénesis indica que las neuronas se regeneran todo el tiempo, demostrando así que existe la posibilidad de cambiar y a cualquier edad.

En la película se plantea justamente una persona en una encrucijada, frente a cambios que la superan. Puede entonces aceptarlos y ver cómo adaptarse a ellos, o huir de los problemas. Nosotros también podemos hacer lo mismo.

Si estamos tristes, enojados o desilusionados sería bueno preguntarnos por qué y qué es lo necesario para cambiar este estado. Quizás la frustración se deba a que no recibí un ascenso, a que no consigo conectar con la gente de mi alrededor, a alguna decepción o incluso a desgracias que nos suceden.

Entender estas emociones que se producen en nosotros para disponernos a tomar las medidas para dejar de estar así es un gran desafío personal pero que podemos lograr.

Ramírez centra su artículo en la posibilidad de cambiar lo que queremos hacer, y asegura que de acuerdo a un estudio de Jane Wardle, del University College de Londres, publicado en European Journal of Social Psychology, el cambio tarda 66 días en automatizarse.

Así como podemos cambiar parte de nuestra personalidad, también podemos tomar las situaciones que nos presenta la vida para crecer y cambiar, sin perdernos.

66 días parece un pronóstico demasiado optimista y el caso de la película a más de uno le parecerá irreal, pero puede que estemos equivocados. Quizás el problema está en que no creamos que sea posible. Podríamos empezar por intentarlo, hay evidencias que nos llaman a hacerlo. Con probar no perdemos nada.

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