Un presidente decide retirarse del Acuerdo climático más importante de la historia, suscripto por 195 países y sólo rechazado por dos (Siria y Nicaragua). Mientras que otro, un recién llegado a la dirigencia mundial, invita a científicos de todo el mundo a emigrar a su país para "hacer el planeta grande de nuevo". Dos caras de una moneda: el delgado equilibrio político mundial.

El primero se trata de Donald Trump, líder de Estados Unidos, quien anunció que su nación abandona el pacto suscripto en Parísen 2015, cuyo objetivo es reducir la emisión de gases contaminantes para impedir que a finales del siglo la temperatura mundial aumente más de 1,5° centígrados.

El otro, es Emmanuel Macron, nuevo presidente de Francia y quien resultó electo en parte por su campaña antitrump. Los caminos que están tomando son claramente contrapuestos.

La decisión de Trump no sorprende a quienes han seguido de cerca su campaña electoral. De hecho, Christiana Figueres, una de las principales gestoras de este gran pacto, ya sabía que sucedería, y al revés que muchos de sus colegas no se desalienta por este anuncio: "Sí veo posible que ellos retiren ya los fondos que contribuyen a la Secretaría de Cambio Climático y al Fondo Verde, así como todas las contribuciones financieras y técnicas. Eso es predecible. Lo que no es predecible es qué van a hacer en estos tres años en que continúan las negociaciones en el marco del Acuerdo. EE UU legalmente es parte de él hasta el año 2020 y anunciar un retiro inmediato demuestra un gran desconocimiento"(*).

Por lo tanto, aunque Trump haya anunciado con bombos y platillos que se va de este tratado porque sino su país pierde competitividad a nivel mundial (algo que es una falacia en sí misma), todavía no pueden irse a ningún lado. Esta es una de las grandes fortalezas de los pactos multinacionales: la cláusula de retiro. Nadie puede decir de repente "me voy", primero hay un plazo. El principal impulsor de que se incluyera este "lapso" fue justamente Barack Obama.

Lo que sí se observa con esta movida es que los esfuerzos de colaboración mundial tanto en lo que hace a la crisis climática como a las alianzas económicas y políticas mundiales se ponen en jaque.

Hoy es Trump con dejar el Acuerdo de París. Ayer fue Inglaterra dejando la Unión Europea con el Brexit. ¿Mañana quién será? No se sabe pero dependerá de la capacidad de reacción y liderazgo de quienes quedan al frente de las alianzas ahora en duda el atenuar los intentos de desarmarlas. No porque sean los mejores acuerdos del planeta, sino porque dan cierta estabilidad mundial y son una garantía para los ciudadanos de cualquier país. La historia ya nos ha demostrado varias veces qué pasa cuando está se pierde.

Hoy, aunque parezca que estamos hablando de un pacto climático, estamos hablando de algo diferente. El tablero mundial sigue moviéndose. ¿Hasta dónde lo hará sin que se rompa la aparente armonía?

(*)Entrevista para el diario El País, de España.

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