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Ariel Lijo, postulado por Milei
Ariel Lijo, postulado por Milei
Ariel Lijo, postulado por Milei
Desde su asunción en diciembre, el presidente Javier Milei ha sorprendido a propios y extraños con algunos de los nombres con los que ocupó posiciones ejecutivas. Para muchos, la primera curiosidad llegó con el nombramiento de Daniel Scioli al frente de la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes. A esa le siguieron otros nombramientos inesperados.

La última de las sorpresas llegó esta semana con la postulación del juez federal Alfredo Lijo, de dudosísima reputación, para la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La reacción de la Vicepresidente Victoria Villarruel a esta postulación da cuenta de cuán imprevista fue la misma. Consultada al respecto, manifestó que se había enterado de la noticia a través de los medios de comunicación.

Las respuestas horrorizadas de varios autopercibidos paladines de la honradez y las buenas maneras, e incluso de muchos ciudadanos de a pie que apoyan el cambio, a través de las redes sociales, no se hicieron esperar. A primera vista, este tipo de decisiones parecería ir a contramano de lo que Milei encarna para sus seguidores. Scioli y Lijo parecen rancios ejemplares de lo que el Presidente llama “la casta”.

La desorientación de propios y ajenos parece alimentarse, a la vez, con el desprecio que el Presidente manifiesta por el “nido de ratas” del Congreso. Mientras en ese ámbito se muestra intransigente, en otros parece dispuesto a conceder favores ¿Cómo hacemos para distinguir entre un tipo y otro de ratas? ¿Hay ratas más útiles que otras? Quizás una de las mejores muestras de la desorientación generalizada lo provea el estruendoso silencio del kirchnerismo, incapaz de criticar la nominación de Lijo, de quien tantas veces sus dirigentes se sirvieron, e incluso incapaz de comprender cómo puede ser que las derrotas legislativas fortalecen, en lugar de debilitar, al Presidente.

Quizás una primera aproximación al dilema que presentan las nominaciones, en apariencia tan lejanas del discurso, provenga del trabajo que está llevando a cabo Scioli en su Secretaría. Scioli afirmó el jueves, en su cuenta de la red social X, que trabaja "para avanzar en la reglamentación de las sociedades anónimas deportivas optativas, en consonancia con el DNU que se encuentra vigente". ¿Resulta ahora que Scioli es un soldado fiel del Presidente? Su virtud radica en que lo sería también de cualquier otro presidente.

Entonces, la aparente inconsistencia en la nominación de Lijo podría suponerse que tiene un espíritu similar. El círculo íntimo de Milei siente que su misión consiste en redefinir el sistema político, económico y social de Argentina, de una vez y para siempre. Ese círculo íntimo parece haber concluido que la redefinición será imposible con los tibios; se necesita a los mejores, o a los peores, según se lo quiera mirar, para cumplir con la misión. Ahí entra Lijo, como antes había entrado Rodolfo Barra en el rol de procurador. Para compensar el riesgo de depender de un mercenario, el Presidente también postuló al impoluto Manuel García-Mansilla para la Corte.

La gran novedad a la que estamos asistiendo es a la de un partido de derecha haciendo las cosas que hasta ahora parecían reservadas al peronismo, y más en particular al kirchnerismo. Acostumbrados a ser los únicos capaces de arrasar con las instituciones, y a tener enfrente a paladines de la democracia (los radicales, el PRO) que se horrorizan, pero no responden, se encuentran ahora descolocados por una banda de locos libertarios que hacen uso de herramientas sobre cuyo uso pensaban tener el monopolio. Y con esas herramientas buscan hacer avanzar una nueva agenda, que está en las antípodas de la suya. Probablemente sea esta osadía la que cimenta el entusiasmo de quienes apoyan al Presidente.

Para los puristas quedará evaluar si estos métodos son buenos para la democracia. Para los que quieren un cambio radical, puede ser una solución imperfecta, pero práctica, para que quienes componen el sistema sean quienes lo cambian. Es una solución que los métodos de nuestra democracia han sido incapaces de poner en práctica. Es una solución llena de riesgos, por supuesto: en “El Príncipe”, Maquiavelo opinó que “las (fuerzas) mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas; y el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo (…) pues no tienen otro amor ni otro motivo que los lleve a la batalla que la paga del príncipe, la cual, por otra parte, no es suficiente para que deseen morir por él.”
Fuente: El Entre Ríos

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