"(. . .) una actriz divorciada y mestiza", "Una californiana en la corte de la Reina Isabel".

Meghan Markle nunca imaginó que ella podría casarse con uno de los príncipes de Inglaterra. La sociedad mundial tampoco. Y por ello hoy se habla de cómo ella, una mujer "mulata y divorciada", logra ingresar a la mesa real. Cuando uno creería que esta discusión estaba finalizada, todavía hay muchas barreras que romper.

Es que los estándares de la realeza británica fueron siempre mirados con recelo por sus propios ciudadanos y por la sociedad entera. Sin ir más lejos, el tío de la reina Isabel tuvo que abdicar al trono por enamorarse de una divorciada.

El divorcio era un tabú para la familia real y hoy se estaría derrumbado. Al menos, para aquellos que no están totalmente en línea directa para portar la corona, aunque sí muy cerca.

Sin embargo, queda mucho por hacer. No sólo porque existan todavía espacios donde el divorcio o el color de piel de una persona sean motivos para de exclusión sino además porque somos nosotros mismos los que los vemos con ojos de interrogación.

Y es que lo primero que se dice es justamente las condiciones que la descalifican a Markle. No sólo para los ojos de la sociedad conservadora, sino también para nosotros mismos, que supuestamente creemos que una mujer así no puede llegar a la casa real.

Sin embargo, Markle es mucho más que como se la describe, es mucho más que una rompe barreras conservadoras.

De hecho, con tan sólo 11 años, escribió una carta a una serie de personalidades para quejarse por una publicidad de un conocido detergente dirigido a las mujeres que "se pasan el día frotando ollas y sartenes sucias". Y obtuvo no sólo respuestas de personas como Hillary Clinton sino que logró que la publicidad cambiara. No se decía más "las mujeres en América", sino "las personas en América".

Markle contó esta historia en más de una ocasión, entre ellas en la ONU, además de haber sido entrevistada en su momento por Nickelodeon y haber generado un gran revuelo en ese momento. Ella logró que la escucharan, no como princesa, sino como una chica de 11 años.

Su historia de vida completa debería ser la tapa: la de una mujer que se formó profesionalmente (tiene estudios en Relaciones internacionales); la de una persona que desde chica aboga por los derechos de las mujeres; y la de una persona caritativa (fue parte de una campaña de agua potable de la organización canadiense World Vision en Ruanda; es militante en la entidad de Naciones Unidas para la igualdad y empoderamiento de las mujeres y es consejera de la caridad One Young World).

¿Es entonces Markle una mujer divorciada y mulata? No, es mucho más que eso. Eso es sólo una anécdota en su historia.

Quizás se aleje hoy de la exposición pública que solía tener antes. Quizás ahora empiece a medir sus discursos políticos. Ojalá que no. Muchas mujeres necesitan de su voz. Y sobre todo ahora, ahora que está en uno de los centro de influencia más grande del mundo: la realeza.

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