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Pautas para el inicio de clases, las que más allá de su sensatez, denuncian falencias graves (II) Las mismas pautas hacen referencia a la manera en que se debe proceder en materia de exigencias respecto al uniforme que debe vestir el alumnado.

Es así como en relación al mismo se señala que “no se podrá exigir el uso de uniformes específicos" en las escuelas, y que solo se debe reclamar el uso de "lo establecido con los padres en los acuerdos escolares de convivencia".

O sea que viene a confirmarse, una vez más, una situación que se daba ya en la práctica, con olvido de una circunstancia que corresponde señalar con palabras apropiadas que no son nuestras. Son aquellas con las que se ha escrito que “cada vez que en algún encuentro se habla de los ‘inventos argentinos’, la mención incluye a la birome, al dulce de leche y al colectivo. Sin embargo, hay ocasiones en las que se suele recordar también a un elemento que, con los años, se convirtió en símbolo de la educación pública y gratuita en todo el país. Ese elemento, que ya tiene casi un siglo de uso, tanto en alumnos como en docentes, no es otro que el guardapolvo blanco”.

Y, a la vez, resulta impecable hacer referencia a los dichos de una educadora, cuando señala que “el guardapolvo iguala a los niños en el ámbito de la escuela y en muchos lugares ha sido un símbolo de respeto hacia los docentes. Los maestros que hemos trabajado en zonas rurales podemos asegurar que el guardapolvo muchas veces nos ha salvado cuando se nos ha quedado el auto en la ruta o cuando hemos tenido que hacer dedo para llegar a dictar clases”.

Es que en ese adiós creciente al uso del guardapolvo blanco en nuestro concepto, se hallan presentes dos circunstancias de raigambre totalmente distinta.

Por una parte la forma casi anárquica, traducida en la permisividad casi total, con la que se “(des)educa” a muchos niños y adolescentes, que se hace presente en esa fobia a sucumbir, aunque sea en forma menguada, a sus caprichos en la materia, unido a la ejemplaridad negativa de la indumentaria exigida por la mayoría de las escuelas privadas.

Que suponemos se trata de una condición que está acompañada por nuestras autoridades educativas, en las que ha de pesar el caso de familias en que el dinero no alcanza para destinarlo a la compra de guardapolvos.

Caso este último que debería ser encarado de una manera completamente diferente, que no es otra que la del suministro de esa prenda a los alumnos carenciados, gratuitamente.

Al mismo tiempo que a mujeres en situación de vulnerabilidad se las capacita y se las organiza en talleres con el objeto, entre otros, de fabricar este tipo de prendas.

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