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Hace unos días un amigo me sugirió que estas columnas también tuviesen contenidos positivos sobre el liderazgo y la gestión. De algún modo me compartía que el enfoque de las mismas era sobre aspectos negativos o deficiencias del liderazgo.

Me pareció muy oportuna su sugerencia, fundamentalmente para reflexionar del porqué de esa mirada “pesimista”. Necesariamente me obligó a hacer un repaso de mi educación y de mi experiencia profesional.

Educado en una cultura del trabajo y el esfuerzo, mi padre me solía decir “Usted siempre tiene que hacer lo correcto, si algo no le agrada lo plantea, pero jamás deje de hacer su trabajo correctamente”. Sin dudas un mandato que marcó mi desarrollo y crecimiento profesional. Nunca pude aceptar la pereza, la especulación y la deshonestidad laboral.

Años más tarde en mi estadía en Alemania esos conceptos se reforzaron, no solo en el ámbito laboral sino también en las relaciones sociales. El respeto por el otro, la puntualidad, la perseverancia, el cuidado de lo público, las normas de tránsito, el aprendizaje permanente son solo algunos ejemplos. Tal vez por ello las columnas se orienten a describir más las falencias que los aspectos positivos.

Cuando nos referimos al liderazgo y sus características nos invaden un sinfín de cualidades llamadas competencias duras y blandas. La bibliografía es interminable, investigaciones con extensos cuestionarios, entrevistas focalizadas, test de todo tipo, son algunas de las herramientas utilizadas para definir el líder ideal.

Entre las competencias o cualidades más destacadas que debería satisfacer un líder surgen las siguientes:

Comunicador, empático, carismático, organizador, íntegro, compromiso con la ecología, responsabilidad social, formador de equipos, motivador, proactivo, innovador, capacidad para prever el futuro, visión global, tolerancia a la frustración, resiliente, intuitivo, flexible, pragmático, dominar 3 o 4 idiomas, multicultural…

Como el lector puede imaginar, si tuviésemos la posibilidad de descubrir un perfil con estas características podríamos resolver los problemas de la humanidad, pero la realidad nos muestra que, aun cuando repasemos las características de los grandes líderes de la historia, difícilmente encontremos uno solo con todas estas características.

Solo por mencionar algunos de los grandes líderes como Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Winston Churchill, Juan Pablo II, Luther King o, en el sector empresarial, como Karl Benz, Henry Ford, Jack Welch, Alfred Sloan. Todos fueron reconocidos por sus logros extraordinarios, pero ninguno de ellos porque reunía el perfil ideal. Aunque es una tarea ardua, sugiero leer las bibliografías de estas personas, que se convirtieron en referentes mundiales por los resultados de sus gestiones.

Sin embargo, me referiré a un sin número de lideres -a priori personas normales - que cada día luchan por concretar, mantener y desarrollar sus sueños: me refiero a los empresarios PYMES en la Argentina.

Es un escenario tan complejo donde se requieren gran parte de las competencias antes mencionadas. Planificar y definir objetivos obliga a que se revisen cada mañana; objetivos de mediano y largo plazo es casi una quimera.

He pretendido explicar en distintas oportunidades en el exterior con qué debe lidiar un empresario argentino, desafíos inimaginables en países normales.

Jamás pude explicar el famoso “corralito” del año 2001. Incrédulos foráneos no entendían cómo los Bancos o el Estado se apoderaban de los ahorros de los ciudadanos y hoy no entienden cómo las empresas no pueden comprar sus insumos en el exterior para producir y mantener las fuentes de empleo.

Mucho menos entienden de las dificultades para exportar, no solo por la burocracia que ello conlleva sino porque tampoco saben cuál será el valor que recibirán por sus exportaciones, tipo de cambio, impuestos, tasas, retenciones y otras creatividades nefastas del Estado argentino.

La relación con los proveedores y los clientes solo se puede desarrollar en el marco de la incertidumbre total y con la confianza que generan las necesidades mutuas.

En un marco de conflictos laborales originados por gremios que lo que menos les importa es cuidar el empleo, asociados a una corporación de abogados bien llamada “La Mafia de Juicios Laborales”.

A ello se suman las serias dificultades para incorporar personal con deseos de trabajar en tareas sencillas, mucho menos dentro del marco legal. Una serie de subsidios para las personas desempleadas que ha fijado el Estado han prostituido la cultura del trabajo formal.

Para el área de Recursos Humanos detectar e incorporar jóvenes profesionales y comprometer un desarrollo profesional razonable también requiere de varias de las competencias que diferencian a los líderes; podría aseverar que es un trabajo insalubre para los colegas de RR HH. El cambio permanente de las reglas de juego y la oferta internacional para el talento argentino los expone a un desafío sin fin.

Para reafirmar esta situación hace unos días una consultora internacional me contactó para que les dé soporte en la búsqueda de jóvenes profesionales en nuestro mercado. Me compartían que los perfiles argentinos ofrecen una serie de competencias que solo se pueden aprender y desarrollar en un contexto como el nuestro. Me invadió una inenarrable tristeza e impotencia, es un costo muy alto para los ciudadanos que contribuyen con sus impuestos.

Esta breve síntesis de la complejidad del escenario argentino es la que me permite afirmar que la capacidad del liderazgo de los emprendedores y de los directivos PYMES es EXTRAORDINARIA.

Sobrevivir a estas circunstancias requiere de “lideres capaces de saltar su propia sombra”.

Quiero agradecer al Dr. Roberto Vola Luhrs sus comentarios sobre mis columnas y alentarme en esta ocasión a escribir sobre aspectos positivos de un increíble liderazgo.
Fuente: El Entre Ríos

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