Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La municipalidad de esa ciudad en su momento, a modo de una infografía, colocó en la ruta provincial 26, sobre una estructura metálica elevada, encolumanada a ambos lados de la calzada, un cartel con dos caras, o dos carteles diferentes -algo que dejamos a criterio de los lectores, que cada uno opine al respecto lo que considera más correcto- que de esa forma cruzaba la carretera.

La estructura todavía sigue inalterable en el lugar, a poca distancia del acceso a la calle que lleva al Molino Forclaz y que termina desembocando precisamente en San José.

Debemos reconocer que no le habíamos prestado atención a esa estructura, algo que seguramente ha de haber ocurrido a cientos de personas que en diversos medios de transporte pasan por allí, a los que se debe agregar quienes lo hacen caminando, una atención que fuera más allá de la útil información que en ese cartel o esos carteles suministran.

Inclusive, no se nos dio por asociarla con algunos de los arcos, de dudosa estética, que alguna vez estuvo de moda colocar en el camino de entrada a algunas de las localidades de la provincia, como una forma de darnos la bienvenida al ingresar y despedirnos cuando las abandonábamos.

Pero en estos tiempos en que a todo cabe convertirlo en una “cuestión” que alimente la discusión, y que inclusive inflame la controversia hasta llegar a la pelea, se dio el caso de que alguien que utilizó la mencionada ruta, yendo y viniendo de Colón a San José o viceversa; hizo algo así como lo que en forma simbólica cabe considerar “encender un fosforito”.

No sabemos ni si era un viejo vecino de la comarca que regresaba a ella, luego de estar ausente algunos años, o de un turista de observación penetrante y siempre alerta, pero lo que sí ocurrió es que comentó como al pasar, a uno de los cronistas de este medio, acerca de su propia “sorpresa” al ver que en los dos lados del único cartel o si se quiere en los dos carteles, existían dos círculos idénticos en cuyo interior había una inscripción que decía “San José te sorprende”. Que es lo mismo que indicar que San José sorprende siempre, ya cuando uno se dirige e ella, como cuando la deja atrás, acercándose a Colón.

La sorpresa esta vez del curioso paseante venía a querer decir, algo que ignoramos si lo hizo explícitamente, que según su entender, en el frente del cartel que miraba en dirección a su destino sanjosesino, por más que nada se decía del pueblo histórico de Liebig, en la superficie del círculo al que nos referíamos la inscripción debió haber sido “Bienvenidos a San José”, mientras que en la contracara lo que se debió haber mencionado es la misma bienvenida, nada más que esta vez aludiendo no ya al “barrio de la estación” (que ya no existe), sino al “barrio del puerto”, en el que existe un puerto.

Algo que, pensándolo bien, vendrá a querer decir que si antes se los podía diferenciar -diferenciar y no discriminar- por esa diferencia, en la actualidad ambas ciudades se las debe tener por hecho prácticamente una, entre otras cosas por esas simétricas frustraciones.

Algo que sí es cierto, porque se nos puso en conocimiento, es que el curioso observador preguntó si “había algo que separara a ambas ciudades, ya que de otra manera no se explicaba que sus respectivas administraciones no se hubieran puesto de acuerdo en concebir una infografía totalmente inclusiva”.

Por nuestra parte, estamos convencidos de que colonenses y sanjosesinos están cada vez más cerca, al ser conscientes de que falta nada para que las casas de una y otra ciudad terminen de juntarse y que ya cabe considerarlas como ciudades hermanadas hasta el punto que cabe verlas como una única comunidad.

Algo que no quita que en la “tierra de palmares” la comunicación no da precisamente de interferencias comunicacionales, sino de un cruzamiento de insensateces recíprocas.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario