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Atentado a la Sinagoga de Pittsburgh
Atentado a la Sinagoga de Pittsburgh
Atentado a la Sinagoga de Pittsburgh
11 personas fueron asesinadas en un tiroteo en la sinagoga Árbol de la Vida de Pittsburgh perpetrado por Robert Bowers el sábado pasado. Una mujer fue golpeada en un tren de superficie de Londres por hablar español. Un hombre llamó “negra fea y cabrona” a una mujer negra en un vuelo de la compañía área Ryanair. ¿Sucesos aislados o un patrón mundial?

La discriminación por diferencias que van desde religión a rasgos físicos es tan antigua como la historia de los hombres pero eso no quita que sea igual de alarmante que no se logre salir de esta situación.

Por negros o blancos, por católicos o judíos o musulmanes, por lindos o feos, el hombre discrimina y es discriminados. Y la reacción frente al distinto puede tratarse de algo simple como una mirada en desaprobación o niveles de violencia mayor como un golpe hasta un asesinato.

“Los judíos son hijos de Satán”, así se refería en su perfil de redes sociales el autor de la matanza de Pittsburgh, un hombre de mediana edad que carece de antecedentes criminales. Su visión lamentablemente sigue encontrando adeptos en este mundo a pesar de lo que ya ha sufrido esta comunidad (el nazismo es una época sombría de nuestra historia pero que continúa acechando).

El odio religioso es uno de los tipos de discriminación comunes. Hoy en día los movimientos de las personas de un país a otro generan que se haga cada vez más frecuente otro tipo de diferenciación: el del nativo hacia el inmigrante. Un destrato que puede ir desde darle un golpe a una persona por no hablar el idioma del país en el que se encuentra a una matanza como la sucedida en Utoya, Noruega, en 2011.

Al respecto, la película “22 de julio” de Netflix retrata los dos atentados simultáneos en Noruega (el atentado en esta isla donde se estaba realizando un campamento de las juventudes socialdemócratas y la bomba que explotó en el centro de Oslo) además del juicio posterior del perpetrador del mismo, Anders Breivik.

77 víctimas mortales y más de un centenar de heridos fue el resultado del accionar de este terrorista de extrema derecha. Breivik publicó un manifiesto en internet donde declara “la guerra de sangre” a inmigrantes y marxistas. El mestizaje cultural es algo que este hombre detestaba.

Ahora para poner un freno a este odio a los demás por sus diferencias no se trata sólo de “aceptar” al otro tal como es o de “tolerarlo”, sino de aceptarlo e incluirlo, de dejarlo ser y no juzgarlo, de entenderlo, de ayudarlo a no perder lo que es. No es “aceptar” que es distinto es apreciarlo como un igual. No es distinto, es igual a mí.

Las políticas de inclusión de inmigrantes no han dado muchos frutos en los últimos años. Lejos de ello el ascenso de ciertos líderes políticos parecería ir más en contra de la inclusión que otra cosa. El hombre parece estar más con el “discriminar” que con el incluir a otros que escapan de situaciones desgarradoras.

Quizás si en vez de guiarnos por lo que de afuera dice una persona o lo que por su cultura o por su religión parece ser, nos enfocáramos en lo que la persona realmente es y nos pondríamos a conocerla de forma real, no habría estas diferencias, no veríamos en el otro un enemigo sino un compatriota más, un posible amigo.

Es mucho lo que perdemos por no abrirnos a los demás. Darnos cuenta de ello es el primer paso para que algún día la discriminación deje de gobernar nuestro mundo. Lo andamos necesitando, por casualidad o no, los hechos de violencia por estas causas parecerían estar multiplicándose. No actuar no puede ser la respuesta.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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