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Habla Fernández, casi sin público
Habla Fernández, casi sin público
Habla Fernández, casi sin público
Si a nosotros nos resulta bastante aburrido escuchar un discurso de nuestros dirigentes políticos, imaginemos cuánto más aburrido les debe resultar a los líderes globales cuando se los cruzan en las reuniones del G20 o en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021.

En los discursos del presidente Fernández destacan dos características centrales. Por un lado, la pompa catedrática de quien cree estar en posición de aleccionar al mundo. Por el otro, el lamento triste de quien, creyéndose más relevante de lo que es, se configura víctima de una conspiración global en contra suya.

Pertenecemos al G20 desde 1999 gracias a los 10 años de estabilidad de la presidencia de Carlos Menem. Desde nuestro ingreso, hemos hecho lo posible por ser removidos: hemos perdido peso relativo en el concierto de naciones. Quizás por el embrollo legal de removernos es que seguimos ahí, aunque está claro que, hoy en día, en la cancha del G20 somos poco más que el banderín de córner o, como ahora se dice, un meme.

Es evidente que nuestra fantasiosa suposición de superioridad se da de bruces contra la realidad. Pero más incongruente es cuando a la superioridad se le superpone la victimización.

La imaginaria conspiración en nuestra contra está encarnada en estos tiempos por la deuda contraída con el FMI, por la que en cada reunión del G20 nos dedicamos a llorar. Lloramos por los sobrecargos, lloramos por las condiciones que decimos que nos quieren imponer, lloramos por más DEGs para países de “renta baja y media”, lloramos para pedir una dispensa de los plazos de pago y lloramos para que esa dispensa ocurra sin condicionamientos. Si nos prestan lloramos, y si no nos prestan también lloramos. Somos una nación llorona, que de tanto mirar el pasado, la herencia, va disolviendo el futuro.

Nos cuesta encontrar dirigentes que se hagan cargo de las circunstancias y miren hacia adelante.

“Esa deuda que dejaron no la vamos a pagar, con el hambre de la gente no se jode nunca más”, cantaban las huestes de La Cámpora enardecidas por el calor de hace dos fines de semana. Nunca pagamos y siempre tenemos más pobres. ¿No sería mejor pensar en qué podemos hacer para poder pagar? Aunque no lo parezca, las cosas se relacionan.

La cuestión es que ni siquiera está claro que estaríamos mejor en el imaginario caso en que nuestros lamentos fueran escuchados y nos fuera milagrosamente condonada la deuda con el FMI. Tendríamos US$44 mil millones menos de deuda, claro está. Pero a la vez perderíamos todo incentivo a tener un plan que no sólo nos permita pagar la deuda, sino ponernos en una senda de orden macroeconómico, con crecimiento y sin inflación.

Seguiría sin haber crédito para Argentina, seguiríamos con déficit fiscal financiado con emisión, seguiría habiendo fuga de capitales, seguiríamos con la misma recesión y con más inflación. Cambiaría el balance, pero no el flujo de fondos. Y acumularíamos la peor de todas las deudas que tenemos: la deuda social. Sólo el Gobierno quedaría feliz, porque nadie le podría indicar qué cosas hacer.

No hay conspiración global alguna en contra de Argentina; es nuestra anormalidad la que no se entiende y nos relega al ostracismo. En 2001, nos creíamos importantes. Pensábamos que nuestra debacle tendría reverberaciones sobre todos los mercados emergentes. No ocurrió.

Hay economistas que asesoran al Gobierno que sugieren que las urgencias por resolver el asunto de la deuda son mayores para el FMI que para nosotros. Hay otros que hablan de un acuerdo light, para patear la pelota hasta 2023. Despabílense: no somos tan importantes como para forzar un cambio de reglas en el Fondo. Si dejamos de pagar, quizás ni siquiera se sorprendan.

Sólo los argentinos sufriremos, mientras nuestros dirigentes siguen denunciando conspiraciones en nuestra contra. Irónicamente, cuando veamos que nada mejora por haber elegido no pagar, quizás volvamos a quejarnos; quizás, porque no nos obligaron a pagar.
Fuente: El Entre Ríos

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