Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El resultado de las elecciones y las reacciones de los contendientes no sólo hablan de interpretaciones discutibles de lo ocurrido, sino que también describen lo difíciles que serán los próximos dos años.

Cuando el Presidente celebró lo que consideró una victoria, es probable que no lo hiciera en comparación con los votos obtenidos por la oposición, y ni siquiera en comparación con las PASO. Fue una celebración interna: la mitad de los votos que sumó el Frente de Todos (“FdT”) entre septiembre y noviembre vinieron del Conurbano bonaerense. Ahí, venció a la oposición por casi 7 puntos porcentuales (habían sido 3 puntos en las PASO).

Esto permitió al Gobierno Nacional dos cosas. Una, que su mejora en el “área núcleo” contrasta contra el empeoramiento, o las derrotas, de varios gobernadores que venían metiendo ruido y ahora deberán replegarse. La otra, que haber retenido la primera minoría en la Cámara de Diputados nacional también mandó a silencio a las voces opositoras que se apresuraron a reclamar la presidencia de esa sala.

El problema está en que estas micro-victorias acentuaron, más que achicaron, las diferencias internas de la coalición. No será nada sencillo tomar las grandes decisiones que los tiempos demandan. Paradójicamente, parece que gobernar es más complejo mientras la coalición se mantenga unida.

El Presidente parece carecer de autoridad para gobernar por sí mismo. La Vicepresidente está en reposo y todavía no opinó sobre el resultado de las elecciones, sobre el discurso de celebración o sobre el discurso pregrabado sobre el acuerdo con el FMI y la alineación de toda la coalición con ese objetivo.

Esta definición es la que parece esperar el mercado financiero. Bonos y acciones se desplomaron a pesar de los buenos augurios de mediano plazo que le dieron las urnas. Las promesas del Presidente y el ministro Guzmán respecto de un acuerdo con el FMI generan expectativas más devaluadas que el peso. El mercado piensa que el futuro recién llegará en 2023, y que el camino hasta entonces tendrá de todo, menos rosas.

Tenemos problemas coyunturales que no se pueden resolver con parches: pobreza, desgaste del capital por falta de inversiones, inflación, déficit fiscal, emisión monetaria, brecha cambiaria altísima y pérdida de reservas del BCRA, entre otros. Y problemas estructurales, de competitividad y crecimiento, que no estamos ni cerca de comenzar a discutir. Para encararlos, contamos con menos recursos que en 2021, cuando contamos con ingresos extraordinarios por el precio de las materias primas, los DEGs del FMI y el impuesto a la riqueza. Ahora, aumentó incluso la probabilidad de que vivamos un episodio de La Niña en 2022.

Un acuerdo con el FMI podría ordenar algunas variables y tender un puente de razonabilidad hasta 2023. Pero los discursos del Presidente y de Guzmán son incompatibles con el acuerdo: parecen una mera pretensión de que el FMI estire los vencimientos sin dar nada a cambio. Una pretensión que va en contra de la historia y las reglas del Fondo.

Algunos parecen olvidar que el FMI es nuestro acreedor: pretende que generemos recursos en pesos y dólares para pagarle. No habrá acuerdo si no aceptamos ajustes en lo fiscal, monetario y cambiario. Lo que significa aumentos de tarifas, devaluación acelerada y más flexibilización cambiaria, y aumentos de la tasa de interés, para que los pesos que sobran no busquen invariablemente ir al tipo de cambio paralelo. Tragos, todos, de lo más amargos para el Gobierno.

Contra estas demandas que lucen inevitables choca la política interna del Gobierno: ¿estará de acuerdo Cristina Kirchner con el ajuste, o como se quiera llamar al acuerdo con el FMI, por más light que éste sea? El Presidente dice que sí, pero ella no lo ratificó.

Hay otra forma de alinear las opiniones: pasando por una crisis grave que asuste a todo el Gobierno. Así como vamos, es posible que el susto se produzca antes de lo que el Gobierno imagina. Será cuando la realidad decida provocarlo.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario