Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Sergio Massa
Sergio Massa
Sergio Massa
Sergio Massa no tiene la banca del Papa Francisco, como sí parece ser el caso del compañero Hugo Moyano, y entonces trata de arreglárselas solo. El tiempo dirá si va a tener éxito en su cruzada presidencial, pero por ahora cuando habla no parece estar ayudándose demasiado. Una cosa es salir en la foto, como ayer en uno de los actos recordatorios del 17 de Octubre en Tucumán, pero otra es repartir conceptos a troche y moche como fue el caso a principios de esta semana en Washington, donde dio un par de charlas a inversores, funcionarios de organismos internacionales y estudiantes.

Allí repitió o mejor dicho reinterpretó su gaffe del otro día, cambió “saquean el país vendiendo materias primas” por “¿vamos a ser exportadores de litio o de baterías de celular?” y sin sentirse condicionado por el lugar en que lo decía habló lisa y llanamente de que un próximo gobierno -que podría ser el suyo- va a tener que renegociar el acuerdo con el FMI. Para Massa, en vez de resguardarse del chubasco financiero internacional en el Fondo como hizo Macri, una mejor alternativa hubiera sido colocar un bono ente los argentinos con ahorros en el exterior. Vale recordar que Argentina consiguió del organismo internacional un paquete de ayuda de más de 57 mil millones de dólares, una suma casi imposible de conseguir en el mercado tanto para nosotros como para cualquier país parecido al nuestro, llámese Brasil o Colombia, en el actual contexto internacional.

Massa acudió también a otro de sus slogans de campaña, que están bien lejos de las cuestiones concretas de la gestión, como “dejar de importar deuda y exportar ahorro y exportar en cambio trabajo y valor agregado” Avaló, y eso si es noticia el “déficit cero” y como haría cualquier opositor que no tiene responsabilidad de gobernar dijo una verdad de Perogrullo: ”nadie va a invertir en trabajo y producción con 80% de tasas de interés”.

Nadie puede no estar de acuerdo con las frases del último párrafo aunque es más difícil coincidir con sus máximas del que le precedía. Las últimas son máximas típicas de buenas intenciones, pero como siempre sucede con Massa, o va directamente al exabrupto, como eso de que los que exportan materias primas son saqueadores, o va por caminos más obvios pero de manera vaga y sin explicar nunca como y porque.

Cuando llega el tiempo de planteos concretos, deslizar por ejemplo que el financiamiento alternativo al del Fondo podría haber sido el del ahorro argentino en el exterior es desconocer la realidad o en o en todo caso conocerla y plantear un camino espinoso para el ahorrista argentino sin que a él le importe demasiado. Sucede que de los más de cien mil millones de dólares del blanqueo, casi la mitad están hoy invertidos en bonos argentinos, aunque esto sea en cuentas domiciliadas en el exterior. Además, como resultado de la inestabilidad financiera local, las pérdidas de este año para estos ahorristas son muy importantes. Ergo, cualquier intención de hacerlos comprar más bonos argentinos hubiera tenido que tener un carácter compulsivo, disparando aún más la desconfianza en Argentina y en su gobierno. Demás está decir que quienes miran a Argentina como un lugar para invertir, ya sea en títulos de deuda o en la economía real y sin estar obligados a hacerlo aquí -en definitiva tienen todo el mundo como alternativa-, suelen desconfiar y mucho de la figura de Sergio Massa. Lo encuentran una persona volátil y muy cambiante en sus opiniones.

Lo del déficit cero debe entenderse hoy como una obligación de la que resulta imposible abstraerse. Argentina no dispone de capacidad de endeudamiento y la emisión de moneda – el camino que tomó el gobierno del que el mismo Massa fue parte- no es una alternativa, de hecho fue la circunstancia que terminó depositándonos en el lugar que estamos.

Lo de exportar trabajo y valor agregado es muy loable, pero para eso hace falta crear condiciones que nos permitan ser competitivos internacionalmente y conseguir que las inversiones vengan y se radiquen en el país. Uno no puede sino preguntarse si eso es posible con un gobierno de Massa. De hecho, se comentó esta semana y mucho la alocución de uno de sus delfines, Marcos Lavagna, ante un grupo nutrido de inversores internacionales. Todos salieron muy escépticos después de escuchar las opiniones del hijo de Roberto, de nuevo ambiguas y carentes de profundidad, y muy similares a las de su jefe político.

En definitiva, es muy fácil hablar y plantear recetas facilistas, por lo general a todos los electores nos gusta escucharla y nos permite pensar en un mundo fácil y mucho mejor al que tenemos. La realidad es que las recetas mágicas no existen, y justamente pensar en esos términos fue lo que hizo que el gobierno de Macri perdiera tanto tiempo. La situación en la que hoy estamos no tenía vuelta, y al demorar la decisión el actual gobierno no hizo otra cosa que empeorar las cosas en el plano económico.

Iniciado hoy el doloroso e inevitable camino del ajuste, -aunque lamentablemente se haya tomado el camino más fácil que es el de cerrar la brecha aumentando sobre todos impuestos y sobrecargando más aun los sectores más dinámicos de la economía-, es irresponsable plantear caminos alternativos del calibre descripto como lo están haciendo Massa y todos sus socios del peronismo. Si decidimos creerles y pensamos que ese es el rumbo, a partir del año próximo tendremos la posibilidad de gozar o sufrir en carne propia la ejecución de un plan -o del ramillete de ideas- que se nos ofrece como atajo para para recuperar trabajo, crecimiento y deshacernos de la muy molesta inflación que hoy estamos sufriendo. Se toman apuestas.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

Enviá tu comentario