Con una superficie continental cercana a los 2.800.000 kms.2., Argentina no cuenta con una red ferroviaria acorde a tamaña extensión; con producción diversificada y poblaciones distantes, se requiere un sistema ferroviario moderno, dinámico, eficiente.
España, Portugal, Francia e Italia, juntas, apenas superan la mitad de esa superficie, pero disponen de una red ferroviaria moderna, rápida e interconectada entre esos cuatro países y el resto de Europa.
Con enormes distancias, el ferrocarril es una necesidad indiscutible en Argentina; repárese que entre puntos extremos (norte-sur) hay una tirada rondante los 5.000 kms., entre el Río de la Plata y la cordillera alrededor de 1.200 kms.
De una extensión otrora cercana a los 50.000 kms. de vías, la red, setenta años después, no supera los 37.000 kms., sumadas vías standard, ancha, estrecha y mixta; de esa extensión, la red ferroviaria de carga en operación es menor a los 18.000 kms., 967 kms. solamente para la red de pasajeros del área metropolitana (ciudad de Buenos Aires y conurbano).
A mediados de la década del ’70 se acentuó la política de desmantelamiento del ferrocarril; José Alfredo Martínez de Hoz resaltaba el déficit de la empresa ferroviaria estatal, alentando desprenderse de este activo estratégico por no ser rentable a la economía estatal.
Lo real y concreto es que el país fue retrocediendo hasta llegar a la situación actual. Decenas de pueblos y parajes han quedado aislados; siempre cito el ejemplo de Iturbe (pequeño poblado que conozco por encontrarse en el camino a Iruya), una población de la puna jujeña, distante a unos 25 kms. de Humahuaca y unos 160 kms. de San Salvador de Jujuy, virtualmente aislada (sólo se accede abandonando la ruta 9 y recorriendo unos 5 kms. por tierra), convertido cuasi en un pueblo fantasma desde que el ferrocarril dejó de prestar servicio; por ahí estada diseñada la traza para unir Jujuy con Bolivia.
El ferrocarril no puede concebirse solamente como una actividad rentable, pues es un servicio público indispensable y, bien administrado, genera ganancias y otros múltiples beneficios que señalaré a renglón seguido.
Si se transita por la ruta 19, entre Santo Tomé y San Francisco, el viajero probablemente se encuentre con un convoy ferroviario que transporta carga; circula por la vía férrea paralela a la ruta (“Belgrano cargas”). Con dos locomotoras acopladas en tándem, arrastra vagones con combustible, cereales y mercaderías.
Si se presta atención que cada vagón ferroviario puede cargar un promedio de 50 toneladas o 60.000 litros de combustible, y que un convoy ferroviario tracciona un promedio de 60-65 vagones, se está sustituyendo la circulación por ruta de unos 100-110 camiones de gran porte (transportan una carga promedio de 34 toneladas por unidad), con ostensibles beneficios en costos operativos, conservación de la red vial, menor emisión de gases al medio ambiente y disminución de la siniestralidad por accidentes. Vale lo dicho para el transporte de pasajeros: un ómnibus transporta -en promedio- 45 personas, un vagón de pasajeros ronda los 80.
En los talleres de “Materfer” (Córdoba) se ha construido material rodante diverso (locomotoras, coches de pasajeros); el coche-motor FIAT -que circulara durante décadas por nuestra provincia uniendo ciudades y parajes rurales- se construyó en los talleres que la empresa tenía instalados en Ferreyra (cercana a la capital cordobesa).
En los talleres de Laguna Paiva (Santa Fe) y Tafí Viejo (Tucumán), en el siglo pasado (desde la década del ’30) se fabricaba, se reconstruía y se efectuaba el mantenimiento de material rodante (locomotoras, vagones de pasajeros y carga). Los beneficios que aparejaron esas actividades son destacables: generación de puestos de trabajo con mano de obra calificada, desarrollo de la industria nacional, fortalecimiento de las comunidades evadiendo despoblarlas por migración, ahorro en divisas al no tener que acudir a proveedores externos, posibilidad de exportar material ferroviario, etcétera.
Revalidando las capacidades de nuestra gente, rehabilitando la enseñanza de oficios en escuelas técnicas, recuperando la red ferroviaria e incluso extendiéndola, planificando un servicio moderno para trasladar cargas y pasajeros, uniendo ciudades y parajes, aprovechando el incremento de la actividad turística, con una buena administración se puede recobrar el servicio ferroviario; algunas provincias han tomado nota de ello y lo están haciendo, por caso: Río Negro con el tren patagónico (Viedma - San Antonio - Bariloche) y Jujuy (paso a paso va reconstruyendo el tramo San Salvador hasta La Quiaca). Argentina podrá crecer desarrollando sus potencialidades sin dependencias de lo externo, que la subordinan con incremento de su abultada “deuda eterna”; para ello se necesita de una sucesión de gobiernos que instalen políticas de Estado que sobrevivan a las administraciones de turno.