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No se trata de una cuestión muy común -sobre todo cuando el enojo actúa como un mal consejero- el “irse de boca”, lo que lleva a caer en un decir imprudente del cual luego, quien ha incurrido en ese fallo, se ha de lamentar. Nos estamos refiriendo a otra cosa, cuales son los argumentos efectistas, en los que muchas veces quedamos enredados.

Es justamente lo que le pasó, al menos en dos oportunidades, días pasados al intendente de Colón, o a su presidente como es, vaya a saber por qué, su título oficial según la ley, cuando pronunció ante el Concejo Deliberante su mensaje anual sobre “el estado del municipio”. No recordamos la sucesión en que los empleó. Pero para nuestro objeto da igual.

Es así como se lo escuchó decir que su límite era la droga. Algo que nos lleva a hablar de una expresión de la que en los días que corren se viene haciendo uso y abuso, referida, sobre todo, hasta donde se está dispuesto a tolerar el ingreso en un rejuntado de políticos. Es lo que se hace cuando nos enteramos que alguno de ellos señala su límite "es Macri” o alternativamente que lo es Cristina, como si uno u otro fueran una pared, pared por lo demás simbólica en un doble sentido; el más real de los cuales no es que, como es sabido, se trata de un muro inexistente, pero lo que es peor es que si la pared no existe, lo que sí está es un precipicio con el que amagamos dar un primer paso para avanzar hacia el mismo.

De cualquier manera, poner a la droga como límite es una forma “grossa” de marcar con rayas blancas la ruta por la que se va a transitar. Ya que es volverla tan ancha, de una anchura tal que vuelve chica a la de una cancha de fútbol. No desconocemos que es una manera de decir, pero alguien con mentalidad retorcida puede utilizar la expresión, para decir que ya se encuentra en terreno firme y alejado de la pared el consumo del alcohol, al menos en dosis medidas, o que tampoco es salirse a la banquina el llenar el vértice del poder de parientes, afines y amigotes.

Precisamente esto último es lo que dejó en claro, cuando en otro momento del mensaje se lo escuchó decir que, si pudiese ser reelegido, volvería a rodearse del mismo equipo de gente que lo acompañó, el que como es sabido está constituido en gran medida de la manera que ha quedado descripta al final del párrafo anterior.

No abrimos un juicio directo sobre esa circunstancia. Pero no tenemos menos que señalar que es un mal argumento decir, trayendo a colación a situaciones similares que se viven en Gualeguay y Viale, lo que no es otra cosa que decir “si se da el caso de otras personas que lo hacen, por qué yo no”. Es que se nos ocurre no existe nada más peligroso que esgrimir como defensa el mal comportamiento ajeno, dentro de un contexto de este tipo.

Que, importante es reconocerlo, se da también en los otros dos niveles de gobierno, con respecto a lo cual expresamos nuestro desacuerdo y la necesidad de corrección. Dado lo cual, en tren de seguir efectuando reconocimientos, no podemos dejar de hacerlo con la sincera valentía con la que en la ocasión se expresó el alcalde mayor de Colón. Porque él lo es, y esperamos que lo siga siendo hasta el final de su mandato.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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