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En una nota publicada por en el Diario “El País” de Madrid, firmada por el periodista Rodolfo Chisleanchi, se recuerda el quinto aniversario del fallecimiento de Humberto Grondona, presidente “eterno” de la AFA, y “armador” cuasi permanente del equipo dirigente de la FIFA, con las palabras que sirven de subtítulo a esta nota nota.

El repaso que se hace de lo que ha pasado en ese ámbito en este quinquenio no es nada alentador, y viene a coincidir con el punto de vista generalizado entre nosotros; aunque de cualquier manera ayuda al ser presentado desde otra perspectiva.

Es así como en el mismo se señala que “narrar la cadena de sucesos ocurrida desde la desaparición de Grondona hasta la fecha ofrece capítulos que orillan lo grotesco. Desde un empate a 38 votos en unas elecciones en la que participaban 75 votantes, hasta una intervención encubierta de la AFA, pasando por la tambaleante gestión de una Comisión Normalizadora y la creación de la Superliga, en la práctica una escisión de los clubes de Primera División del resto de las instituciones.

Al mismo tiempo, cuatro entrenadores pasaban por la selección nacional —Gerardo Martino, Edgardo Bauzá, Jorge Sampaoli y Lionel Scaloni—, Lionel Messi amenazaba, sin concretarlo, con no volver a vestir la casaca celeste y blanca, y los resultados siguieron dándole la espalda al equipo, derrotado por penales en las finales de las Copas América 2015 y 2016, y eliminado en instancias previas en Rusia 2018 y la Copa América de este año.

La coincidencia expresada no se extiende, en nuestro criterio al menos, a la comparación que se hace con lo ocurrido en ese ámbito en otros países latinoamericanos. Es que se considera que los cinco años transcurridos trajeron modificaciones profundas a nivel internacional. Con mayor o menor éxito, en FIFA, Conmebol, UEFA, Concacaf y prácticamente en todas las confederaciones se registraron cambios profundos, de nombres y de actitudes, con un intento de enseñar transparencia allí donde el ocultismo era amo y señor.

Un juicio contundente al que por una seguidilla de hechos puntuales, que no es el caso entrar en la ocasión pasar a enumerar, se puede al menos poner en cuestión. Dicho de otra manera, se puede al menos de una manera responsable considerar que el armado institucional del futbol en nuestro país sea “el único malo” de la política, en el que la dirigencia de los restantes países de ese verdadero universo que es el futbol, solo mostraría poco menos que blancas palomitas.

En esta apreciación viene a coincidir implícitamente Raúl Gámez, expresidente de Vélez y uno de los pocos opositores que en Argentina le plantaron cara a Grondona, a quien siempre consideró el dirigente que, en cierto modo, “inventó” un método de gobernanza que exportaría a la Conmebol y la FIFA. Lo hace cuando dice que si bien combatió mucho a Grondona, considera que todo lo que ha venido después de él es deplorable, y peor aún puede ser calificado de una basura.

Es así como para un escaso grupo de dirigentes enfrentados por Tapia, a estar a sus dichos, no habría habido cambios de fondo, dado lo cual “el perverso sistema de absoluta obediencia debida al presidente se mantiene intacto, solo que ahora comandado por alguien que no tiene sus habilidades.”

Una explicación de esa resistencia al cambio se explica por lo que en el ámbito de la sociología se conoce como “la naturalización” –el considerar como correctos- comportamientos que no solo están reñidos con la ética, sino que se contraponen con la gestión correcta y eficaz de cualquier empresa, partiendo de la base de que el futbol espectáculo, no es otra cosa que una actividad empresarial. Unida a un “blindaje” de nefastos interese que parecen impenetrables.

Es a ese respecto realmente curioso que tal como se ha hecho y hace presente en otros ámbitos, la punta del hilo de la madeja, haya sido encontrado también en lo que a la corrupción en el negocio del futbol se refiere en los Estados Unidos, nación que independientemente del juicio que su comportamiento en otros ámbitos, se muestra implacable ante cualquier tufillo de corrupción que signifique evasión impositiva.

Es así como cabe recordar, y lo hace el periodista mencionado en la nota que glosamos, el denominado FIFA Gate, la investigación llevada a cabo por la Fiscalía de Nueva York, estallaría en mayo de 2015, y barrería de manera brutal a la plana mayor de buena parte del fútbol mundial. Ya no encontró en su puesto al dirigente surgido del modestísimo Arsenal de Sarandí, pero no impidió que su nombre saliese a la luz una y otra vez, mencionado como “co-conspirador 1” en el juicio llevado a cabo en Estados Unidos, y señalado por varios de los implicados como ideólogo principal del sistema de coimas, sobornos y regalías que se movía por los sótanos de los órganos directivos del deporte más popular del planeta.

Que las cosas ocurran así en los Estados Unidos, y sucedan y sigan sucediendo de otra manera entre nosotros no debe extrañarnos. Ya que como se ha vuelto un hábito muy nuestro, como lo dicen nuestros dichos populares, se trata de cuidar de “no hacer olas”, de manera que “todo siga igual a como era entonces”.

Es por eso que en ámbitos cercanos al futbol-espectáculo se escucha decir que “Las pocas investigaciones puestas en marcha en torno al manejo del dinero en la AFA no han avanzado”. Y que seguramente seguirán durmiendo en una paz que ellas no merecen gozar, porque la paz es de los justos.

De donde nos encontramos ante una herida más abierta en el campo de la justicia, donde se asiste a una convergencia que es habitual entre nosotros, cual es la de la corrupción junto a la de la impunidad, y todo ello coronado por la ineficiencia.

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