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Resulta destacable ver a la intendente de la Municipalidad de San José anunciado la reanudación de las obras de ampliación de la Escuela Nº 54 Carlos Sourigues de Barrio Perucho Verne de ese municipio, algo que significa una inversión de poco menos de un millón y medio de pesos.

Ello así, por ser una muestra de su preocupación por seguir batallando desde su cargo hasta el último día, mostrándose impertérrita ante los resultados electorales de junio pasado, los cuales significaran un inesperado revés para la agrupación política a la que pertenece, y que en medios sanjosesinos no se considera en manera alguna atribuible a su gestión.

Es más, en esos medios se señala que en ninguna gestión anterior se hizo tanto en favor del Pueblo El Brillante, como en la propia ciudad de San José.

Dado lo cual, existen quienes afirman que la explicación de lo sucedido se encuentra en lo que esas fuentes consideran un manejo no del todo adecuado del programa de construcción del barrio de las 100 viviendas sociales, que entre otras cosas tuvo que enfrentar las consecuencias del fenómeno conocido como cambio climático, lo que llevó a que, como consecuencia de lluvias torrenciales se inundara parcialmente el mismo, en un sector que estaría emplazado por debajo de la cota de seguridad. Una responsabilidad que no es la suya, ya que no solo no se planificó ni se inició la obra durante a su gestión, sino que los eventuales defectos de emplazamiento fueron de responsabilidad del Iapv.

Ello no obstante, ya que lo hecho, hecho está, no es ahora cuestión de preguntarse sobre el costo de los trabajos paliativos de esa situación. Así en medios cercanos a los vecinos del barrio, y en el marco de la actitud de la intendente que hemos señalado, como una manera de hacerse presente en el barrio, sería atinado que la comuna sanjosesina se ocupara del arbolado del barrio -resulta incomprensible que el Iapv no hubiera contemplado en su momento esa circunstancia- como si bastara con entregar viviendas implantadas poco menos que en medio de la nada. Y que al mismo tiempo lo hiciera también de fijar los “ataja crecientes” realizados, que de no ser cubiertos por un cubre suelo que eche raíces enmarañadas, como puede ser inclusive la paja brava, corren peligro de que se los lleve el agua en otra creciente.

Incluso existen quienes agregan que se deberían contemplar desagües, ya que las últimas lluvias han hecho que se formen pequeñas lagunas en la cara interior de algún sector de esos atajos.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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