Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Los cuadernos reveladores sobre la trama de coimas ligadas a la obra pública son escandalosos. La vergüenza por cada uno de esos renglones no alcanza para tapar los agujeros que provocó el saqueo sistemático, metódico y ordenado de los fondos públicos que atrasaron el país, porque cada peso que se fue a las bóvedas, es el que faltó para el desarrollo de otras áreas.

El tema no es nuevo. Antes de estos bolsos, aparecieron los de José López en el convento de las monjitas que sacudieron de vergüenza ajena los medios, aunque el tema fue apagándose lentamente hasta dejar de aparecer en las tapas o en las agendas políticas y lo que es peor aún de la sociedad quizás por nuestra mala memoria, poco compromiso o , simplemente, por cierto desapego a la cosa pública.

Tiempo atrás, también sorprendió que un vicepresidente de la Nación, tal el caso de Amado Boudou, estuviera ligado al rescate y la posterior estatización de la ex Ciccone Calcográfica, por lo que fue condenado recientemente.

Así, una serie de desaciertos y actos pocos felices impregnaron los diez años de kichnerismo en el que Cristina, como jefa de Estado, no dudó en ligarse a Venezuela y Angola y en posar con Khadafi mientras enaltecía a Chávez, cuyo sucesor termina en estos días de hundir ese país en una de las miserias más tristes de los últimos tiempos.

Los cuadernos que desde hace quince días ocupan la plana de los diarios y las pantallas no son un hecho diferente a la sucesión de episodios de corrupción que se denunciaron todos estos años. Esta no es la primera vez que se habla de bóvedas pero, como dice el refrán, ver para creer.

El desfile de empresarios y dirigentes frente a los tribunales de Comodoro PY es incesante. Y de una trascendencia histórica no sólo por la magnitud de la operatoria y los millones que faltan, sino porque se ensamblan en esa corruptela el Estado y los privados que de forma indecorosa dan vida a un proyecto político que se cocina desde adentro del poder: El robo sistematizado y ordenado de los dineros públicos.

La trama que se hilvana en los tribunales puede tener su correlato en Entre Ríos. Carlos Wagner, el hombre que estuvo al frente de la Cámara Argentina de la Construcción durante varios años del kirchnerismo, testificó como arrepentido y dio nombres y entre ellos se deslizó el del constructor local Losi. Antes de Wagner, Pietroboni también había revelado, en una declaración detallada, un círculo de coimas en la obra pública.

Esa denuncia mediática no trascendió a un par de títulos, como tampoco el hecho de que Wagner hablara de Losi sentado en la mesa de los acuerdos donde figuran, siempre según Wagner, otras empresas como Perales Aguiar, Vial Agro, Biancalani, Fontana Micastro, Marcalba, Iecsa, Chediack, Equimac, Coarco, Cartellone y Vialco.

Durante los años en que dirigentes, choferes, remiseros, y empresarios nutrían con fondos públicos los bolsos que iban a manos privadas, en la provincia los organismos de control estaban descontrolados.

El Tribunal de Cuentas, por ejemplo, indispensable para el proceso de control, fue conducido por Guillermo Smaldone, un hombre elegido por el entonces gobernador Sergio Urribarri; y su salida, fue una renuncia forzada cuando los hilos se habían tensado extremadamente y la Legislatura prometía a avanzar con una ley para ponerle orden a un tribunal viciado.

Denuncias sueltas en los medios sobre el mal uso de los fondos públicos son parte de un rompecabezas que promete ser interesante pero que hasta ahora muestra en Buenos Aires sus mejores episodios.

El tembladeral de la política y sus socios empresarios podría trasladarse a la provincia desde donde dos abogados penalistas, fuertemente ligados a la lucha contra la corrupción, ya hicieron algunos de sus aportes ante el juez Bonadío vinculados sobre todo a las revelaciones de Víctor Pietroboni.

El resto es esperar que la Justicia actúe y que lo haga con celeridad para que los que tuvieron responsabilidad pública entiendan que la función es para servir y no para servirse. Pero también para que aquellos que están sospechados puedan despejar las sospechas y recuperar confianza y a su vez para el caso que se detectaran irregularidades, la Justicia tenga la oportunidad de ser ejemplar como debe ser.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario