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El día de los tres gobernadores

No puedo saber cuál fue la ocasión en la que cada uno de los lectores de esta columna semanal escuchó mencionar la palabra anarquía.
Pero hablando de mí, recuerdo claramente que fue en la escuela primaria cuando cursaba tercer o cuarto grado y mi maestra, al referirse al día de la muerte del General Belgrano, dijo que en esa fecha Buenos Aires (la ciudad y la provincia, que en ese momento para mí significaban una misma cosa) estaba presa de la anarquía.

Por Rocinante

Es que en la historia argentina el 20 de junio de 1820 era, y puede ser que todavía lo sea, conocido como el día de los tres gobernadores. Es que Ildefonso Ramos Mejía, Miguel Estanislao Soler y el propio Cabildo de Buenos Aire, reclamaban para sí ese cargo de donde, al haber tres que se auto proclamaban gobernadores, venía a significar que en realidad no gobernaba ninguno.

Yendo más cerca en el tiempo por lo menos estuvimos al borde de volver a estar cerca de ese riesgo. Fue cuando luego del golpe de estado exitosamente armado contra el presidente De la Rúa, en un lapso pequeño, se sucedieron en la presidencia en un periquete Puerta, Rodríguez Saa y Eduardo Duhalde (a quién se sindica como maniobrando, antes y después de la renuncia de aquél), quien quedó finalmente con el cargo.

En ese momento entendí que esa palabra viene a ser utilizada cuando se habla de falta de autoridad, de descontrol; y que también se la utiliza para describir una situación.
Anarquía y anarquismo
Más tarde se me hizo claro que no es lo mismo la anarquía que el anarquismo.

Es que etimológicamente la primera de las dos palabras resulta de la yuxtaposición de dos grietas que vienen a querer decir “sin (o privado) de poder, o mando”.

Es por ello que haya habido quien partiendo de esa etimología señalara que el término designa, de una manera general, lo que está desprovisto de principio director y de origen. Esto redunda o implica ausencia de principio, ausencia de reglas, ausencia de jefatura, ausencia de autoridad y ausencia de gobierno. Es común por eso, que se vincule la anarquía con el caos, el desorden, y hasta la anomia.

Mientras tanto, el anarquismo es un estado de cosas que tuvo su auge a fines del siglo XIX y principios del siglo XX hasta más o menos la década del 30, viniendo, en el mundo y nuestro país, a lanzar nuevos brotes a partir de mediados de la década del 60, y que entre nosotros al menos de unos años a esta parte ha comenzado a lanzar nuevos retoños, los cuales son precisamente la explicación de la redacción de esta nota.

Es que desde la Revolución Francesa en adelante comenzó a utilizarse la palabra anarquismo para referirse a una organización social donde los individuos no están sometidos a una autoridad. Es de interés agregar que uno de los adelantados de esta doctrina, tanto como intelectual, como activista, (ahora hablaríamos de militante), fue Pierre Joseph Proudhon.

Su fama perdura sobre todo por la publicación de un libro titulado ¿Qué es la propiedad? (1840) pero sobre todo por la respuesta que a esa pregunta le da en su texto al señalar que "la propiedad es un robo". Todo ello sin olvidar que al mismo tiempo es el autor de una de las definiciones más contundentes del anarquismo, al que describe como una forma de gobierno sin amo ni soberano (agregaría por mi cuenta, ni siquiera el propio pueblo).
Los principales principios del anarquismo clásico
Un estudioso inglés Hacker (Enciclopedia Internacional de las ciencias sociales tomo I pag. 35/9) luego de advertir acerca de las dificultades insuperables de aplicar la palabra a un único concepto, ya que son numerosos sus significados, pasa a elaborar un listado de los principios en los que, según su entender, coinciden los principales escritores anarquistas, que son los siguientes:

- El hombre es bueno por naturaleza. Ha nacido bueno, pero las instituciones autoritarias tanto políticas, como educativas, económicas y religiosas lo han corrompido.

- La sociedad y no el Estado, es natural. El hombre es un animal social y busca su realización mediante la cooperación plena y espontánea con los demás.

- Las instituciones sociales vigentes -en especial la propiedad privada y el Estado- son instrumentos artificiales para que unos hombres exploten y corrompan a otros. La autoridad en cualquiera de sus formas inclusive gobiernos democráticos y socialistas embrutecen al individuo.

- El cambio social debe ser espontáneo, directo y basado en las masas. Los partidos políticos, los sindicatos y todos los movimientos organizados son producto de la autoridad y aunque pretendan la revolución están constituidos de tal forma que al final terminan siendo un mal de otro signo parecido.

- La civilización industrial, bajo cualquiera de las formas de propiedad de los medios de producción envilece al individuo.
El anarquismo es un término polisémico
Si hablo de polisemia no es con el objeto de mostrar una falsa erudición, sino una manera de ayudar a comprender un concepto lingüístico, que en los tiempos que corren viene adquiriendo cada vez más importancia tener en cuenta, de manera de tomar conciencia que la misma palabra en contextos diferentes viene a significar cosas distintas.

Dicho en la forma que lo explican los especialistas, ese concepto se hace presente en lingüística cuando una misma palabra tiene varias acepciones o significados. Una palabra polisémica es aquella que tiene dos o más significados que no se relacionan entre sí. Por ejemplo: Cabo: Punta de tierra que penetra en el mar. Escalafón militar. Soga gruesa. Parte de una azada.

De la misma manera cuando hablamos de anarquismo no necesariamente hacemos referencia a las mismas cosas. Y es así como existe la posibilidad de distinguir entre los anarquistas socialistas y los individualistas. Y los autores que se ocupan del tema, luego de señalar que ambos tipos de anarquismo coinciden en mostrarse en contra del estado, la autoridad y el capitalismo, hablan también de las diferencias.

Es así como uno de esos autores explica que los individualistas generalmente prefieren la educación y la creación de instituciones alternativas, tales como mutualidades bancarias, uniones, comunas etc. Generalmente apoyan las huelgas y otras formas de protesta social no violenta. Son primariamente evolucionistas, no revolucionarios, y no les gusta la táctica de los anarquistas socialistas de la acción directa para crear situaciones revolucionarias. La mayoría de los anarquistas socialistas reconocen la necesidad de la educación y la creación de alternativas, pero no están de acuerdo en que esto solo basta. No creen que el capitalismo pueda ser reformado a plazos hacia la anarquía, aunque no ignoren la importancia de las reformas en la lucha social.

A ello se agrega otra que tiene que ver con la forma de economía anarquista que proponen unos y otros, ya que los individualistas se oponen a la colectivización, por temor a perder su libertad, mientras los anarquistas socialistas son partidarios de ella, aunque no de una colectivización forzada sino voluntaria.
El minarquismo
En lo que podría considerarse como una variante amortiguada y hasta deformada del anarquía individualista, se hace presente el?minarquismo.

Se trata de una ideología política a la que se describe proponiendo que el tamaño, papel e influencia del?Estado?en una?sociedad libre?debería ser mínimo, sólo lo suficientemente grande para proteger el espacio aéreo-terrenal de una nación.

Según se explica, “el término quizás es más frecuentemente usado para denominar a los?libertarios?que piensan que es posible la existencia de un Estado que proteja la libertad individual sin violentarla él mismo y para diferenciarse de los?libertarios anarquistas?que consideran que el Estado es inherentemente una violación de la libertad individual. Los minarquistas sostienen que un gobierno mínimo es necesario para preservar la libertad (neutralidad de las leyes y la invasión de ejércitos de Estados no minarquistas). Esta teoría política está vinculada a la tradición?anti estatista, que promueve la abolición de la mayor cantidad de funciones estatales posible.

Teniendo en cuenta lo hasta aquí señalado es difícil diferenciar el minarquismo del anarco capitalismo, conocido también como anarquismo de libre mercado, anarquismo libertario, anarquismo de propiedad privada o anarco liberalismo. Nos encontramos así ante una doctrina política partidaria de la anarquía entendida como la eliminación del Estado y la protección de la soberanía del individuo por medio de la propiedad privada y el mercado libre.

Es por eso que en una sociedad anarco capitalista, según se la concibe, la policía, los tribunales y todos los otros servicios de seguridad se prestarían por parte de competidores de financiación privada en lugar de a través de impuestos, y el dinero sería proporcionado privadamente y competitivamente en un mercado abierto.
Los seres humanos somos distintos a los ángeles
No estoy en condiciones, ni es mi deseo, efectuar un análisis crítico del anarquismo. Y con respecto a las diversas variantes que del mismo existen en nuestro país, solo me cabría señalar que mientras la variante anarquista del socialismo aparece como violencia desnuda, la variante minarquista es una expresión extrema y hasta inhumana de darwinismo social, con su implícita tentación de propiciar la supervivencia de lo que ellos consideran los más aptos, mostrando en el mejor de los casos indiferencia frente a los que no lo son, no advirtiendo que el valor más preciado de cada ser humano es su intrínseca dignidad.

Debo confesar al mismo tiempo, que tengo la convicción que en cualquiera de sus variantes, el anarco capitalismo (conocido también como anarquismo de libre mercado, anarquismo libertario, anarquismo de propiedad privada o anarco liberalismo) es una filosofía política que promueve la anarquía entendida como la eliminación del Estado y la protección de la soberanía del individuo por medio de la propiedad privada y el mercado libre.

Ya que en una sociedad anarco capitalista, la policía, los tribunales y todos los otros servicios de seguridad se prestarían por parte de competidores de financiación privada en lugar de a través de impuestos, y el dinero sería proporcionado privadamente y competitivamente en un mercado abierto.

Por lo tanto, las actividades personales y económicas, en el anarco capitalismo serían reguladas por la ley de gestión privada, en lugar de a través de la ley de gestión pública.
El anarquismo en la anarquía
Se me ocurre que, políticamente hablando, con el anarquismo nos encontramos frente a una maravillosa utopía, en un mundo en el que todo lleva a pensar que solo las distopías (y nos las utopías) pueden plasmarse en la realidad.

Se me ocurre también que todas esas elucubraciones, parten del error de que los hombres somos capaces de edificar una sociedad angelical, cuando todo nos lleva a mostrarnos, que solo somos simplemente hombres y tenemos poco y nada de esas etéreas criaturas.

Ya que no es concebible una sociedad humana sin normas, o sea sin regulaciones que impongan límites y órganos que se encarguen de hacerlas respetar. Todo ello, con la única limitación que su aplicación permita el desarrollo personal de todos, buscando nivelar hacia arriba, al mismo tiempo que se abaten privilegios.

De donde es doblemente peligroso ver aquí medrar al anarquismo en medio de esa anarquía de la que es de suponer que pujamos por salir.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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