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Son pocos los que podrían imaginar que pudiere hablarse de nerviosismo dentro de la burocracia municipal de Villa Elisa. Es que cualquiera supondría, y existen fundadas razones para ello, que situaciones de este tipo solo podrían hacerse presentes en la cúspide, que impropiamente designamos como política de esa comuna, en cuanto de esa manera se hace mención a la persona del intendente, sus secretarios y los concejales, en los que por lo menos en tiempos de renovación de autoridades -o sea más que de las elecciones propiamente dichas, en el momento en que se lanzan las candidaturas- se da el caso de pujas y tensiones, al ritmo de legítimas aspiraciones y hasta de igual clase de ambiciones que pueden aflorar y que afloran.

Pero fuera de ello, se supone que en una administración políticamente monocolor a lo largo de décadas en el segmento electivo al que nos referíamos, que ha dado muestras de una solidez tanto en sus finanzas, como en exhibir una envidiable continuidad, tanto en la prestación de los servicios a su cargo, como en materia de obra pública, a la par de contar con un envidiable cumplimiento por parte de sus vecinos de sus obligaciones tributarias, existe la lógica resistencia a admitir la veracidad de las versiones que circulan en mentideros de la “ciudad jardín”.

Ellas indican que la ejecución del actual ejercicio presupuestario terminaría con déficit, el que si bien es modesto en su cuantía, es capaz de generar esa reacción por contar con escasos precedentes. De donde, de ser así, la nueva jefa comunal entraría en funciones con las cuentas en orden, pero con el tesoro municipal poco menos que vacío.

En los mismos mentideros, al mismo tiempo que se afirma que por su carácter y antecedente la nueva alcaldesa no tendrá mayores dificultades en poner las cosas en orden, atribuyen la situación a montos que consideran excesivos en los niveles jerárquicos de esa administración.

De ser las cosas de ese modo, los altos niveles de inflación reinantes, la única virtud que tiene -si es que se la puede designar con ese nombre- es la de actuar como una verdadera aplanadora, que permite “jugar” con los porcentajes de ajuste, haciéndolos diferenciales. A lo que cabría añadir, aún sabiendo aquello de que “mal de muchos es consuelo de tontos”, que de ajustarse a los hechos tanto la versión como la explicación en que ella se sustenta, habría que destacar que no es del todo infrecuente que así suceda.

Dado lo cual, no dejaría de ser útil para impedir que se echen a rodar rumores como el comentado, que en un lugar de fácil acceso a los vecinos de cada comuna exista un listado de los sueldos que se pagan por cada cargo, omitiendo por razones obvias el nombre de quien los percibe.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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