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La presidenta del Senado de la Nación convocó al Senado a sesionar el próximo jueves a partir de las 11 con el fin de aprobar los pliegos de los nuevos embajadores propuestos por el presidente Alberto Fernández. A su vez, en la lista de aquellos a los que ese cuerpo debe prestar acuerdo, se encuentra uno de los compañeros militantes “del riñón” de la expresidenta, cual es el caso de nuestro comprovinciano Sergio Urribarri.

Nada que sorprenda, ya que de una manera que, más que molestarnos, no hace otra cosa que dolernos, asistimos al hecho de una administración que poco a poco se va llenando con funcionarios no con la “ficha limpia” como lo impuso como exigencia Lula en Brasil, viniendo a resultar así una de las víctimas de su propio invento, sino que no contar con ello ha pasado a convertirse en casi una condecoración.

Es que como cabe recordar, el ex presidente brasileño promovió en su momento la sanción de una ley por la que se imponía como exigencia ineludible para poder llegar a ocupar un cargo público en el gobierno de ese país, que el propuesto no solo no hubiera sido condenado judicialmente por la comisión de un delito, sino que no mantuviera a ese momento un proceso abierto en su contra, el que se hubiera dispuesto su prisión preventiva, aunque fuera sin encarcelamiento.

De donde en el caso brasileño, cabría señalar la existencia de tres fichas, cuales son “la limpia” o blanca, “la negra” en el caso de un prontuario que acusara la existencia de condenas penales firmes, y la “gris” que incluía a los que estuvieran tan solo procesados. Ese no sería precisamente el caso de nuestro comprovinciano, cuya “ficha” –desde la perspectiva de la legislación brasileña- está teñida de “gris”.

Aunque teniendo en cuenta el contexto en que vivimos, ello no parece ser ni siquiera un obstáculo menor, pero que de cualquier manera lo es, el hecho de que tener de manera frecuente verse obligado a trasladarse desde Israel a nuestro país y viceversa, viene a convertirse en una complicación más, que puede llegar a conspirar contra la eficacia de su gestión, como consecuencia de las causas abiertas en su contra. La información sobre ellos se ha reavivado -por razones obvias estos días- pero no está demás hacer un repaso acerca de ellas, por no considerarlo necesario.

Es así como se ha señalado que Urribarri ya tiene programados dos juicios para este año. Primero, es el caso de la denominada “la causa de la vaca”, en la que se lo investigó por el supuesto reparto amañado de pauta publicitaria hacia allegados, entre ellos su cuñado, Juan Pablo Aguilera.

A ello, se suma una segunda, conocida como “Sueño Entrerriano”, en la que se lo acusa de haber utilizado fondos públicos para financiar su fallida campaña presidencial de 2015, en la que, como se recordará, hasta se alquiló uno de los balnearios de la playa marplatense La Perla, a la que se ambientó con palmeras yatay trasladadas desde nuestra provincia, al mismo tiempo que se convidaba a los concurrentes a ella con “jugo cítrico entrerriano”.

Existe una tercera causa abierta en su contra, en la que está acusado de negociaciones incompatibles con la función pública. En la que también están involucrados el exministro de Cultura y Comunicación y exlegislador provincial Pedro Ángel Báez, y el empresario pizzero Germán Buffa.

Se ha fijado audiencias por parte del tribunal interviniente en la primera de ellas con una agenda que va desde el 27 de abril al 27 de mayo. Más precisamente el debate se desarrollará los días 27, 28, 29 y 30 de abril; 5, 6, 7, 12 y 13, 14, 19, 20, 26 y 27 de mayo.

El segundo juicio tiene fechas fijadas para el próximo mes de agosto. Será los días 18, 19, 20, 25, 26 y 27 y 1, 2, 3, 8, 9, 10, 15, 16, 17, 22, 23, 29 y 30 de septiembre.

En tanto el tercer juicio tiene fechas señaladas para los debates de causa para los días 26, 28, 28 y 30 de octubre de 2020.

Como se ve una agenda judicial frondosa, aunque ignoramos si alguna de esas causas o todas ellas, en su realización no pueden ser materia de postergación por la invocación por parte del nombrado de causas de fuerza mayor vinculadas con el ejercicio de su nueva función.

Algo que a todos nos debe dar tranquilidad, tanto al encausado como a nosotros, es la convicción por una parte que nos encontraremos ante un juicio imparcial, en el que quedarían aventadas las posibilidades de ser invocada la, por lo demás endeble doctrina del “farelaw” que es solicitada sistemáticamente –y hasta ha sido incorporada como “doctrina oficial” del gobierno bonaerense por un decreto del gobernador Kicillof- por aquellos respecto a su calificación de presos políticos, políticos presos, o presos arbitrariamente detenidos, no nos hemos podido poner de acuerdo todavía entre nosotros y seguramente nunca lo lograremos, si se tiene en cuenta la fecha en que esos jueces han sido designados. A los que cabría agregar la lista de ex funcionarios del signo político del oficialismo, que han resultado condenados por nuestros jueces, eximiéndonos de la tarea de enunciar el nombre de los que la integran por no considerarlo importante.

Después del precedente repaso, no podemos dejar de advertir que a lo señalado se puede agregar otro reparo. Cual es que para ocupar el cargo, no puede invocar Urribarri antecedente alguno en materia diplomática, y que a ese respecto no resulta suficiente el conocimiento y la familiaridad del trato con los descendientes de los primeros “gauchos judíos”- tal como los designó el escritor y periodista de calidad, Alberto Gerchunof, en la más conocida de sus obras.

Debemos confesar que no estamos seguros que valió la pena el esfuerzo de escribir todo lo hasta aquí señalado. Porque no podemos dejar de pensar que muchos de los recién vueltos al gobierno pueden asociarse con el recuerdo de esa conocida estatuilla en la que se observa a tres monos, uno de ellos cubriéndose los ojos con sus manos, otro tapándose los oídos, y un tercero tapándose la boca. En suma ceguera, sordera y mudez exhibidos en tres seres diferentes. En nuestro contexto no es extraño encontrarlos reunidos en uno solo de aquéllos que gobiernan.

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