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Las hermanas Mirabal, asesinadas por Trujillo.
Las hermanas Mirabal, asesinadas por Trujillo.
Las hermanas Mirabal, asesinadas por Trujillo.
El 25 de noviembre para algunos sólo se vivió la suspensión de la final de un partido de fútbol importante. Sin embargo, no fue lo único que pasó este día. Sino que como todos los años se trata del Día Internacional contra la Eliminación de la Violencia de Género. Una fecha que en Latinoamérica tiene un peso especial.

Porque si vamos a hablar de bochornos, las estadísticas de violencia de género lo son en esta parte del planeta, donde mueren asesinadas más de nueve mujeres al día en consecuencia y es considerada por la ONU como la zona más violenta del mundo para las mujeres fuera de un contexto de guerra.

De hecho, el 25 de noviembre se eligió para honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano, Rafael Trujillo (1930-1961). ¿Coincidencia que sean también latinoamericanas? No, claramente el continente tiene una grave deuda en este sentido que debe atender con urgencia. No hacerlo está costando vidas.

Algunos datos escalofriantes nos pueden llevar a pensar en otra cosa que no sea esta final de dos grandes equipos de futbol: 3.430 mujeres fueron asesinadas en México en 2017 como consecuencia de la violencia de género; a 1002 les arrebataron la vida en Colombia. Y si queremos ponerlo en tiempo, en Argentina, cada 31 horas en promedio una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer.

De la región, Centroamérica es la más complicada con las mayores tasas de feminicidios. El Salvador encabeza la lista con la mayor tasa de feminicidios por cada 100.000 habitantes, 10,2 (345 casos); seguido de Honduras, con un índice de 5,8; y luego por Guatemala y Nicaragua.

¿Qué quiere decir que a las mujeres las matan? Que las privan de su vida está claro, que las privan de la posibilidad de existir y desarrollarse, pero que también las privan a sus familias de ellas. Según la ONG Casa del Encuentro, en nuestro país, como consecuencia de estos crímenes, se han dejado a 3.378 menores de edad huérfanos de madre. Se mata a la mujer, pero se mata a la madre también; a la hermana; a la amiga; a la prima.

Parecen números pero son personas. En 2017, hubo 86.700 denuncias de mujeres por algún caso de agresión física o psicológica en nuestro país. Es decir, más de un estadio de River completo como estaba el domingo. Si lo viste por la televisión o estuviste ahí, ¿no te parecieron un montón de personas las que estaban en el estadio? Bueno, más que todo ese estadio completo denunció el año pasado que fue maltratada ya sea física o psicológicamente.

Ahora, estas son las denuncias que llegan, pero hay miles que no lo hacen. De hecho, sólo el 10% de las 292 mujeres asesinadas en 2017 había presentado una denuncia previamente. Es decir, hay muchas bocas acalladas. Quizás muchos estadios en silencio y con miedo.

Las denuncias son importantes, mejor dicho, son fundamentales porque son la única forma de poder ofrecer ayuda a estas mujeres que están siendo agredidas. Se ha hecho mucho para que el ámbito de denuncia sea más favorable como la apertura de comisarías de la mujer y la capacitación de fuerzas policiales y médicas para saber cómo atender a las personas que vienen a realizar este tipo de denuncias.

Según las estadísticas oficiales recolectadas en las denuncias de 2017, ocho de cada 10 agresiones son perpetradas por parejas o exparejas de la víctima; y no de forma instantánea, sino que las víctimas tardan mucho en denunciar (el 23,1% había sido maltratada durante 10 años, y el 50% lo soportó entre 1 y 5 años).

Mujeres. Sí, seguimos hablando de ellas. ¿Por qué? Porque aunque muchos crean que las cosas están cambiando los números indican otra cosa. La deuda sigue pendiente. ¿Hasta cuándo lo permitiremos? El 25N un día para tomar conciencia.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa).

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