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Después de tantas en que las PASO no dirimen ninguna candidatura ni cargo, parece haber llegado el momento de revisar su mérito

¿Para qué tenemos que ir a votar hoy? En la práctica, para nada. Ninguna de las alianzas que se presentan dirime a sus candidatos para octubre. Ningún cargo se define hoy. Por lo tanto, ninguno de los resultados de este domingo tendrá consecuencia formal alguna.
Sin embargo, se ha creado la sensación, no exenta de razón, de que las potenciales consecuencias de los resultados de este domingo innecesario son enormes. Es que dependiendo de cuáles sean dichos resultados, los eternos días que restan hasta el 27 de octubre podrían ser más o menos dolorosos.

Por un lado está el anecdótico costo de $600 millones, que la política toma de los bolsillos de los ciudadanos para regalarse esta gran encuesta. Por el otro, está el hecho de que por más inútiles que sean las elecciones PASO, su resultado importa. Un resultado que no esté dentro de los límites que el mercado financiero se ha imaginado podría conllevar consecuencias económicas para los ciudadanos.

A esta altura de las cosas, huelga decir que el mercado ya votó por Macri-Pichetto, y que no tolerará una victoria de Fernández-Fernández cuando las cosas se jueguen en serio en octubre o noviembre. Será más flexible, de todos modos, durante las PASO.

Por un lado está el anecdótico costo de $600 millones, que la política toma de los bolsillos de los ciudadanos para regalarse esta gran encuesta

Al cierre de los mercados del viernes pasado, el mercado esperaba, a nivel presidencial, una leve ventaja a favor de la fórmula Fernández-Fernández. ¿Cuál es el valor tolerable para esa ventaja?

Cualquier diferencia mayor a 4 o 5 puntos porcentuales de diferencia a favor de Fernández-Fernández sería mal tomado por el mercado. Más negativa sería la respuesta si esa diferencia se da con la fórmula ganadora aproximándose a 45% de los votos, un escenario improbable pero no imposible en función de la creciente polarización que reflejan las encuestas.

Por el contrario, una diferencia menor, o hasta una improbable (según las encuestas) victoria de Macri-Pichetto, podrían desatar un ambiente eufórico en los mercados. Así de binaria está la cosa.

Alguno podrá preguntarse: ¿y a quién le importa el mercado? A todos nosotros, sería la respuesta. Quizás no parezca relevante a primera vista, pero su comportamiento deriva en consecuencias para todos. Si los inversores huyen de los pesos hacia el dólar, haciendo subir el tipo de cambio, los precios de los bienes (la inflación) subirá, el salario real se retrasará y el consumo caerá. Si estos movimientos se exacerban y el pánico crece, podrían verse afectados los depósitos bancarios y volver a cortarse el crédito hasta para las grandes empresas que en las últimas semanas consiguieron colocar bonos en el exterior. El mercado de bonos no es sólo una timba: cuando YPF tomó U$S500 millones, lo hizo para asegurarse que podrá seguir con sus inversiones en Vaca Muerta.

Las consecuencias de una elección innecesaria van mucho más allá de su costo, lo único en que parecen pensar sus detractores. Están mal concebidas desde el arranque, pues ya no quedan partidos políticos vírgenes: ninguno disputa una primaria este domingo.

Por el otro, está el hecho de que por más inútiles que sean las elecciones PASO, su resultado importa

Vistos los nulos efectos prácticos de las elecciones PASO, y su enorme efecto colateral, haber añadido inútilmente dos meses y medio a la ansiedad que provocan en nuestro país las elecciones parece innecesario. Entre el comienzo de la campaña para las PASO (22 de junio) y un eventual balotaje (24 de noviembre) median nada menos que cinco meses de incertidumbre. No en vano la incertidumbre es una de las características que el mundo más percibe en nuestro país.

Nos acostumbramos a repetir cuán arduo es gobernar un país en el cual cada dos años tenemos una campaña electoral. ¡Pero eso era en los viejos buenos tiempos! Con las PASO, ahora estamos en campaña cada año y medio. Debe ser el ansia de nuestros políticos de estar todo el tiempo en el candelero aquello que los motiva a empeñarse en desdoblamientos electorales, primarias artificiales, campañas interminables y todo ardid propicio a mantener a la ciudadanía pendiente de sus actos.

Vista la recurrencia de elecciones PASO en las que el bienestar de los ciudadanos está puesto en juego sin necesidad, sería sensato que, pasado este término electoral, los partidos políticos se pusieran de acuerdo para borrarlas del mapa. Aunque quizás sea una esperanza vana ésta de buscar sensatez en donde tan esquiva aparenta ser.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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