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Ignoramos cómo lo van a llamar. Contamos con diarios de época en los que de una manera totalmente impersonal -los tiempos en que era un “poblado factoría” -se lo conocía como “Liebig” o “Fábrica Liebig” o lisa y llanamente “la fábrica”-, ya que era la principal empresa industrial no solo del Departamento Colón, sino de la provincia.

Pasó luego, cuando “se marcharon los ingleses”, a ser “Fábrica Colón”. ¿De aquí en más será “Pueblo Liebig” o “Liebig” a secas, en estos tiempos que parecemos avaros de palabras?

Nos estamos anticipando a los acontecimientos, pero de cualquier manera más vale curarse en salud. Es que no solo es bueno el nacimiento de un nuevo municipio, sino que es necesario que la municipalidad “arranque de entrada”, lo mejor que se pueda. Ya que, como se sabe, árbol que nace torcido es difícil de enderezar.

Se debe atender a la experiencia de muchas localidades que han vivido este proceso en nuestra provincia, y donde la mayor parte de los recursos que fluyen como consecuencia del camino de categoría de junta de gobierno a municipalidad, se traduce en una proporción pasmosa en “gastos de personal”.

Sueldos para el intendente, para el secretario -que esperemos sea único y multipropósito- el que no es infrecuente que sea la persona “conviviente” con aquél o un hijo de ambos, por aquello de que “primero la familia” ya que “la caridad bien entendida empieza por casa”. Aunque la explicación que se da es que el alcalde tiene que tener “bien cubiertas las espaldas” con personas de su intimísima confianza.

Está también el hecho que se debe designar un contador y también que no solo hay que integrar el Concejo Deliberante, sino que aquí se hace presente algo que ya no es problema, porque se ha naturalizado el hecho que los concejales cobren dietas; y no solo dietas sino dietas suculentas, que en el caso de muchas municipalidades es inclusive superior a la remuneración que los que lleguen a ocupar la banca de edil, percibían mensualmente antes de ocupar ese cargo.

Y después se presenta la difícil cuestión de tener la fuerza para resistirse de llenar de oficinistas y de personal de calle a la planta permanente o transitoria de la comuna, porque la presión es grande, los compromisos son muchos y a la vez la cosa viene dura. A la vez, no estaría demás que se implementara un mecanismo digital que permitiera a los vecinos el seguimiento al instante de los movimientos de fondos -entradas y salidas- de la municipalidad, y que entre las primeras ordenanzas que se dicten esté la que estable la necesidad de contar con un “presupuesto participativo”.

Yendo a la situación concreta de Pueblo Liebig, debe advertirse una dificultad no menor que deben enfrentar las nuevas autoridades, cual es la de reconvertir lo que en un momento fue un “pueblo factoría” y que pasó a convertirse en un “pueblo histórico” en una comunidad bien integrada, partiendo de lo problemático de hacerlo teniendo en cuenta la heterogeneidad presente de quienes la habitan, ya que es en parte “pueblo dormitorio”, en otra “un geriátrico de lujo” y se la vislumbra como polo de desarrollo turístico.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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