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Un mapa de venta de drogas en Córdoba
Un mapa de venta de drogas en Córdoba
Un mapa de venta de drogas en Córdoba
Al sentarnos a escribir esta nota editorial, se nos presentó, de repente, el recuerdo de una pregunta que el primer Perón hizo a sus seguidores en una de sus multitudinarias reuniones. Fue cuando los interrogó acerca de si alguno de los presentes habría visto alguna vez un dólar.

Y ese recuerdo tiene una explicación, ya que, en nuestro caso, como casi con seguridad es el de la mayoría de los habitantes de nuestro país, ni siquiera hemos tenido contacto visual directo ni con la cocaína, ni con esa variedad de narcóticos que forman parte de su perversamente infernal farmacopea.

Por otra parte, estamos seguros de que, de consultar a cualquiera de los habitantes de nuestro extenso territorio acerca de si en el lugar donde vive “hay drogas”, la respuesta será afirmativa. Mientras que al avanzar en el interrogatorio en relación a “dónde se la vende y dónde se la puede comprar”, la respuesta será desde una categórica negativa hasta otra que, por lo confusa o evasiva, demuestra que, de esa circunstancia se tiene, aunque más no sea una vaga e incompleta información.

Algo que significa que nuestros país ha dejado de ser –si es que lo fue alguna vez, en forma exclusiva- solo “un lugar de tránsito” hacia otros destinos de ese narcótico, sin ser un “lugar de consumo”, tal como en un momento pretendía tranquilizarnos el ya entonces y actualmente ministro, Aníbal Fernández.

Para que, en tal caso, los entrerrianos alcancemos real conciencia de la magnitud del problema, si no fue suficiente la condena judicial a prisión de un ex gobernador –que la sentencia haya sido, o no, justa, es otra cosa- esa trifulca de dos mini-grupos en la que la esposa del Intendente en goce de licencia de Concordia y sus acompañantes, se encontraron de improviso en medio de un fuego de disparos cruzados entre “trabajadores” de ese negocio criminal, debería llegar a considerarse como un punto de inflexión.

Si no es ya demasiado tarde para ello, porque la población carece de la información que le permita formarse de un cuadro de situación al respecto. Sobre todo, si se tiene en cuenta que tanto la detención de alguien que participa en el narcomenudeo, como el secuestro en una ruta de una importante carga del producto, para la mayoría son y se ven, como “agudas puntas del iceberg” que permanece incólume e impertérrito.

El meollo de la cuestión pasa por llegar a saber hasta qué punto nos encontramos ante una acción perseverante y eficaz contra ese flagelo, y de qué manera se podría avanzar más en su contra si es, como se piensa, que su erradicación muestra la dificultad extrema de lo imposible.

Ignoramos si, como es de suponer, las fuerzas de seguridad presentes en nuestra provincia cuentan con “mapas del delito”. Y en nuestro caso particular de interés, de “mapas de la droga”.

Ya que resultaría de un interés primordial se hiciera público un mapa de este tipo, o cualquier otro medio similar, por el cual obviamente no se brindara información sensible, pero sí le permitiese conocer los distintos grados de penetración de ese veneno en cada lugar del territorio provincial.

Una manera de que tomemos conciencia que luchar contra la droga, no se reduce a la loable tarea de rehabilitación de los adictos –en la que, por otra parte, no se hace todo lo que debería hacerse- sino que estamos ante un frente de combate, en el que todos deberíamos considerarnos comprometidos.

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