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Los desafíos a encarar y los problemas a atender en materia de salud

Una pregunta a la que sería importante encontrarle una respuesta satisfactoria, no es solo la de hasta qué punto los gobiernos del mundo hacen caso a las recomendaciones de los organismos internacionales que ellos integran, sino cuántos de sus funcionarios se toman el trabajo de leer los informes que esos mismos organismo elaboran respecto a diversas temas de su incumbencia; y de esa manera se los ve eficazmente activos en elaborar e implementar políticas concretas atendiendo a dichos informes.

Es que de ser la repuesta en el sentido de que es poco y nada el cuidado que se les presta a esas recomendaciones e informes, habría que ponerse a reflexionar acerca de hasta qué punto está bien aplicado el dinero invertido en esos organismos, e inclusive hasta su propia razón de ser.

Pero no se trata en este caso de cuestionar la necesidad de su existencia, sino de, además de exigir un mayor autocontrol y a la vez efectuar un control externo más acabado de los organismos internaciones, lograr una eficaz inversión de sus recursos, podando toda posibilidad de alimentar una burocracia parasitaria, circunstancia que también se da en ellos. Al mismo tiempo que se procura conocer públicamente hasta qué punto los distintos gobiernos del mundo transforman en cursos de acción concretas las recomendaciones de dichos organismos.

Todas estas consideraciones han sido provocadas al imponernos del contenido de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto a los desafíos a encarar y los problemas a atender en materia de salud, en lo que a la población mundial respecta, todo ello ante el año recién iniciado.

Es así como en el informe indicado, se comienza por advertir que “nueve de cada diez personas respiran aire contaminado, lo que causa setenta millones de muertes evitables al año”. A la vez que el mismo informe confirma que nueve de cada diez de ellas viven en países de ingresos medios y bajos, como consecuencia, según se explica, de un menor control de las emisiones industriales y del tráfico; situación que nos lleva a no descartar a la hora de alcanzar esas cifras el número de casos de que ello es consecuencia del humo de las cocinas dentro de las viviendas.

Se puede -aunque no se debería dejar de lado- la “cuestión del calentamiento global”, a la que en ciertos círculos miopes se la tiene como inexistente, en la medida que se lo niega a pesar de todas las señales que nos hablan de lo contrario. Algo que lleva a que esa organización estime que sus dañinas consecuencia se volverán claras a partir del 2030 –o sea en poco más de una década y que se traducen en un aumento significativo de los caso de muerte por malnutrición, malaria, diarrea y golpes de calor.

En tanto, al ocuparse el informe de la OMS de las enfermedades no trasmisibles, es decir de las patologías no contagiosas, como es el caso de la diabetes, el cáncer y las enfermedades del corazón, se señala que en la actualidad son responsables de siete de cada diez de las muertes en el planeta. Advirtiéndose, asimismo, del error en que se incurre al asociar los casos de muerte por esas causas, al estilo de vidas de los países más ricos, ya que se señala que ocho de diez de los fallecimientos se producen en países de ingresos medios o bajos.
En cuanto a los factores que impulsan esta enfermedad en el informe no se dice nada nuevo, al señalar como factores principales el tabaco, alcohol, sedentarismo, contaminación y una mala dieta.

Algo que en cambio resulta novedoso, por lo menos para un público en el que nos incluimos, es la preocupación permanente y que se remarca en ese informe acerca de “una pandemia mundial de gripe”. Al respecto se señala que ese azote no se refiere a la epidemia gripal “de cada invierno”, sino a una mucho más grave de la que "lo único que no se sabe es cuándo atacará y con cuánta gravedad".

Las “plagas bíblicas” a las que se hace referencia en el mismo documento -recaratuladas para poder aplicarse a nuestro mundo actual- siguen siendo “el hambre y la sequía,” a los que se agregan conflictos bélicos o los desplazamientos de población. Todo lo cual lleva a un estado de cosas caracterizado por la existencia en el mundo de 1.600 millones de personas que viven en situación de “precariedad extrema”, ya que lo hacen en lugares donde el acceso a los servicios sanitarios básicos es muy difícil, con especial impacto en la salud materno infantil.

Algo que vuelve las cosas más complicadas todavía, son los desafíos que significa la cada vez mayor resistencia de los factores patógenos a la utilización para combatirlas de antibióticos, antivirales y antimaláricos que deben considerarse como algunos de los medicamentos más exitosos de la historia, pero cuyo “tiempo se acaba”, advierte la OMS. Un ejemplo de lo cual se lo encuentra en las dificultades actuales que muestran este tipo de medicamentos para el tratamiento de enfermedades tan olvidadas como es el caso de la tuberculosis, algo que en la mayoría de los casos es consecuencia de su utilización inadecuada.

En el informe de la OMS se hace referencia también al ébola y otros virus. Y al respecto se destaca que el año pasado ha habido dos brotes de ébola en Congo que han llegado a las ciudades, creando situaciones que ya no tienen nada que ver con los brotes anteriores, en zonas rurales aisladas. Se agrega que otros patógenos bajo especial vigilancia son el zika y Nipah, el coronavirus de Oriente Próximo y el SARS. Además, la OMS ha nombrado una genérica enfermedad X para representar lo desconocido aún por venir.

No podía faltar en ese trabajo, la mención de la preocupación que provoca la reticencia todavía existente a la aplicación de vacunas, en la que juega la falta de confianza hacia ellas y las deficiencias en las campañas públicas en procura de incentivar su aplicación; a lo que debe agregarse en otros casos las dificultades de acceso a ellas. La OMS calcula que estos medicamentos salvan entre 2 y 3 millones de vidas al año, y que si se universalizaran lo harían con otro millón y medio más. Mientras tanto como ejemplo de su eficacia, la OMS espera que este año la polio deje de circular en Pakistán y Afganistán (el año pasado hubo 30 casos), y prepara un plan contra el cáncer de cérvix, basado en la vacuna del papiloma.

No se pueden pasar por alto las referencias que en el mismo documento se hacen al dengue. Es que esa enfermedad, también causada por un virus, está en progresión en todo el mundo. Se destaca que en su forma más grave tiene una mortalidad del veinte por ciento. Se calcula que produce 390 millones de infectados al año y que el cuarenta por ciento de la población mundial vive en zonas donde es posible la transmisión del virus por un mosquito.

Un interesante pantallazo, según nos atrevemos a describirlo, que concluye poniendo el acento en el papel clave que tiene la denominada “atención primaria de la salud” en todos los países, más allá de que sean ellos ricos o pobres, ya que en todos ellos su fortalecimiento y la generalización de su acceso, se hace indispensable.

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